Capítulo 9

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Estábamos caminando por el bosque. Los árboles tapaban el sol fuerte del mediodía. Julem había convencido a mis padres de traerme. Escuché una rama romperse y estaba segura de que no había sido Julem y menos yo.

Alcé la mirada y lo vi. Corrió hacia mí con los ojos amarillos y luego cayó a mis pies.

Eso no era humano, estaba segura de ello. Aunque tenía un gran parecido a uno. Yacía inmóvil ante mi. Muerto.

El cuerpo aparentaba 17 años. El pelo negro azabache tapaba sus ojos que anteriormente habían brillado del más fuerte amarillo. Su piel blanquecina se había apagado cuando el perdigón atravesó su corazón.

Mi cuerpo no reaccionaba. Quería correr lo más lejos posible de allí. Pero no era capaz. Las lágrimas salían sin control de mis ojos. Mi boca estaba abierta mientras de ella salían alaridos inhumanos. Me recordaban al grito de una banshee, esos seres de los que había leído cuando era pequeña.

A mi alrededor todo iba a cámara lenta. Julem se acercó a mi derecha y golpeó mi brazo. Yo no me moví, solo me tambaleé un poco por el golpe. Al ver que seguía quieta, colgó la escopeta sobre su hombro y cogió mi brazo. Me arrastró lejos de aquel cuerpo. Lejos de la sangre del color del mercurio. Lejos del alienígena.

—Trid...- volvió a llamarme— te iba a atacar.

—Sí, lo sé— respondí fría mientras mantenía la mirada en la piedra que tenía en frente.

—Relájate...— dijo acariciando mi brazo.

Un destello. Una imagen.

Era Julem, luchando. Pero no era un alienígena. Era un chico que le doblaba el tamaño. Julem recibía golpes por todos lados, su labio estaba roto y tenía una herida en la ceja. Además, su ojo derecho se estaba poniendo morado. Algunas lágrimas intentaban salir de sus ojos pero él las retenía.

Julem separó su mano de mi brazo y la imagen desapareció igual que su tacto. Me levanté, dispuesta a seguir caminando y al parecer lo entendió, porque se levantó y empezó a caminar.

Llegamos a la carretera y caminamos hasta nuestro barrio. Julem se despidió de mí y se fue a casa de Noah mientras yo llegaba a casa. Estaba mirando mi móvil hasta que escuché el timbre. Alcé la mirada y vi a Violet y Axel. Ellos miraron en mi dirección, susurraron algo y Axel se teletransportó hasta mí. Apretó con fuerza sus brazos alrededor de mi cuerpo evitando que me escapase. Fue en ese momento que aparecí al lado de Axel. Violet y él miraron el hueco que quedó entre los brazos del chico y luego me miraron a mí.

—Se teletransportó.

Violet me atrapó en un bola de lo que parecía cristal morado.

—Trid o quién seas, no quería hacer esto pero no me quedó otra.

Axel abrió la puerta de mi casa y Violet guió la esfera dentro de la casa. Estaba aterrada. Me acababa de teletransportar y Violet me había metido en una bola morada.

Miré mis manos. Estaban llenas de tatuajes como los de henna, mi piel era grisácea y mi pelo se había vuelto blanquecino. Yo era la alienígena de mi propio sueño.

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