Capítulo O4 "We were eternal"

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Mario versión.

Cariño. Es el cariño que le tengo por haberme hecho tan feliz el cual no me permite dejarla ir, el estúpido cariño está haciendo que lo confunda con un sentimiento más profundo llamado 'amor'.
Ella acaba de dar el paso que yo temía tanto dar, me está facilitando las cosas en cierto modo, no puedo negarme a algo que sucederá de todas maneras. No puedes evitar lo inevitable.

Ella realmente no hablaba enserio, lo veía en su mirada la cual evadía la mía en todo momento, sólo quiere ver mi reacción.
¿Y si escondo mis sentimientos y trato de que esto funcione de nuevo? ¡No! ella lo entenderá.
—Está bien, _____. Si quieres distancia, voy a dártela.
—Bien—Frunció el ceño. —Iré por mis cosas—Estaba a punto de ir a la habitación pero la tomé de su brazo, al instante me miró como si fuera a aniquilarme por eso y la solté.
—No, no es necesario... yo conseguiré otro departamento, puedes quedarte aquí.
—Qué amable—Sonrió con ironía. —No sé por qué me sorprende.
—Intento llevarnos bien—Gruñí.
— ¡Claro! intentas llevarte bien justo ahora, ¡Qué irónico! ¿No lo crees? —Hizo una pausa demasiada corta como para que no me diera oportunidad de contestar. —Y bueno, no te preocupes más por mí. Me voy de México.
— ¿A dónde irás?
—Eso no es de tu incumbencia—Sonrió victoriosa y caminó hacia la habitación.

Mi cerebro estaba en todos lados excepto aquí, ¡hey vuelve al planeta Tierra!
Me senté en el sofá completamente confundido, ¿es esto lo que quiero? Claro que lo es. Necesito vivir, necesito alejarme de ella. Quiero estar solo por un tiempo.
Juntos, sólo somos infelices.

Tu versión.
Cada prenda de ropa me costaba trabajo meterla dentro de la maleta, oh yo no quiero irme, pero es mejor que lo haga. Jamás podré negar que amo a Mario con mi vida, pero a él no le interesó en lo más mínimo cuando le dije que me iba, es lo que estuvo esperando siempre.
Evité llorar, es el peor sentimiento que puede existir. Tener ganas de llorar, sentir ese nudo en la garganta y tener que tragarte todo por miedo a que te descubran.
Aunque, no creo que Mario me vea aquí llorando, no se tomará la molestia ni de venir a pedirme que no me vaya, al contrario, el mismo me abrirá la puerta para que salga.

Cuando terminé de empacar tomé mi celular, será mejor que tome un taxi porque no quiero que Mario se ofrezca a llevarme a un aeropuerto al cual ni siquiera he comprado el boleto, probablemente duerma en el aeropuerto ésta noche, no lo sé. Esto ha sido tan improvisado y previsto a la vez.

Salí de la habitación con la maleta, la cual tenía llantitas y no hacía falta cargar, Mario estaba sentado en el sofá con su cabeza sobre sus manos, parecía ido, o dormido... ¿Quizá meditando? no lo sé, pero no notaba mi presencia.
—Hmm... Mario—Susurré. Al instante subió su cabeza y me miró.
— ¿Sí?
—Ya me voy, acabo de pedir un taxi.
— ¿Un taxi? pero yo puedo llevarte.
—Ya lo pedí, dijo que en cinco minutos llegaba.
—Cinco minutos—Repitió, aún ido. —Eso es rápido.
—Eso creo—Yo me encontraba jugando con mi largo cabello como una manera de transmitir mis nervios.
Mario abrió sus brazos, los abrió como solía hacerlo antes, mis ojos estaban cristalizándose cada vez más; bruscamente me acerqué a él para unirnos en un abrazo, creo que ha sido el abrazo más sincero que he dado, pero no sentido. Me siento triste porque sé que sólo lo hace para no herirme.

En ése momento recordé una cita que mi abuela siempre me decía: "Después de algún tiempo descubrirás que solo porque alguien no te ama de la forma que quieres, no significa que no te ame con todo lo que puede".
Quizá Mario es así, él no me ama tanto como yo, pero lo hace con todo lo que puede, he sido una egoísta por intentar obligarlo a quererme de la misma manera.
No lo entiendo, yo había nacido para hacerlo feliz. Yo juraba que éramos eternos.

—Recuerda que si necesitas algo estaré dispuesto a ayudarte—Susurró a mi oído. Oh Mario si tú supieras que lo único que necesito es que me pidas que no me vaya.
—Sí—Fue lo único que pude contestar.
El taxi hizo sonar su bocina desde afuera, eso hizo que nos separáramos. Mario me ayudó a subir la maleta, no sé si trataba de ser educado o ya no veía la hora de que me fuera.
— ¿A dónde, señorita?
—Al aeropuerto, por favor.

Justo en ese momento el auto se alejó, sabía que Mario me observaba pero me negaba a mirarlo, si no, detendría el auto e iría hacia él.
Me duele pensar que estoy sufriendo por dentro, realmente destrozada mientras Mario debe estar más feliz que nunca, ahora sabrá lo que es la libertad después de tantos meses conmigo molestándolo, impidiendo que haga lo que más le gusta hacer.

Supongo que debo avisar a mi madre cuando llegue a New York, quien dará el grito en el cielo, pues ella estaba de vacaciones. Después de eso se iría a dar clases a la universidad de México, donde estudio. Me duele realmente pensar que tendré que volver a esa estúpida universidad y ver a Mario algún día de mi vida.
La universidad es genial, Mario no lo es.

Una última mirada hacia atrás al ingresar al avión. No seas estúpida ____, Mario no vendrá, a él ya no le importas.
Subí al avión. Otra última mirada.

Y una lágrima corriendo por mi mejilla.

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UN DULCE AMOR: "EL PRECIO DE LA FAMA" - MARIO BAUTISTA & TU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora