Capitulo 38

1.4K 97 11
                                    

Sentí una punzada en mi estómago. En esos momentos yo podría estar esperando inclusive un ataque alienígena, todo excepto que Mario estuviera ahí frente a muchísimas personas pidiéndome matrimonio.
Quizá el ya esté acostumbrado al público, pero por mi parte, estaba a punto de desmayarme de impresión y emoción al mismo tiempo.
—Déjame adivinar—Apenas y pude decir. —Haciendo un conteo, primero consigues a un cachorro realmente adorable para evitar que me niegue a venir hasta aquí y ahora frente a cincuenta mil personas me pides esto para evitar que yo te diga que no.
— ¡Quiero que el mundo se entere que es tú la mujer que amo! la única con la que quiero estar.

Entonces supuse que sería demasiado estúpido decir algo como: "Sí quiero casarme contigo", entonces decidí besarlo. Por unos minutos me olvidé completo de todo el mundo y me concentraba en ese beso, aunque era casi imposible, todos estaban gritando.
Luego Mario tomó mi mano y regresamos a sentarnos, él estaba de color escarlata. Sus mejillas completamente ruborizadas.

No volvimos a hablar hasta que se acabó el partido. Algunos chicos saludaban a Mario y también niñas llegaban a tomarse fotos con Mario y Juanpa. Después Juanpa susurró al oído de Mario no sé qué cosas y se despidió de mí a lo lejos. Estaba confundida.
Sentí las manos de Mario rodearme la cintura.
—Irá por Lana—Sonrió. —Ven. Nosotros saldremos por un lugar menos público.
Me tomó de la mano de nuevo y caminamos hasta una salida privada. No dije una sola palabra hasta que llegamos a un enorme estacionamiento. Nos detuvimos en un auto que parecía ser un Mercedes pero no sé exactamente qué modelo pero se veía demasiado lujoso.
—Mercedes Cla—Dijo Mario como si estuviera leyendo mi mente. —Renté este bebé para tener en qué movernos mientras estemos en New York—Luego giró su rostro hacia mí. — ¿Te gusta?
— ¿Qué te diré? —Sonreí. —Me da exactamente igual ir en uno de estos, o en un Volkswagen, o caminando.
—Mujeres y su desinterés por la carrocería—Rodó sus ojos.
—Entonces hablemos de ropa, maquillaje o esmaltes de uñas. Experto—Mario soltó una pequeña risita.
—Creo que ya le hemos dado demasiadas vueltas al asunto—Me acercó a él demasiado fuerte.
—No he dejado de pensar en tu contestación dentro del estadio. Sé que piensas que sólo lo hice para que no te negaras pero...
—Mario, sólo era una broma, en realidad estaba muy impactada como para reaccionar.
—... sólo quiero que sepas que yo estaba muy nervioso. Sé que te conozco pero también sé que no te conozco en nada, eres impredecible. Tenía miedo de que me dijeras que no, pero más que eso, tenía miedo de ser rechazado frente a tantas personas.
— ¿Siempre debes ser tan dramático? —Reí. Su contestación fue un dulce beso pero conforme pasaban los segundos se hacía más intenso. Las manos de Mario se encontraban en mi cintura pero no tardaron en bajar hasta mis caderas. Intentó meter sus manos por debajo de mi blusa y entonces fue cuando me detuve.
— ¡No!
— ¿Qué sucede?
— ¿Cómo que "qué sucede"? —Lo fulminé con la mirada. —Estamos en un estacionamiento, esto no es correcto, Alberto.
— ¿Desde cuándo te interesa tanto hacer lo correcto? —Rió a carcajadas. —Está bien, entonces vámonos.
—Eres irritante.
—Lo que tú digas—Seguía riendo. Abrió la puerta de mi lado y subí pretendiendo estar enojada.

Luego subió de su lado y condujo, no me di cuenta gracias a que los asientos estaban tan cómodos que cerré los ojos y caí dormida.

[*******]

Sentí un peso sobre mi estómago y desperté.
Sábanas, almohadas, persianas color morado que no dejaban entrar los rayos del sol y... Lana.
Estaba en mi habitación, o eso es lo que creía y Lana estaba sobre mí moviendo su colita y jalando mí pijama para bajarme de la cama. ¿Mi pijama?
Me puse de pie y caminé hasta la puerta de mi habitación la cual estaba cerrada, se podían oír voces a través de ésta, así que decidí pegar mi oído a la puerta para escuchar con claridad.
—No fue nada, Lana no hizo ruido toda la noche en el hotel, pero no sé cuánto tiempo más pueda estar dentro de un hotel, Mario. Creo que me regresaré a Los Angeles. ¿Sabes que no dejan entrar mascotas al hotel? ¡Tuve que esconderla en mi ropa! Y no se te ocurra preguntar cómo.
—Creo que ya te he agradecido unas cien veces, Zurita. No te vayas, es más, quédate aquí.
— ¡Debes estar bromeando! —Soltó una carcajada. —Ni loco. No, absolutamente no. Ni siquiera es tu residencia y estás invitándome.

Entonces Lana no paraba de ladrar y ladrar.
—Cállate, Lana—Y ladró más fuerte. —Escucha, hermosa, si guardas silencio voy a comprarte...—Susurré pero ella me interrumpió con sus ladridos.
—Creo que deberías ir a verla, debe estar despierta—Escuché la voz de Juanpa.
—Sí, creo que iré.
—Nos vemos esta tarde. No me quedes mal, Bautista—Dijo amenazante.
—Sabes que no.

Escuché que la puerta principal se abrió y se cerró, entonces no sé cómo le hice pero de un salto llegué hasta la cama, me cubrí hasta la cabeza y fingí que dormía. Escuché como la puerta de mi habitación se abría y traté de calmar mi respiración agitada, lo cual era una misión imposible estando Mario cerca.

---------------------------------------------

Holaa, como están? Aquí tienen el capitulo espero les haya gustado , un poco corto pero con la noticia que estos dos ¡se van a casar! ¿no?

UN DULCE AMOR: "EL PRECIO DE LA FAMA" - MARIO BAUTISTA & TU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora