Tortura

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Con la mejor ropa de invierno que había traído desde Tucson, me apalanqué sin mucho entusiasmo en el marco de la puerta, mientras esperaba a que Rever terminara de baja de una vez por todas, la escalera y se reuniera conmigo para poder cumplir con el compromiso de ir a la disco, en el que nos había envuelto mi amiga aquella misma mañana.

-Tened cuidado-advirtió mi padre con los brazos cruzados desde el arco que separaba la cocina del salón.

-Descuida.

Habíamos hecho la tradicional cena de Noche Buena. Pavo asado y puré de almendra. Como todos los años ya todo estaba preparado para recibir el día de navidad. Las luces estaban puestas, el árbol adornado y los regalos bajo este.

-Por fin-dije cuando mi hermano asomó la cabeza por la parte superior de la escalera. Estaba especialmente guapo. Se había puesto camisa y se había engominado el pelo hacia un lado. El aroma a perfume me embriagó cuando estuvo lo bastante cerca como para poder olerlo bien.

-¿Qué?-me dijo con sorna adivinando mi mirada furtiva.

-¿Una cita?

El chico no contestó, se limitó a despedirse de Peter y salir a la calle a toda prisa, yo le seguí hasta el coche. El frío intenso de otra noche cubierta impactó contra mi cara en cuanto cerré la puerta de casa tras de mí. En apenas cuatro zancadas me metí en el coche. Rever arrancó y nos marchamos.

Habíamos quedado con Eve en el aparcamiento del club, ya que este quedaba justo a medio camino de ambas casas.

-¿Cómo se llama?-pregunté dándole un aspecto normal a la conversación.

-¿Quién?

-La chica. Aquella rubia que te abrió en casa de Patrick-sentí el amargor al nombrar al chico de nuevo en mi garganta. Rever me miró extrañado.-Vamos no creerías en serio que me he tragado lo de que ibas a visitar a tu amigo.

-¿Cómo lo has sabido?-inquirió molesto.

-Soy tu hermano y te conozco-dispuse.-Además llevas demasiado perfume.

-Reccelen, así se llama-aceptó al final.

-Extraño nombre.

-Es extranjera-añadió mi hermano de inmediato.

-¿Y vais en serio o que pasa?-le pregunté de nuevo.

El me miró cabizbajo y yo supe que había algo que no me estaba contando.

-No somos nada, pasa de mí. No creo que yo le guste.

-No seas ridículo-yo hablé y el chico se pasó la mano por el ya largo pelo negro y se lo alisó antes de salir del coche al encuentro con nuestra amiga.

-Es la verdad.

Le di alcance a los pocos segundos y le agarré la mano mientras caminábamos.

-¿Te ha dicho ella acaso que no le gustas?

Mi hermano negó con la cabeza y suspiró.

-No-mintió con tanta soltura que de ser otra persona en vez de yo, se lo habría creído de inmediato.

-Ni has hablado con ella, ¿verdad?

Rever se encogió de hombros para darme la razón mientras sonreía avergonzado.

-No se si sea buena idea que pasemos tanto tiempo juntos, empezamos a parecer un matrimonio.

No esperaba grandes cosas aquella noche, tan solo dejar de pensar durante unas cuantas horas, y por lo menos los comentarios de mi hermano me hacían reír.

Pequeños TesorosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora