Capítulo 18

7 1 0
                                    

Me miraba al espejo. Mis ojos rojos e inchados dejaban ver algo obvio: había estado toda la noche llorando. Me concentré en ella, en mi otra apariencia, dejándola a la vista solo para mí. Era la única presente en la habitación. Bueno, yo y Aliena, pero no podía hacer nada, ella vive en mi cabeza, después de todo.

Escuché las conchas, de la cortina que tenía por puerta, chocar, dando a entender que alguien había entrado en la habitación.

Me giré y me encontré con sus ojos verdes. Me miraba con desprecio, como si no me reconociese y por ello me tuviera asco.

—Está enamorada. Realmente enamorada—era su voz. La de Aliena.

—¿Qué podría saber un ser de otro planeta como tú sobre un sentimiento tan mundano como el amor?— dijo frunciendo el ceño.

—Pues no mucho, solo lo que aprendí contigo. Los sentimientos mundanos son algo realmente complejo.

—Ni que lo digas.

—¿Eres consciente de que la sigues amando? Hasta yo me he dado cuenta.

—Soy consciente de ello, ¿por?

—Porque ella cree que la odias. 

—No la odio a ella, te odio a ti.

—Pero somos la misma persona, el mismo ser. Nuestra alma es la misma, pero nuestra mente... nuestra mente está dividida en dos. Por un lado, la parte de Astrid, la parte humana, la parte con sentimientos mundanos, la parte que odia, llora... la parte que ama.—mi apariencia volvió a ser la humana.— Y por otra parte, el lado de Aliena, el lado extraterrestre, mi verdadero yo, el lado que procede de un linaje de reyes, el lado que debe... reinar.

—Así que... ¿te llamas Aliena?

—Sí, es el nombre que me puso mi madre biológica— dije bajando la mirada.

  —Es verdad... sois la misma persona. Eres Aliena, no Astrid.

 —Sí, pero nadie debe saberlo. Alguien quiere matarme y no puede saber que yo... soy yo. 

  —Me alegra que confíes en mí para decirme esto.

—Te quiero.

—Y yo— y me besó. Echaba de menos sus labios, sentirlo cerca de mí. 

Mi cabeza empezó a doler. Mucho. Me alejé de él y me apreté la sien. Una imagen apareció. Una mujer con la misma apariencia que yo, con una corona preciosa y llena de pedrería sostenía un bebé. A su lado había un hombre como ella, también con corona. El hombre pasó su mano sobre el bebé, susurró algo, y el pequeño cambió de apariencia a una completamente humana. Era yo. Eran mis padres.

La imagen cambió por otra. Había soñado con esta escena. Era Noah llorando tras una guerra.

—Se ha ido. Astrid se ha ido...sollozó—   ha muerto...

—Lo siento, Noah, pero es así- dijo Julem a su lado.

Era yo. Yo era lo que Aliena había destruido. La parte de Astrid, los sentimientos, el amor; se había ido.

—¿Astrid? ¿Estás bien?

Me miré en el espejo. Era yo. Mi verdadero yo. Mi mente se había vuelto una, mi físico era el de Aliena. Esta era yo. Podía sentir. Sentía el amor por Noah, pero también sentía el miedo a que mi parte humana muriese en algún momento.

  —Estoy... bien. 

AlienaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora