Capítulo 11

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Nos sentamos a la mesa junto a los hermanos y en pocos segundos sus voces aparecieron en mi cabeza.

¿Qué hace él aquí, Astrid?

Que más . Te dije que no era buena idea venir, Violle.

Sí que lo es. Tenemos que hablar con ella.

No lo es. La hemos pillado con el idiota de Noah.

—¡Callaos!— grité. Y me fue inevitable. Mi cabeza dolía como el diablo.

Noah me miró preocupado y después los miró a ellos, quienes me miraban asombrados.

—¿Qué le habéis hecho? ¿Habéis entrado en su cabeza?

Axel miró a Noah con enojo y desapareció.

—Lo siento, Astrid— susurró Violle y también se fue.

Noah me abrazó, se separó y nos fuimos. Julem nos esperaba.

Llegamos al acantilado de la ciudad. Las olas chocaban contra las piedras y yo me aferraba a mi chaqueta. Aunque fuese verano el viento soplaba con fuerza haciendo que el pelo me tapase la cara.

Llegamos a donde estaba Julem y nos paramos a su lado.

—Están llegando más. Y sigo sin saber quién es el omnis.

—Vaya...

—¿Entonces que haremos?— dije mirando mis manos.

—No lo sé. Tendremos que enterarnos de quién es y matarlo.

Tragué saliva. Mi móvil empezó a sonar, mi madre. Cogí. Me pedía que volviera. Que me estaba buscando Violet con desesperación. Les di una excusa a los chicos y Noah me llevó a casa.

Ya en casa le di un beso de despedida a Noah y entré. Me encontré a Violet de frente, junto a mi madre.

—Astrid...

—Mamá... déjanos, por favor.

Mi madre subió a su habitación y nos dejó solas.

—¿Qué quieres?

—Vengo a ayudarte a controlar tus poderes.

—Tengo miedo, Violle...

Me abrazó.

—Te ayudaré... vale. Empecemos. Transfórmate.

Me concentré en mi otro yo. El de los tatuajes. El del pelo turquesa. El de la piel gris. El de los ojos galácticos. El que daba miedo.

Pero no pasó nada. Al menos al principio. Poco a poco mi piel cambió dejando a la vista mi apariencia real.

—Tus tatuajes, son runas. Cada una simboliza un poder distinto. Este es el maná, leer mentes, teletransportarte, etcétera- dijo señalando cada uno a la vez que los nombraba.- Intentaré enseñarte a controlar el maná. Concéntrate en ti. Olvida lo que hay a tu al rededor. Estira el brazo y céntrate en la palma de tu mano. Centra tu energía ahí. Nota como se acumula. Lo estás haciendo bien.

Abrí los ojos y vi como un montón de energía, como la de Violle aunque blanca, con un deje azulado, se juntaba en mi mano. Empecé a darle formas. Metí a Violle en una bola como la que hizo ella y después la rompí.

—Te teletransportaste y ahora controlas el maná. Muy bien. Eres poderosa. Debo presentarte a alguien.

Era poderosa. Pero me costaba mucho mantenerme. Era una lucha constante contra algo dentro de mi cabeza. Una fuerza mayor a la mía y, probablemente, más peligrosa.

Axel apareció a mi derecha.

—Te toca conocer a Donna.

AlienaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora