Capitulo 26. ¿Amigo?

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Maratón Especial 2k 🎉

(...)
Sebastián versión.

Otro maldito día más en el cual fingir que tengo una vida tranquila y normal. Esto cada vez empeora más y no tengo ayuda de nadie, creo que voy a terminar por rendirme muy pronto.
Bajé las escaleras no sin antes echarle un vistazo al cuarto de mis padres....

Mi mamá estaba en la cama y mi papá con una maleta sobre la cama.
— ¿Y ahora qué? —Dije agotado, tantas peleas con mi padre me tenían fastidiado.
— ¡Se acabó, Sebas! Lo siento, hijo. No puedo más con esto.
— ¿Con 'esto'? —Dije molesto. — ¡Se trata de nosotros! no puedes abandonarnos así.
—Mandaré dinero, lo prometo—Decía mientras caminaba de un lado a otro con ropa y la aventaba a la maleta.
—No puedes irte, ¡No puedes! —Sentí que iba a perder el control.
—Es mi última palabra—Cerró la maleta y caminó con rapidez hacia afuera.
—Entiendo. ¿Siempre has sido así de cobarde? —Dije antes de que se fuera. Se mantuvo inmóvil por unos segundos, pero no miró hacia atrás. Él sólo se fue.

Entonces miré a mi madre, ella estaba con una lágrima corriendo por sus mejillas, el peor sentimiento del mundo fue ver a mi madre llorar, yo sé que ella siempre tenía que aguantar las ganas de hacerlo frente a mí para mostrarme fortaleza. Ahora era todo lo contrario.
La abracé con todas mis fuerzas.
—Es un idiota. No lo necesitamos.
No contestó.
Llamé a una de sus amigas para que viniera a visitarla y entonces yo poder salir al trabajo sin preocupaciones.

Mario versión.
Esa mañana salí temprano de casa de ______ sin que ella se diera cuenta. Seguía dormida y yo tenía que ir a un desayuno con una vieja amiga, seguramente si se lo decía, enloquecería.

Nos quedamos de ver en un restaurante donde vendían ensaladas. Odio las ensaladas, pero no pude discutir ante una elección femenina.
Cuando llegué, la observé. Estaba sentada mirando el menú, su cabello suelto y castaño como siempre.
—Hola—Llegué hasta ella. Me observó con sus gigantescos ojos.
—Mario, creí que no vendrías—Se puso de pie y me dio un abrazo ligero.
—Yo creí que tú bromeabas respecto a la invitación. Hace años no te veo, Daniela.
—Nueve meses.

Después pedimos nuestra orden, ella obviamente pidió ensalada, y gracias al cielo se apiadan de mí, también vendían cosas como hamburguesas o emparedados, así que pedí ambos.
— ¿Y qué me cuentas de ______? Escuché que volvieron.
—En efecto, volvimos. Ahora me siento completo.
—Me sorprende que te haya dado otra oportunidad.
—Oye, no fue tan fácil—Reí. —Me trata como un miserable, pero sólo así me siento querido.
—Sadomasoquismo nivel: Mario Bautista—Bromeó.
Comimos, reímos, entre otras cosas. Al final terminamos retirándonos de ahí y dando un paseo caminando.
—No puedo creer que aún no tengas novio, Daniela—Bufé. —Eso te sucede por decirle que no quince veces consecutivas a Ryan.
—Ryan y yo somos como el agua y el aceite, ni me lo recuerdes.

Mientras caminábamos comenzó a sonar mi celular, nos detuvimos en medio de la calle sólo para que yo contestara.
— ¿Sí?
—Mario, oye ¿traes el carro contigo? —Era Sebas, me sorprendía en lo absoluto.
—Sí.
—Necesito un aventón, ¿Crees que puedas darme uno?
—Seguro, ¿Dónde estás?
—Estoy a unas calles del restaurante vegetariano, no recuerdo el nombre.
—Te veo ahí entonces—Colgué. —Dani, tenemos que volver al restaurante.
— ¿Se te olvidó algo?
—No, iremos a ver a un... amigo—Me costó trabajo decir esa palabra, pero se escucharía mal si decía 'conocido' o algo por el estilo."Quiere un aventón.
Claro, un aventón al acantilado, con mucho gusto iba a dárselo.

Caminamos de regreso al restaurante y sinceramente no me agradaba nada esto de hacer obras de caridad respecto a Sebastián.
Cuando llegamos observé a Sebastián mirando hacia todos lados impaciente. Traía una chamarra de cuero negra y a decir verdad, parecía bastante intimidante.
Me acerqué a él dejando a Daniela detrás de mi.
—Sebastián—Lo saludé con un apretón de manos.
—Lo siento, mi coche no sirve y no encontré a otra persona.
—No te preocupes.
Daniela se asomó por debajo de mi hombro, entonces creo que fui el dichoso en estar presente en aquel momento.
A Sebastián se le abrieron sus ojos como platos, comenzó a tartamudear y Daniela, bueno, ella sólo sonreía.
— ¿Quién... quién... quién es la señorita? —Me dijo Sebastián.
—Uh... ella es Daniela, es mi hermana. Daniela, él es Sebastián... es... un amigo.
—Daniela Rueda—Dijo ella extendiendo su pequeña mano hacia donde estaba Sebastián, quien no dudó ni dos segundos en tomarla.
— Que yo sepa tu no tienes hermanas Mario.
—En realidad somos amigos—Dijo Daniela tímidamente.

Y ellos no dejaban de tomarse la mano y mirarse con una sonrisa de idiotas en sus rostros. Me pregunto si así soy yo cuando estoy cerca de ______, bueno, sea lo que sea había comenzado a ser molesto.
— ¿A dónde quieres que te lleve?
—Al aeropuerto.

Tenía mis dudas pero la verdad no me interesaba en lo más mínimo cualquier cosa que Sebastián estuviese planeando. Subimos al coche, Sebastián enfrente conmigo y Daniela atrás. Así me mantendría seguro de que Sebastián no iba a estar acosándola todo el camino.

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UN DULCE AMOR: "EL PRECIO DE LA FAMA" - MARIO BAUTISTA & TU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora