Miami

10.4K 618 29
                                    

PoV Camila

"Regresa a mí, quiéreme otra vez, borra el dolor que al irte me dio cuando te separaste de mí... Dime que sí, yo no quiero llorar, regresa a mí..."

*Toc, toc, toc* Camila, baja la voz por favor... - Dijo mi madre del otro lado de la puerta. – Está bien que escuches opera para ti, pero no para medio barrio y menos en un lugar como este... - La escuché suspirar cuando bajaba la voz del altavoz de mi ipod – En fin Camila, la comida ya está servida...

Había pasado un mes desde que dejé Nueva York para volver a Miami con mis padres. Triste pero cierto... Había dejado con Lauren todo, mi vida, mi ilusión, el idilio de una "familia" feliz, incluso el trabajo... Y ahora me encontraba viviendo en mi barrio de siempre, del que siempre había huido, haciendo lo de siempre, osea nada, y viendo pasar los días luchando contra un corazón roto y contra todos los inputs negativos de este barrio.

"No me abandones así, hablando solo de ti, ven y devuélveme al fin la sonrisa que se fue... Una vez más tocar tú piel, haciendo suspirar, recuperemos lo que se ha perdido..."

Volví a iniciar la canción de Il Divo, y la letra era como un dedo que se hundía profundo en la gran herida me había causado yo misma en el corazón. Evitando que sanase en lo más mínimo, porque me sentía culpable de todo, y necesitaba lastimarme más aún de lo que ya estaba para perdonarme a mi misma por cagarla así.

Hacía una semana que había enviado ese paquete a Lauren, y tras revisar una y mil veces la trayectoria del paquete por internet, sabía de sobra que había llegado a su destino y que ahora todo estaba en manos de Lauren... Pero era normal... Cómo iba a perdonarme, si ni yo misma lo hacía?

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­









- Mila?!! Camila?? – Me sobresalté y miré a mi hermana sentada frente a mí. – Que si quieres algo más... - Dijo con cara de circunstancia mientras miraba de reojo al camarero.

- Oh no... no, no, gracias... - Dije excusándome y el camarero se marchó.

- Camila qué te pasa?! ... - Me preguntó Sofi. – Sé que algo te pasa... Has vuelto a casa después de tanto tiempo cuando todo te iba perfectamente en Nueva York... Y andas como un zombie por la vida... - Suspiró y me tomó de las manos. – Te quiero sabes?! Y te he echado muchísimo de menos... Pero creo que te prefiero lejos y como tú eres que aquí y así...

Sonreí tristemente ante su último comentario y di un sorbo al café solo, haciendo una cara rara.

- Bagh! No le puse el azúcar... - Dije repitiendo la mueca y tomando el sobrecito de azúcar.

- Ves lo que te digo... - Añadió Sofía negando con la cabeza... - Piensas contarme algo?? Ya no soy una niña Camila...

- Jajaja... Pequeño renacuajo... Siempre vas a ser mi niñita pequeña... - Dije frotándole la cabeza y haciendo que ella se apartara enfurruñada.

- Vete a la mierda sabes?! ... Crees que no sé qué te pasa? Qué mamá no lo sabe? O papá? ... No seas estúpida... -Y la miré fijamente levantando las cejas incrédulas. – Has conocido a alguien y te ha roto el corazón... Es obvio... Canciones de amor desolado a todo volumen... Ruidos en tu habitación hasta altas horas de la mañana, claro signo de insomnio... Apatía constante... Sigo?

- Déjalo... - Dije haciendo una mueca de tristeza.

- Y no me lo piensas contar verdad?? – Y negué con la cabeza. –Claro... Porque tú eres así... Eres Camila Cabello... La que no necesita a nada ni a nadie no?... Por supuesto... - Añadió con un tono irónico. – Pues sabes que te digo... que no sé quien será esa chica Camila... Pero ninguna mujer, ni ningún hombre se merecen que lo dejes todo por ellos... Y sin más dilación me voy a clase que llego tarde. – Y se levantó para salir corriendo en dirección al instituto.

Me bebí el café en dos tragos y salí de la cafetería con ganas de pasear un poco. Habían pasado 4 meses ya y nada había cambiado... Ni rastro de Lauren, ni rastro de mi vida pasada, ni si quiera una noticia de Dinah o Taylor... Qué quería si había decidido cambiar hasta mi número de teléfono para evitar algo innecesario como llamadas de despecho a las tantas de la mañana, o reproches de unas amigas que ya no podían entender más esta historia...

Tomé una fuerte bocanada de aire apoyada en la pared que separaba el paseo marítimo de Miami de una de sus playas, y mirando al mar presioné aquel botón mental que te hace cambiar el chip y empezar de nuevo, recoger todos los pedazos rotos de corazón en el suelo y recomponerlos. De volver a trabajar, a socializar, a sonreír...











- Debez aplendel... dixe la cansion... - Cantaba la pequeña Leila mientras le revisaba los oídos.

- Has visto la bella y la bestia verdad pequeña?! – Le pregunté con una sonrisa.

- Xii... - Asintió la pequeña de dos años y medio, y volví a sonreír.

- Todo sigue bien señora Stanford, su hija en breves volverá a escuchar perfectamente ya que los moquitos que tenía en las cavidades auditivas ya están a punto de desaparecer.

- Muchas gracias doctora cabello, es usted estupenda. – Me respondió la madre de Leila. – Venga vámonos pequeña... Despídete de tu doctora. – Y ambas se marcharon.

Hacía 6 meses que había trasladado mi plaza al centro de salud de Miami, al que más cerca estaba de mi barrio "la pequeña habana", y trabajaba feliz des de prácticamente el primer día, todos los días.

Los pequeños que venían al centro de salud me recordaban tanto a mí de pequeña, a mi hermana y mis primos, y esas madres con pocos recursos, el verlas felices por ayudar a sus pequeños sin importarte nada, si luego pagarían o no los recibos médicos, era la satisfacción más grande que podía tener cada día.

El tiempo había pasado muy rápido des de que volví a Miami, y la navidad estaba ya a la vuelta de la esquina aunque en Miami no pareciera. Y esta era la fiesta perfecta para agradecerles tanto a mis padres y mi hermana regalándoles alguno de esos caprichos que ellos por si solos no podían costearse.

Terminé mi turno de trabajo y antes de volver a casa decidí pasarme por el centro comercial y mirar un poco las tiendas para darme algún capricho con algo de ropa, y mirar que podía comprarles a mis padres y a mi hermana.

Entré en Zara que era mi tienda predilecta para todos los casos y sabía que allí iba a encontrar vestidos básicos para las comidas y cenas familiares de estas navidades, aunque luego tendría que aguantar a todos los de mi familia llamarme pija adinerada... Pero ese era mi estilo, así que.

Estaba buscando mi talla entre los vestidos rojos que colgaban de un burrito en mitad de la tienda cuando alguien me empujó haciendo que perdiese el equilibrio y cayese sobre mi culo y tirase sobre mí el burrito.

- Perdone señora... - Vi a una niña con un moño disculpándose mientras me quitaba de la cara los dos vestidos que me tapaban la vista.

- Karla!! Pero qué has hecho?! – Y no podía creer lo que vi al levantar los ojos. Ahí estaba Lauren después de casi un año mirándome perpleja de igual modo que la miraba yo. – Oh, lo siento tanto... - Dijo Lauren recogiendo el burrito y empezando a colgar prendas en este, mientras las dependientas de Zara se acercaban a nosotras para ayudarnos.

- Estoy bien, estoy bien... - Dije mientras una de las dependientas intentaba levantarme. – Puedo sola, gracias... - Y me levanté.

- Lo siento mucho... - Repitió Lauren mirando a las dependientas y a mí. – Pagaré lo que sea por los desperfectos... - Y las dependientas sonreían algo furiosas mientras negaban con la cabeza como queriendo decir que no pasaba nada.

Entonces como en un abrir y cerrar de ojos, Lauren tomó del brazo fuerte a Karla y desaparecieron por la puerta de Zara. Y yo me quedé ahí perpleja de pie y mirando por donde se marchaban.

Karla estaba tan mayor, y Lauren... Oh Dios mío... por qué?

Karla Jauregui (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora