Capítulo 19

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Salí de la tienda y me sentí observada por todos. Nua se acercó a mí y se paró a mí lado. 

—Nua, llévame con Donna.

Ella me hizo caso y me guió hasta una tienda negra, con dos soldados parados en la puerta. Dentro, Donna y Julem hablaban de posiciones y estrategias.

—¿Cómo quiere que ataquemos si no conocemos al enemigo?— me giré a ver al dueño de la voz. Damon. Lo miré, de pies a cabeza. Su piel, su pelo, sus ojos, sus labios, todo en el estaba igual que siempre.

—¿Astrid?— la voz de Julem se escuchó en la tienda. Lo miré. Sus ojos recorrían mi cuerpo.—¿Eres tú?

—Soy yo. Mi verdadero yo. La reina.

—Magnífico, ha sido más rápida de lo que esperaba— dijo Donna.—Venga, acérquese.

—¿De lo que esperaba? ¿Sabías qué tenía que hacer y no me lo dijiste?

—Si te presionaba nunca lo conseguirías.

Me acerqué a la mesa. Era un plano de la ciudad. Estaba todo marcado: el campamento, el bosque donde habían atacado a Noah. Todo. Julem estaba cruzado de brazos, mirando en silencio el mapa.

—¿Cómo vas a atacar si no conoces al enemigo, Jul?— cuestioné. Él alzó la mirada y sonrió.

—Buena pregunta, enana.

—Compórtate con un poco de respeto, soldado. Es tu reina— ordenó Donna con superioridad.

—No pasa nada.

—¿En serio? Venga, Trid, pon mano dura. Ambos sabemos que puedes hacerlo— nuevamente él. No sé si mi subconsciente me está jugando una mala pasada pero no mola.— Que sepas que te ves bien así, eh. ¿Ahora tengo que llamarte Aliena?

—¡Cállate!— todos en la sala me miraron. Nua se acercó a mí y puso su mano en mi frente. 

—Tiene fiebre, majestad, vaya a descansar.

—Estoy bien.

—Mentir está mal, Aliena...— susurró en mi oído.— Muy bien, ¿y si mandamos a un grupo de guerreros a que investiguen la zona?

Repetí lo que él dijo y Donna y Jul asintieron. Salí de la tienda y fui al lago. Necesitaba refrescarme. Metí los pies en el agua y los empecé a mover.

—¿Quién eres?

—Soy yo, Damon. 

—Estás muerto.

—Algo así. Mi espíritu sigue dando vueltas por aquí y decidí que podía ayudarte.

—Gracias...

Miró a Nua, que se encontraba alejada de mí, jugando con una niña pequeña. Su pelo negro estaba perfectamente planchado y su vestido blanco contrastaba con su grisácea piel.

—Dile que la echo de menos, por favor.

—Ella también te extraña.

AlienaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora