El simple susurro de una respiración acompasada que no era la mía me despertó poco a poco. Primero abrí los ojos varias veces para acostumbrarlos a la luz solar que entraba por unas de las persianas subidas de aquella habitación. Luego poco a poco y sin hacer ninguna clase de ruido que pudiera llamar la atención hacia mí me incorporé sobre la cama. Me sorprendió que la habitación no fuera demasiado grande. Eso si, era todo extremadamente de color rosa. La habitación era un cuadrado totalmente exacto. Una ventana con cortinas rosas que arrastraban por ambos lados, me dieron la bienvenida desde enfrente de la puerta. Tan solo había un tocador de madera con cosméticos desparramados encima y una cama con sabanas blancas, sobre la que estaba acostado tan perfectamente impoluto que parecía que había estado muerto. Había un chico allí a los pies de la cama, sentado en un sillón de estilo real de color rojo, con las manos sujetando la cabeza, él era quien hacía aquellos ruiditos al dormir. Me levanté de la cama y me acerqué un poco más hasta aquel chico. ¿Qué estaba haciendo de nuevo allí con ellos?, ¿Por qué La Orden me había cogido de nuevo y en que momento?, ¿Dónde estaba Patrick y Danny y Reccelen?, lo último que recordaba era haberle dicho que sí a Patrick, haberle dicho que quería casarme con él, en el asiento de atrás de un coche, tras la muerte de Ben. Ahora estaba de nuevo en una habitación custodiado por Farah, el chico con cara de niño bueno e inocente que me había roto varios huesos de mi cuerpo sin ninguna piedad. Me acerqué con mucho cuidado y le miré a la cara con odio. ¿Cuándo iba a acabar todo aquello?, ¿Cuándo podría sacar por fin ese sentimiento tan horroroso de dentro de mí?
Quise arrearle un puñetazo en la cara por todo el daño que me había echo con anterioridad, pero sin embargo me contuve, sabía que aquello no era lo más adecuado en aquel momento.
Me dirigí a toda prisa hasta la puerta y me dí cuenta de que me dolían las piernas, ¿Acaso estaba enfermo?, no me sentía muy bien, me dolían los músculos, estaba sudando frío y la cabeza me daba vueltas en algunos momentos. Por un momento, antes de salir, me miré de arriba abajo, llevaba puesto un pijama de franela de color azul celeste y blanco de manga larga, que estaba completamente seguro que no era mío, yo jamás me habría puesto nada tan horroroso. Iba descalzó.
Abrí la puerta con sumo cuidado y salí al pasillo cerrando la puerta tras de mí. Las paredes de aquel pasillo eran totalmente de color rojo, los pasillos estaban abarrotados de cuadros de verdes paisajes, de modelos desnudos y desnudas, de frutas desconocidas y de muchas otras cosas y junto a cada cuadro una puerta de madera de color azul. Me apresuré a cruzar el pasillo y me asomé a la abertura de una pequeña escalera. No era muy grande, apenas tenía unos cinco o seis escalones. No había nadie. En apenas unos segundos ya estaba abajo y me dirigía hacia una puerta de doble hoja de madera oscura que supuse que sería la de la entrada, y me lancé contra ella.
-Buenas tardes-dijo una voz que reconocí de otra ocasión.-Me dí la vuelta antes siquiera de poder coger el pomo de la puerta. El chico al que Uve y Ben habían llamado Andrew, estaba frente a mí desde el otro lado del corredor y en apenas unos segundo más me vi rodeado por varias personas más que salieron al oír su voz de diferentes estancias de la casa.
-Está cerrada, a si que no te molestes-añadió a continuación.
No sabía que estaba haciendo allí, ni con esa gente, a si que antes de saberlo preferí guardar silencio.
En la sala éramos ya seis personas. Andrew, dos mujeres rubias y dos hombres, uno grande y fuerte, que se parecía al negro del equipo A, y otro bajito y con gafas que levantó una tableta de color gris y me sacó sorprendentemente una foto. Y en medio de todo ellos yo.
-Veo que ya te encuentras mejor-las palabras de Andrew, me hicieron confirmar que efectivamente había estado enfermo. Seguramente como consecuencia de ello era que no recordara nada. Pero mi presencia allí y vivo, quería decir que la guerra que se había empezado la noche anterior no estaba definida aún, si estaba allí era por que necesitaban algo de mí.
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Pequeños Tesoros
Teen FictionHa estallado una guerra, una carrera a vida o muerte entre los Custodios y los Hijos de Epimeteo por conseguir la ansiada caja de pandora. La clave para conseguir su objetivo es un buscador que no recuerda que es buscador. Ultima parte de la trilogí...