Locura

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-Oye en cuanto a lo de esta mañana, me he comportado como un idiota, no pretendía que te sintieras mal-habló de nuevo Patrick mientras se acercaba más a mí.

En aquel momento pasé por alto tan desafortunado comentario, que me recordaba la desafortunada vergüenza que había pasado aquella mañana, para adelantarme hasta donde estaba mi Hermano y llevármelo de la mano hacia el otro extremo de la solitaria carretera.

-Tranquilos-dijo de nuevo.-Hablar tranquilos como si no diluviara sobre nosotros.

Tanto Rever como yo no solo no le hicimos caso, si no, que ni siquiera nos molestamos ni en volvernos a mirarle, ni tan siquiera en contestarle. Tenía en mente un discurso preparado sobre los motivos de porque no era buena idea que aquel chico nos llevara. Pero él ni siquiera me dejó hablar.

-Riley no tienes que ser su amigo, ni su novio, ni tienes que decidir nada ahora mismo, solo son veinte minutos montados a su lado-empezó a hablar.-Luego le damos las gracias y adiós.

-Pero...

-Se que no te parece un buen chico, y no tiene que hacerlo, pero no quiero mojarme más.

En aquel momento todos mis intentos se derrumbaron y la verdad es que mis argumentos tampoco es que estuvieran sustentados en pilares de buenas razones, tan solo era que no me daba confianza y sobre todo tenía un mal presentimiento sobre aquel chico "tan simpático".

-Hazlo por mí-me suplicó.

-Está bien.

Los dos nos metimos en el coche con Patrick Collins, Rever delante más cerca de la calefacción a chorro que salía del salpicadero y yo detrás de él. El chico me había ofrecido la puerta del copiloto, pero la había declinado sin que pareciera ofensivo muy deprisa. Mientras yo pensaba, los chicos hablaban. El trayecto se hizo un poco más largo de lo que yo pensaba. Veía al chico mirarme por el espejo retrovisor muy a menudo. Quise decirle que debía mirar hacia la carretera en vez a mí, pero no quise hablar más de la cuenta. Yo tampoco podía dejar de mirarle ni un segundo sin saber muy bien por que lo hacía. El coche paró en seco y entonces me dí cuenta de que habíamos llegado.

-Gracias por traernos-le dijo Rever a Patrick. Luego los chicos chocaron las manos en señal de coleguismo.

"Tiene que ser difícil ver como la persona que amas no se acuerda de ti", las palabras de mi amiga no hacían más que golpearme la mente desde que el coche se había detenido. El chico mentía. Había propiciado el encuentro en el súper y estaba totalmente seguro de que nos había estado siguiendo hasta la casa de mi amiga, por no mencionar el hecho de que hacia unos días él al igual que yo estaba en Tucson y ahora estaba allí.

Mi hermano ya había salido a la lluvia, yo seguía allí dentro todavía pensando.

-Voy enseguida-le dije.

Mi hermano miró a Patrick que se había quedado tan extrañado como él y continuación introdujo la cabeza dentro del coche y me miró de nuevo.

-¿En serio?-inquirió.

-Ahora voy-concluí.

Mi hermano cerró la puerta del coche y comenzó a caminar hasta la casa. Las luces ya estaban encendidas por lo que supuse que Peter y Víctor ya había regresado de su excursión de pesca. Patrick se giró sobre su asiento para quedar de cara a mí que estaba acomodado en la parte trasera del Volvo. Guardamos silencio durante un momento. Él expectante a lo que tenía que decir y yo sin saber como decirlo.

-¿Nos has estado siguiendo?-le pregunté.-Por favor no me mientas.

El chico agachó la cabeza y luego me miró a los ojos decidido.

Pequeños TesorosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora