Gofrecitos con chocolate

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Subimos al coche y yo creo que estaba hiperventilando. Jillian condujo hasta su casa, y yo estaba perdida en mi mundo, hasta que escuché.

- Buaaahhh, buaaaahhhh!! - Karla estaba llorando.

- No llores Karla cariño, ahora mamá nos comprará pizza a todas para compensarte el no subir a la montaña rusa. - Le decía Keana para tranquilizarla mientras en sus palabras había cierto reproche hacia mi.

No podía creer lo que había visto con mis propios ojos... Después de casi 6 años desde que me marché de Miami, no había tenido nada de contacto con nadie de Miami que no fuera mi familia. Yo era una persona que podías encontrar con tan solo poner mi nombre en google, por eso era normal que Dinah me hubiese reconocido. Pero yo siempre había intentado evitar saber nada de nadie, me inundaban los recuerdos y me invadía la tristeza y todo esto lo intentaba mantener alejado de mí. Nunca daba información privada de mi vida, donde vivía, con quien salía, nada... Era una clausula estricta en todos las entrevistas que me hacían. Entonces cómo Dinah podía estar aquí, cómo entre todas las personas que hay en Nueva York, tuve que toparme con ella?!

Llegamos a casa y llamé para pedir unas pizzas. Mi hija seguía enfurruñada conmigo, pero jugaba con Jillian como si nada, y eso en el fondo me tranquilizaba, ahora no estaba de humor para afrontar esto.

- Bueno Lauren... Me vas a decir qué ha sido lo que ha ocurrido en Coney?! - Me preguntó Keana sacándome de mis pensamientos.

- Eeh, qué? Yo... - Me frotaba la sien mientras apretaba mis ojos intentando aclarar mis ideas. - Ella.. ella era Dinah, mi amiga de la infancia, recuerdas?? 

- Sí... Ella era Dinah?! Y qué hace aquí?! 

- No lo sé... Tal vez haya venido a visitar Nueva York, y pues estábamos en un sitio bastante concurrido, no se... - Me dolía muchísimo la cabeza. - Keana, voy a acostarme.. Dile a Karla una vez hayáis comido que la quiero mucho...

- Lauren... Estás bien?! 

- Sí... Solo necesito descansar.. lo de anoche, hoy ver a Dinah y dejarla ahí sin decirle nada y teniendo tanto que decir... 

- Descansa...

Me marché sin decirle nada a Karla porque no quería contagiarle esta actitud a mi hija. Y me acosté en la cama, mirando al techo intentando no pensar en nada. 

- Mamii, mami. - Noté que alguien se colocaba sobre mi, y era mi pequeña. 

- Mamii no está. Quién es?! - Dije con los ojos aún cerrados.

- Soy su hija, soy su hija. - Decía mientras me daba pequeñas palmaditas en la cara y me miraba frente a frente.

- BUUUUUUHHHH!!! - Le dije dándole un susto tras haber estado en silencio unos minutos. 

- Que susto mamáááa jajajajajaja. - Mi pequeña tenía la cara iluminada por una gran sonrisa y eso era lo que me daba vida cada día, por ella tenía que animarme y eso no podía esperar.

- Jajajajaja... Qué haces aquí pollito??

- Vine a despertarte porque ya es muy tarde mami, son las 17 de la tarde y tu aún no has comido. Y tía Kean me ha dicho que debías comer algo o te pondrías malita y yo no quiero que te pongas malita, no otra vez... - Y noté como su cara se entristecía.. No era la primera vez que mis fantasmas se apoderaban de mi presente sumiéndome en las sombras.

- No mi amor, claro que nooo... No me voy a poner malita... Venga!! Deja de aplastarme o sino no me puedo levantar y vamos a comer algoo!! 

- Sííííííííí!! 

Salimos las 4 a pasear por las calles cercanas de nuestras casas, merendamos algo y nos fuimos a casa para cenar y ver un par de capítulos en NETFLIX las dos bajo la mantita. Revisé mi móvil para ver como se me presentaba la semana, y me acurruqué con mi pequeña. Ella era el sol de cada día, mi vida entera. Y así nos dormimos, hasta que al despertarme en el sofá la cogí en brazos y la llevé a su cama para que descansara. 

Me levanté como cada Lunes y empecé a prepararnos para ir a nuestras respectivas labores. Vestí a mi hija, que hoy estaba encaprichada en que quería ir con ropa muy de sport porque toca gimnasia en la escuela, aunque ella no podía hacerla por su bracito. Y al final tuve que hacerle caso, ya era muy cabezona cuando quería y esta vez no iba a ser menos.

La monté en su sillita del coche y la llevé al colegio, me despedí de ella y me marché a trabajar

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La monté en su sillita del coche y la llevé al colegio, me despedí de ella y me marché a trabajar. 

No tenía pensado hacer mucho hoy, ya que las cosas estaban en standby mientras esperábamos a que respondieran las distintas partes necesarias para empezar con la nueva colección de invierno. La mañana estuvo tranquila hasta hora del almuerzo, y entonces se volvió una locura, llamadas y más llamadas entrantes desde el teléfono del despacho, un desfile de trabajadores preguntando por las nuevas creaciones, los de marketing y publicidad buscándome para que fuese a dar el visto bueno a los pequeños modelos para esta temporada, y un sin fin de cosas más. 



Mientras Lauren atendía todo el bullicio del trabajo en Brooklyn una pequeña Karla, acompañada de su tía Jillian estaban camino al pediatra.

- Pasa. - Se escuchó una voz femenina tras la puerta. - Hola Karla.

- Hola señorita médico Camila... - Dijo Karla un poco ruborizada. 

- Qué haces aquí de nuevo princesa, no hace ni 4 días que has estado aquí... qué te ha pasado?! - Le preguntaba la médico a pequeña para que expresara su dolencia aunque ella ya sabía que pasaba.

- Es que... es que... hoy en el colegio, mucho niños, y yo.. y ellos me decía, y claro yo... no sé... y sabes?! hay un niño que me dice siempre que no puedo y yo sí puedo y mamá dice que sí que puedo y claro... yo quería hacerlo pero no podía y con la manita así no...

- eh eh eeeh, pequeña, esperaa... respira corazón... Vuelve a empezar. - La pediatra y Jillian se miraban sonrientes por ver a una pequeña avergonzada por su travesura y algo dolorida.

- Que un niño me dijo que trepase a un árbol y yo lo sé hacer muy bien, pero como tenía el brazo con la egcalola...

- Escayola corazón. - Le interrumpió para corregirle la médico.

- Pues me decía que no podía. Y yo pues la rompí y la arranqué y pues intenté subir, pero entonces me dolía y paré, y lloré, y ahora estoy aquí... - La niña miraba con cara triste a la profesora y se le estaba formando un pequeño puchero en los labios.

- No pequeñaa, no llores... ven aquí... - Le dijo la médico extendiéndole los brazos para consolarla. Y subiendosela al regazo le dijo. - Pero mira, si ya tienes la manita súper bien... Ahora te haremos una radiografía y miraremos si la pequeña fisura aún la tienes y si no la tienes puedo ponerte un vendaje más cómodo que hará que puedas hacer todo cuanto quieras, pero con cuidado...

- SÍÍÍÍÍÍÍÍ. - Respondía una emocionada Karla. - Doctorada, sabe que huele a gofrecitos con chocolate. - Le añadió Karla muy sonrojada. 

- Esta niña es un peligro jajajaja, discúlpala. - Añadió Jillian para defender a su sobrina postiza. 

- Jajajaja, tránquila... - Le dijo a Jillian. - Veo que eres una aduladora pequeña jajaja, tu también hueles bonito amor.

Y ambas médico y paciente se dirigieron a la sala de radiografías para revisarle la mano y recalcular su intervención para curarla.

Karla Jauregui (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora