Me encontraba sentado en un banco de piedra que había frente al caserío en el que nos habíamos alojado con otras diez personas más. Los Custodios se habían repartido en varias casonas grandes como aquella en el pueblo de Delfos. Ya era de noche de nuevo y sostenía en mis manos un boceto muy pobre de aquellas preciosas vistas al monte Parnaso, que había dibujado con un lápiz desgastado sobre un pedazo de papel medio roto por las esquinas.
Habíamos aterrizado en el aeropuerto de Atenas a las siete de la tarde y de allí habíamos cogido un autobús en la terminal B en la 260 de Liossion Street a las siete y media. Nos habíamos acomodado en los últimos asientos. Yo pegué mi cabeza contra el cristal dispuesto a ver todo el paisaje posible durante las tres horas de trayecto. El autobús tomó la autopista E75 en dirección Lamia, ponía el cartel de hierro. Tomó la salida de Castro cruzando en ello Lavedia y el bonito pueblo de montaña, Arachova, hasta llegar a Delfos.
Yo me había quedado maravillado con el paisaje de aquel pueblo situado a la ladera sur del monte Parnaso. Con sus casa blancas con ventanas de diferentes colores. Aquello era como la obra de algún famoso pintor impresionista. Con un inmenso lago a los pies de aquellas casas. Todo aquel escenario de una próxima guerra era precioso para que albergara semejante fin.
-¿En que piensas?-preguntó Patrick con una taza de café en la mano. Debía de ser media noche, por lo que todo el mundo estaría ya durmiendo.- ¿Puedo verlo?
-No es muy bueno-le dije tendiéndole el pedazo de papel.
El chico se quedó mirándolo durante un minuto entero y yo mirándolo a él.
-Eres impresionante-dijo sin mirarme.-Solo tú eres capaz de dibujar tal maravilla en un pedazo de hoja.
-No es para nada impresionante, solo son cuatro líneas mal hechas y unas cuantas sombras.
-Mañana empiezan los entrenamientos, apenas gozamos de dos días de ventaja, pero apuesto a que ya hay algunos miembros de La Orden, rondando por aquí-comunicó.-Siento tener que dejarte solo varia parte del día, pero...
-No te preocupes-le dije. La verdad es que siempre me sentía un poco vacío cuando Patrick estaba lejos mucho tiempo, pero tenía que reconocer que aquello me venía muy bien para mi propósito.-Reccelen se ha ofrecido para acompañarme.
Reccelen y él eran los que más horas de combate tenían y los que estaban dispuestos a dar lecciones de defensa y ataque a todos los demás.
-Me turnaré con ella para no dejarte solo-me dio un beso en la cabeza desde detrás del banco.
-Bryce-dijo con dulzura deslizando un dedo por mi brazo.-Estoy cansado, ¿por qué no vamos a la cama?
Eché la cabeza hacia arriba y le miré a la cara con el cuello casi vuelto del revés. Su mirada era de picardía nuevamente.
-Pues ve a dormir-dije suavemente.-Te hará bien descansar, mañana será un día muy duro.
El chico cambió el gesto y se puso colorado. Luego se mordió el labio inferior, carraspeó y habló de nuevo.
-Bueno yo estaba pensando que...-el chico se paró y comenzó a acariciarme los hombros para ir bajando poco a poco hasta mi pecho.-Quizás para relajarnos un poco y poder dormir podíamos..., no sé.
-¿Dormir?-bromeé, me quité sus manos de encima con dulzura y me levanté del banco y caminé hasta estar frente a él.
El chico me echó una mirada frívola.
-¿Es lo que quieres decir no?, Qué estás cansado y quieres dormir, ¿es eso?
-Eres...
-¿Guapo?, ¿inteligente?, ¿atractivo?, ¿gracioso?
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Pequeños Tesoros
Roman pour AdolescentsHa estallado una guerra, una carrera a vida o muerte entre los Custodios y los Hijos de Epimeteo por conseguir la ansiada caja de pandora. La clave para conseguir su objetivo es un buscador que no recuerda que es buscador. Ultima parte de la trilogí...