Mal humor

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La imagen del espejo me mostraba la misma realidad de cada día, era penoso, me sonrió cruelmente mientras dejaba el cepillo de dientes sobre el lavabo, junté las manos para coger un poco de agua del grifo y me rocié la cara con ella. El sueño que tenía cada noche desde que había tenido el accidente de coche con aquel tal Patrick, me había echo despertarme a las cuatro de la mañana. Un cuadro con una caja dorada dentro. ¿Por qué soñaba con aquel cuadro?, ¿Qué significaba aquello?, ¿Estaba loco?, probablemente sí, pero pese a mis esfuerzos no podía evitar soñar con aquello todas las noches, tenía que significar algo y tenía que averiguar el qué, ¿Dónde estaba?, en mi casa de Tucson, seguro que no, no lo había visto en ningún museo y de haberlo echo, ¿Qué tenía de especial para que solo aquel recuerdo permaneciera en mi mente, cuando todo lo demás se había olvidado?, tampoco lo había estudiado en arte en el instituto, me encantaba el arte y de haberlo echo me acordaría seguro.

Suspiré y salí del baño a toda prisa.

Aquella mañana diluviaba cuando Rever tocó el claxon, que me avisaba que ya llevaba cinco minutos esperándome en el coche. Cogí la lista que Peter me había preparado y dejado encima de la mesa y salí a la lluvia con el paraguas más viejo que teníamos encima de la cabeza. No pretendía que me tapara de la lluvia, pensar eso sería una estupidez ya que tenía más agujeros que un queso gruyer, pero algo me resguardaría.

Abrí primero la puerta de atrás para dejar el paraguas y luego la de delante para dejarme a mí. Rever no se inmutó siquiera, por una parte ya estaba acostumbrado a esperarme y por otra, no era parte de su carácter enfadarse por "pequeñeces", decía siempre que le preguntaba porque nunca se enfadaba por nada. Aquella mañana cuando sus ojos azules me miraron sabía que algo no iba bien, yo le conocía mejor que nadie.

-¿Qué ocurre?-pregunté mientras buscaba el cinturón sin mucho acierto.-Si es por lo de ese tal Patrick, no estoy enfadado por que me hayas ocultado que estaba en la ciudad, si es amigo tuyo no me importa.

No dijo nada, se limitó a negar con la cabeza, luego cogió la punta de metal de mi cinturón y lo abrochó, para luego encajar el suyo y arrancar el coche.

-Vale-concluí.

No dijimos nada más en todo el camino. La verdad es que aquel tipo que decía haber tenido una relación conmigo, no me daba buena espina. Había sido amable conmigo desde que le había visto por primera vez, pero tenía algo que me hacia sospechar. Le había dejado claro que él y yo no éramos ya absolutamente nada, no era mi tipo, pero parecía querer pertenecer a mi vida a toda costa. La verdad es que a mí, mientras no fuera un psicópata asesino y no metiera en problemas a Rever, su presencia me daba igual. El letrero ennegrecido del aparcamiento del supermercado se dejó ver siete minutos más tarde, como casi siempre aparcamos en la plaza número diez.

-¿Qué tal la fiesta de anoche?-le pregunté, aun sabiendo por su cara que no había salido como él esperaba. El chico había insistido para que yo saliera con él, pero me había negado en rotundo en cambiar mi calentito pijama de franela por el frío de ir de fiesta a la casa de yo que sé quien.

-Bien- dijo mientras cerraba la ventana, recogía el espejo y apagaba la radio, dejando un silencio muy incómodo entre los dos que no estaba dispuesto a permitir.- Genial, en realidad.

-Ya.

-Está bien, está bien, jolín- se desabrocho el cinturón, recogió las piernas en el asiento y se volvió hacia mí- Rompí con Aura.

-¿Por?

-Ya cuando llegué a la fiesta de ese tonto de Mike Roller, ni siquiera me presentó, se limitó a liarse conmigo a escondidas y a ignorarme en público- hizo una pausa para coger aire y contener las lágrimas que estaban a punto de derramarse por las comisuras de sus ojos.- Luego, Mike que estaba bastante borracho, empezó a meterse conmigo, y nos peleamos.

Pequeños TesorosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora