Capitulo 40. Todo tiene una explicación.

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Busqué por toda la casa alguna cosa, algún dato de la residencia donde sería la fiesta pero todo fue absolutamente en vano. Siempre había un plan B como decirle a Sebastián que me llevara, aunque creo que llevaría a Daniela y eso sería levantar sospechas.

Tomé mi celular, de nuevo, ésta vez con aborrecimiento y marqué nuevamente el teléfono de Sebastián....
—Debería suponer que no tienes nada que hacer estos días. Soy un chico ocupado también, ______ —Contestó al instante, ni siquiera sonó una sola vez.
—Supongo que estas tan ocupado que contestas el celular a una velocidad increíble.
—Estaba jugando en el celular, ¿es acaso un delito? —Rió. —No me llamas para saber cómo estoy últimamente, ¿en qué soy bueno?
—Bueno, ¿cómo estás?
—Bien, yo...
—Necesito que me lleves a la fiesta de ésta noche. Sé que irás con Daniela.
— ¿Y Mario?
—No averigües, ¿puedes llevarme si o no?
—Sí, claro—Dijo transmitiendo un poco de confusión en sus palabras. —Estaré a las siete y media.
—Gracias, Sebas. Te adoro.
—Si, yo también. De verdad, ______, te quiero.
Sentí una punzada en mi estómago.
—Y te extraño. Nos extraño, quiero decir. Siendo los mejores amigos.
No respondí nuevamente.
—Te veo a las siete treinta—Y cortó la llamada.

En realidad yo también lo extrañaba, esas tardes de hacer tonterías sin importar lo que dijera el resto, poder hablarle de cualquier tema sin ser juzgada y sobre todo que no me trataba de ninguna forma especial por ser mujer pero a la vez era todo un caballero.
Pero este no era el momento para pensar en ello, en realidad mi cabeza no me dejaba concentrarme en otra cosa que no fuera Mario y me odiaba por ello.

Busqué en mi celular el nombre de Susan. "Susan y Mario".
Aparecieron fotos de una chica de cabello rojo y piel blanca, demasiado blanca como para ser la competir contra el color de piel de Mario. Una sonrisa y dientes perfectos y los ojos color verde, ¿acaso podría ser más hermosa?
Sentí celos, muchos celos. Luego encontré su nombre completo: Marie Sussan Armani.
Hmm. Así que su nombre lleva doble "s".
Creo que estaba siendo demasiado paranoica.

Alistarse para asistir a una fiesta de la cual no eres invitado no es inspirador. En realidad no sabía qué ponerme, pero pensé que si la fiesta estaba organizada por Juanpa, seguramente no habría mujeres semidesnudas por todos lados. Así que opté por usar algo un poco elegante y que no mostrara mucho, para destacar.
Un pantalón entubado color negro y una blusa color vino que entallaba a la perfección, tenía un escote llamativo pero no mostraba mucho, en realidad sólo era la forma en la que la blusa estaba hecha. Y claro, zapatos de tacón stilettos que combinaban con la blusa.
Alisé mi cabello y me maquillé diferente a cualquier otra vez que pude haberlo hecho.

Llegó un mensaje al celular.
"Estamos afuera –Sebas"
Un punto de vista: ¿"Estamos"? ¡Oh claro!, había olvidado que Daniela venía dentro del paquete. Me alegraba por ellos dos, aunque había algo en ella que no me terminaba de agradar y era su forma de encubrir a Mario cuando estaba en problemas.

Salí de casa y observé el auto de Sebastián, junto a él iba Daniela, ahora yo sería la que se sentaría atrás.
Subí al auto y saludé a Daniela con un apretón de manos, antes de que Sebastián comenzara a manejar de nuevo estiré mi mano y él me miró enarcando su ceja.
— ¿Un apretón de manos? ¿Qué demonios es eso? —Tomó mi mano y me acercó para besarme la mejilla. Sentía la incomodidad de Daniela a kilómetros. Luego me senté en mi respectivo lugar y me puse el cinturón de seguridad.
—Perdona mi atrevimiento—Dijo Daniela una vez que el coche ya estaba en marcha. —Pero, ¿No se enfadará Mario al saber que no te has ido con él?
—No lo creo—Vacilé. Él ni siquiera sabe que iré a esa fiesta. —Mario confía en mí.
—Claro que lo hace—Daniela sonrió.

Tardamos poco en llegar al lugar, al parecer era un club el cual nunca había visitado estando en New York pero desde afuera se veía muy elegante y la música retumbaba las paredes. Fotógrafos, gente entrando y saliendo, de todo un poco. Sebastián tomó a Daniela del brazo y me hizo una seña para que yo me tomara de su otro brazo, pero no. Definitivamente no entraría con ellos si no quería llamar la atención.
Me negué con la cabeza.
—Ustedes adelántense. Iré a...—Inspeccionar el lugar. —Iré a buscar algo de tomar.

Miraba para todos lados, gente desconocida por doquier, rostros que nunca en mi vida había visto mientras otros los cuales aseguraba que los había visto en alguna parte. Me sentí exhausta rodeada por tantas personas, música con un volumen exageradamente alto como para mantener una conversación y me acerqué a la barra. Uno de los tantos que atendía se acercó a mí limpiando las copas con una tela.
— ¿Qué te sirvo?
—Sólo jugo.
—Aquí no tenemos jugo—Sonrió a medias, mostraba unos hoyuelos que se formaban en sus mejillas. Era simpático a simple vista. — ¿No tomas?
—No. Bueno, no quiero perder el control esta noche—Sonreí. — ¿Algo que se le parezca?
— ¿Te parece piña colada? —Asentí. En menos de un minuto tenía un vaso de piña colada en mis manos, la tomé y me alejé de ahí. Intenté mirar más allá de lo que podría ver a simple vista. Era Mario caminando hacia un lugar demasiado apartado de todo lo demás, podría decirse que era privado y tenía puertas inclusive. Era una habitación o algo así.
Suspiré frustrada.
Luego caminó detrás de él... era ella, Sussan Armani. Gruñí en mi interior. Dejé el vaso sobre una mesa llena de chicos atractivos los cuales me miraron con confusión. Caminé directo hacia la habitación privada, todavía me quedaban unos veinte metros cuando alguien se paró justo frente a mí. Juanpa.
— ¡_______! —Dijo con horror. — ¿Qué... qué estás haciendo aquí? —Tartamudeó frente a mí.
— ¿Te sorprende que esté aquí en tu fiesta y ni siquiera te molestaste en invitar? No te preocupes, sólo haré algo rápido y me retiro.
— ¡No! ¿A dónde ibas? ¿Qué es lo que quieres?
—Vaya, no sabía que te caía tan mal—Suspiré. —Muévete, Juan Pablo o no me importará pasar por encima de tu hermoso rostro—Mi disgusto se podía notar aunque tratara de ocultarlo.
— ______, no es... no, ¿quieres bailar conmigo? —Me jaloneó hasta la pista de baile aunque yo me retorcía y gritaba obscenidades para que me soltara. Todos nos miraban con gracia. Había llamado la atención y era lo que menos quería, sólo quería acabar con esta situación silenciosamente y pronto para luego largarme.
— ¡NO VOY A BAILAR CONTIGO! —Grité sobre la música. — ¿Acaso crees que no lo sé todo ya? ¡DEJA DE CUBRIR AL IMBÉCIL DE MARIO!
Aunque quisiera gritar y que todo el mundo me escuchara, si gritaba con todas mis fuerzas con suerte me escucharía Juanpa, ya que la música era demasiado fuerte.
—Todo tiene una explicación—Dijo desesperado. —Y la sabrás si me dejas llevarte a tu casa, éste no es tu lugar.
—Ya sé que no lo es, déjame hacer lo que voy a hacer y después me iré.
—Es un no. Definitivamente no—Se cruzó en mi camino de nuevo sin dejarme pasar. Tomé una copa de alcohol que estaba sobre la mesa y mi ira debió ser demasiado grande como para tirárselo a Juanpa a los ojos. El comenzó a gritar debido al ardor y se tiró al suelo gruñendo. Rápidamente estaba rodeado de un círculo de personas. Entonces corrí con más facilidad al cuarto privado.

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Hola aquí les dejo el capitulo los próximos 2 que siguen van a estar un poco intensos, así que si quieren leerlos lo antes posible no olviden votar y dejar sus comentarios para que yo sepa cuando subirlos ;D ¿Tienen alguna idea de que hace Mario con esa mujer? 

Sin mas aquí nos estaremos leyendo

UN DULCE AMOR: "EL PRECIO DE LA FAMA" - MARIO BAUTISTA & TU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora