Mar adentro

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Ya eran las dos y media pasadas y estaba paseando por el centro comercial desde la una más o menos echando un vistazo a las tiendas de ropa y cogiendo alguna idea, aparte de comprarme un par de cosas.

Me acerqué al Burguer que había aquí pero no veía a nadie, así que me senté en un banco cercano a revisar mi teléfono móvil y contestar un par de correos.

- Quién soy? – Noté que alguien me tapaba los ojos, y ese alguien era Camila.

- Enserio? – Respondí con una sonrisa. – Camila...

- MEC! Error! – Dijo ella divertida.

- Oh vaya... Déjame pensar... - Dije mientras me mantenía en silencio sin decir nada.

- Oh venga! Vale, está bien... soy yo... jajajaja, a que lo habías dudado por un segundo? – Dijo ello.

- Claro que no!! – Dije riendo con ella. La verdad es que estaba algo nerviosa pero a la vez me sentía muy relajada. – Vamos a comer... me muero de hambre... -Y empecé a dirigirme camino al burguer.

- Enserio vamos a comer en un burguer?! – Dijo Camila tomándome de la mano y soltándola rápidamente al fijarnos ambas en el contacto.

- Oh perdone señorita doctora... Se le subió el dinero a la cabeza? O se le bajó al estómago?! – Dije con tono irónico.

- Vete a la mierda!! – Dijo mientras caminaba y pasaba delante de mí en dirección al restaurante de comida rápida. – Quieres burguer?! Pues vamos a darnos un festín!! VIVA LAS GRASAS TRANS!! – Gritó y medio burguer se giró en nuestra dirección lo que me hizo apresurarme para colocarme a su lado.

Pedimos un montón de cosas, dos menús, extra de patatas, nuggets, queso con chile, y un cubo de alitas picantes, ya que Camila me dijo que finalmente pagaría el burguer la que menos aguantara sin beber mientras comíamos alitas.

Nos comimos el cubo entero sin beber ninguna de las dos, casi ahogándonos, y pronto se nos olvidó la competición preocupándonos más por manchar a la otra con la salsa picante que teníamos en nuestras manos por las alitas. Nos medio terminamos el resto de comida y lo botamos todo al cubo de la basura.

- Creo que voy a salir rodando... - Dije mientras me tomaba la barriga con la mano.

- Qué va!! Si tampoco hemos comido tanto... - Dijo Camila irónica haciendo que ambas riésemos.

- Gracias por la comida. – Le dije más seria mirándola a los ojos.

- Gracias a ti por querer comer conmigo. – Y ambas nos quedamos en silencio mientras caminábamos por el centro comercial sin rumbo alguno.

El silencio se alargó más de lo estrictamente correcto, pero tampoco se sentía tan incómodo. Más bien era un silencio que escondía muchas palabras que no sabían cómo salir...

- Oye Lauren!! Cuanto tiempo hace que no te recorres todo el paseo?? – Me dijo Camila cortando el silencio que nos inundaba.

- Qué?? – Dije sorprendida. – No sé... Bastante... Por?

- Vamos ven!! – Dijo ella tomándome de la mano y arrastrándome hasta un puesto de patinetes eléctricos de esos que se mueven con el peso del cuerpo. – Dos por favor!! – Le dijo Camila al señor que tenía el puesto.

- Con o sin manillar?

- Con con!! – Interrumpí a Camila que era capaz de cogerlos sin.

- Con por favor!! – Dijo Camila con una amplia sonrisa y mirándome a mí como una niña pequeña a punto de recibir un regalo.

Nos pusimos los cascos que eran obligatorios y ambas nos subimos a los patinetes eléctricos y Camila salió corriendo de allí y yo con cuidado intenté seguirla.

- Vamos lenta!!!!! – Gritaba Camila a 100 metros de mi por el paseo marítimo.

- VETE A LA MIERDAA!! – Le contesté con una sonrisa y luego me percaté de que había más gente en la playa.

Seguimos con los patinetes por toda la costa hasta llegar al final del paseo donde ya no se podía seguir y eran todo piedras que entraban hacía el mar.

- Vamos? – Preguntó Camila con cara de niña a punto de hacer una travesura.

- Esto no es todo terreno Camila...

- Lauren... Obvio jajajaja. Vamos hasta el final, los patinetes los dejamos aquí...

- Y si los roban?

- Los pagaré! – Dijo bajándose de su patinete y tendiéndome la mano para que se la tomase y la siguiese por las piedras.

Era un poco costoso caminar por las piedras, pero con un poco de cuidado y ayudándonos mutuamente pudimos llegar hasta el final. Nos sentamos en las rocas más altas y aquello era precioso.

A todos lados se veía mar, y tras nosotras la costa. Había como unos 500 metros de piedras hacía adentro del mar, y las olas golpeaban con fuerza la punta que había más delante de nosotras, haciendo que algunas gotas nos llegasen a mojar.

- Wow!! – Dije con una sonrisa enorme y los ojos iluminados.

- Wow... Eso mismo digo yo... - Dijo Camila mirándome a mí con una sonrisa vergonzosa en los labios.

- Camz... - Le dije golpeándola suavemente en el hombro por el piropo encubierto.

- Qué?? Solo digo la verdad! Hacía tiempo que no veía algo tan hermoso... casi un año a decir verdad... - Y negué con una sonrisa en los labios.

- Tengo frío... - Dije mientras me frotaba los brazos. La brisa del mar aquí era más intensa y el sol empezaba a esconderse.

- Ven! – Dijo Camila rodeándome con sus brazos. Y aunque yo era más grande que ella, en ella encontraba un buen refugio contra el frío y contra el mundo.

Nos quedamos en silencio acurrucadas, mientras mirábamos la grandiosidad del mar. Y podía escuchar los latidos del corazón de Camila más acelerados que de normal yal mirarla desde abajo pude ver que en su mejilla rodaba una lágrima.

- Estás bien? – Le pregunté. Todo esto era bastante difícil? Irreal? No sabría cómo calificarlo.

- Sí... - Dijo ella mientras se borraba la lágrima que tenía.

- Y esa lágrima?

- Todo esto es demasiado bonito... Demasiado para mi... para lo que me merezco... – Y otra lágrima brotó de sus ojos.

- No Camz!! – Y me incorporé para borrarle el par de lágrimas de sus ojos. – Solo te voy a decir esto una vez más, y no quiero que vuelvas a culparte de nada, está bien?!

- Sí...

- Dame tu presente y tu futuro incierto, y que el mundo nos recuerde por soñar despiertas... Porque debemos navegar siempre hacía mar adentro, hacía lo desconocido, y si alguna vez te pierdes solo mira adentro... - Y le apunté al corazón.

Y al levantar los ojos de su pecho donde había apuntado chocó sus labios con los míos, y un beso con sabor a sal, por las gotas que nos salpicaban, la brisa del mar, y las lágrimas que ya no sabía si brotaban de mis ojos o de los suyos, hizo que todos los pedacitos rotos de nuestros corazones se reconstruyesen uniéndose en uno solo.

Lo noté, y sé que Camila también lo notó.

Estuvimos besándonos, no sé si fueron 5 minutos o 5 horas. Pero cuando acabamos en nuestros ojos no se reflejaba ni pizca de duda. Esto era lo que elegíamos, a pesar de todo, a pesar del mundo y de toda nuestra historia...

- Toma mi presente, y mi futuro incierto... Quemaremos juntas el pasado, para resurgir de las cenizas como el ave fénix... - Y me volvió a besar con más ganas, con más fuerzas, y con la pasión que siempre me había demostrado.


Karla Jauregui (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora