Capitulo 17. - ¿Aún no me reconoces?

1.7K 146 31
                                    

Zurita rió por bajo y luego guardó su celular en el bolsillo del pantalón.

—Se me ocurre una idea mejor—Fue cuando comenzó a caminar hacia ellos, lo jalé de su camisa pero aún así no lo detuve.—Espérame aquí, cuando veas el área despejada, te acercas a ella, mientras no.

—Okay—Dije un poco confundido.

Tú versión.

Sebastián venía corriendo hacia mí, pero conforme se acercaba, disminuía la velocidad hasta terminar caminando, me sonrió nuevamente y antes de que pudiera tomar mi helado de vainilla, un hombre que parecía tener problemas mentales se interpuso.

Comenzó a hablar con una voz extraña, ronca pero chillona a la vez.

— ¡Sebastián! ¿Eres tú? ¡Qué maravilla verte!

— ¿Disculpa? ¿Nos conocemos?

—Claro que sí—Me miró a mí. —¿Quién es ella? tu madre no me comentó que ya te habías casado, ¡Mucho gusto! —Extendió su mano para saludarme, pero me dediqué a mirarlo al darme cuenta que ni siquiera Sebas sabía de quién se trataba.

—Somos amigos—Dijo Sebas por lo bajo.

— ¿Aún no me reconoces? ¡Soy tu tío Dave! de Colombia... yo te cambiaba los pañales cuando eras bebé.

—Oh—Sonrió nervioso y luego me hizo señas con la mirada de que lo esperara ahí. —¿Me acompañas?... ¿Tío?

—Claro, claro que sí. Me encantaría recorrer toda la tienda contigo.

Se alejaron hasta ser imposibles de ver, lo que se me hizo extraño fue como el tío de piernas delgadas hizo una seña con su pulgar arriba, a sus espaldas mientras caminaba.

Comí un poco de ése helado, entonces unas manos taparon mi boca por detrás, el helado cayó al piso. Me levantaron de la banca y caminamos rápidamente hasta afuera, yo caminaba en reversa, por así decirlo, estaba completamente asustada. Un chico de sombrero, lentes de sol color negro y una bufanda en pleno verano estaba frente a mí. Me soltó pero en ése instante lo golpeé en el estómago.

Sus lentes cayeron al piso. Él estaba retorciéndose también, al parecer le había sacado el aire.

— ¿Mario? ¿¡Eres tú!?

—S... sí.

—Oh, dios mío, perdóname—Lo ayudé a reincorporarse. —Lo siento, no sabía que... ¡Oye, espera! ¿Qué demonios estabas haciendo? ¿Y por qué traes eso puesto? ¿Qué significa...Y quién es el hombre con el que se fue Sebastián? ¡Necesito una explicación demasiado elaborada y creíble!

—Necesito hablar contigo.

— ¿Qué no habías dicho que no volverías a molestarme? esa nota era demasiado convencedora—Crucé de brazos. Estaba molesta pero a la vez demasiado contenta de que Mario estuviera ahí, el simple hecho de tenerlo cerca me hacía sentir mil cosas en mi interior.

—Sé lo que dije, pero en realidad sólo fue por el momento.

— ¿Sobre qué quieres hablar?

—Sobre nosotros.

—Lo siento, ése barco zarpó hace mucho tiempo. Es demasiado tarde, Alberto.

— ¿Sebastián alcanzó a subirse a ése barco? porque puedo alcanzarlo, aún así tenga que ir nadando.

Mario versión.

Su cuerpo se tensó, ella me fulminó con la mirada. Mi celular comenzó a sonar. Contesté.

—Lárgate con ella pero ¡ya! lárguense como si los estuviera persiguiendo un perro rabioso, es casi lo mismo que Sebastián. Ya se dio cuenta de todo.

— ¿¡Qué!? ¿¡Y cómo te irás tú!?

—Tengo las llaves del carro en mi pantalón, ¡Já! la pregunta aquí es ¿Cómo te irás tú? Bien, buena suerte—Colgó.

Entonces miré a mí alrededor. Tomé a _____ de la mano y comencé a correr con fuerza, no me importa si ella perdía el paso y al final la llevaba arrastrando, tenía que sacarla de aquí para hablar con ella. Quizá nunca tenga ésta oportunidad otra vez.

— ¿Qué estás haciendo? ¡Suéltame!

—No. Cállate y sígueme el paso.

—Al menos... podrías ser... más romántico.

—Mi amor, cállate y sígueme el paso—Ella sonrió, bueno, al menos hice algo bien. Extrañaba llamarla así.

Cuando nos alejamos lo bastante como para que Sebastián no nos encontrara, me detuve. Estábamos más atrás del centro comercial, a unas cuantas calles, en un callejón obscuro.

—Bien, comienza—Dijo con la respiración agitada.

Éste es mi momento, es todo lo que quería, un poco de atención. Ahora es lo que tengo, a ella mirándome fijamente a los ojos, con su mirada pasiva, sin ganas de asesinarme o algo por el estilo. Justo ahora es cuando mis manos comienzan a sudar, mi voz se pone temblorosa y tengo miedo de decir alguna estupidez y arruinar todo, como es mi costumbre.

Ella me pone nervioso, más de lo que creí. Inclusive, más que antes.

—Quiero pedirte otra oportunidad
---------------------------
Hola, gracias por votar, llegaron a los votos que les pedí y aquí está lo que prometí, espero les guste.
Voten y comenten muchísimo para seguir lo antes posible :D

UN DULCE AMOR: "EL PRECIO DE LA FAMA" - MARIO BAUTISTA & TU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora