La chica se lanzó contra la puerta como una bala y yo tardé dos segundos en levantarme de la cama y salir pitando tras ella.
-¿Qué ocurre?-le pregunté asustado. Los golpes y ruidos que sonaban no eran nada normales, es más parecía que se estaba produciendo un terremoto en la parte de abajo.
Reccelen abrió la puerta y salió al pasillo de un salto.
-Tú quédate aquí-me ordenó.
No tenía ninguna intención de obedecerla, a si que en cuanto me cercioré de que había desaparecido completamente la seguí hacia abajo.
Salí de la habitación hacia el pasillo, me detuve en seco y me tuve que hacer a un lado rápidamente, las paredes del pasillo estaba ardiendo en su mayoría. Retrocedí y corrí hacia le otro extremo. Por la otra parte había una escalera exactamente igual que la que daba al salón, pero aquella daba a una pequeña cocina decorada en gris y negro. La crucé sin mucho esfuerzo y asomé la cabeza por el arco que daba al salón principal y que yo había visto anteriormente de frente desde el sofá negro.
Una vez en el borde del arco, pude ver como la gente que antes no se había inmutado por el trato que Andrew me había dado, miraban expectante hacia la puerta, mientras las llamas alumbraban la entrada del pasillo como si estuviera lleno de antorchas. Aquellas llamas tan pronunciadas me impidieron ver de quien se trataba. Por un momento todo la estancia fue un autentico caos. La gente gritaba, los sofás volaban por el aire, las mesas repletas de té, caían al suelo derramando el líquido sobre el suelo, los trozos de madera de las mesas estallaban contra la pared, toda la escena era divertida. Por lo menos para mí, lo era.
La gente empezó a desaparecer y agruparse alrededor de Andrew quien quedó al frente de la fila, como un día lo había estado Ben. Allí había ya muchas más personas de las que había habido aquella mañana cuando yo estuve allí.
-Voy a matarte-escupió Andrew.-Te lo juro.
-O te mato yo- aquella voz me trajo de nuevo el alma al cuerpo, la hubiera reconocido en el más absoluto bullicio y en la más absoluta oscuridad, aún no le había visto la cara, pero sabía a ciencia cierta que era Patrick.-Pero eso son planes que tendremos que posponer para después.
Estuve a punto de llorar de alegría al escuchar su voz y quise salir de allí y correr hasta sus brazos, pero desde donde estaba no creí que fuera muy buena idea y mucho menos que tuviera la oportunidad de llegar ni hasta la mitad del salón sin ser derribado. Vereena me había mentido, el por que, supongo que quería que yo sufriera por Patrick lo que ella había sufrido por Ben.
La llamas que invadía el pasillo ya habían empezado a desaparecer, para empezar a convertirse en destellos de luz bastantes débiles. Salí de allí agachado y rápidamente me deslicé bajos el piano de cola blanco que quedaba en un rincón. Entonces le vi, vestido tal y como yo le había conocido, vaqueros y chupa de cuero, miraba desafiante hacia delante con una sonrisa en la cara, era una sonrisa amarga, pero una sonrisa al fin y al cabo.
-A si que eres un asqueroso miembro de La Orden-escupió Patrick con desprecio.- ¿Dónde está?
Detrás de Patrick estaban Danny y Reccelen con sus brillantes llaves doradas prendidas al cuello. Los del otro bando, los enemigos eran unos cuantos más, pero estaba seguro que en posesión de dos de las tres llaves de Pandora, nuestros enemigos no tenían nada que hacer.
-¿Quién?-inquirió Uve con maldad.- ¿Te refieres al Buscador o a tu juguete sexual?
Patrick la taladró con la mirada y dio un paso al frente, Reccelen lo detuvo con una mano y yo me alegré de que lo hiciera.
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Pequeños Tesoros
Teen FictionHa estallado una guerra, una carrera a vida o muerte entre los Custodios y los Hijos de Epimeteo por conseguir la ansiada caja de pandora. La clave para conseguir su objetivo es un buscador que no recuerda que es buscador. Ultima parte de la trilogí...