Capítulo 12

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Axel hizo aparecer su coche. Subimos y caí en un sueño pesado y forzado. 

Estaba en medio de la nada. Literalmente. Era todo completamente blanco. Un blanco frío y abrumador. Al fondo una luz dorada me llamaba. Un instinto gritaba que debía acercarme. Que debía tocarla.

Corrí hacia ella y una vez estuve cerca miré mi cuerpo. Mi apariencia "normal" me envolvía. 

Hola, Aliena.

¿Aliena?

Sí, tú. Tu madre creía que no te encontraríamos. Qué ingenua, ¿no?

La miré de pies a cabeza. En su mano izquierda se estaba acumulando poder. Alzó el brazo y yo alcé los míos, de los que salió una nebulosa azul. 

Una risa irónica y fría se escuchaba desde la esquina contraria de la sala.

Un holograma, querida. Te van a despertar. Suerte.

Abrí los ojos y miré por la ventana. Estaba frente a una gran mansión de un blanco impoluto. En la puerta de esta había una mujer rubia de ojos marrones. Violle y Axel se adelantaron e hicieron una reverencia. La mujer hizo una señal con la mano y ambos se levantaron. Me acerqué a ella y sonrió.

—Un placer, Astrid.

—Puede llamarme Trid.

—No uses formalidades conmigo, querida. Soy Donna— y usted deje de llamarme querida. No soy su querida.

Asentí y me guió por la casa. El pasillo era ancho, blanco, con decoraciones en oro y cuadros de hombres y mujeres de clase alta.

Llegamos a una sala, tan blanca como el pasillo, de paredes altas y suelo de mármol. Donna se paró en el centro y me miró sonriendo. Era una sonrisa, digamos, malévola. Parecía no tener buenas intenciones.

Alzó el brazo y de él salió una llamarada de fuego. Ante mí se alzó una pared de maná. Violet también me atacó, igual que Axel. Todos me empezaron a atacar como locos y yo me mantuve dentro de una burbuja de maná. Una nebulosa azul negruzca los atacó y los lanzó lejos. No sabía de dónde había salido. Intenté levantarme, pero fui incapaz. Los tres se levantaron y se acercaron, pero la niebla volvió a aparecer golpeándolos. No fue hasta que vi mi reflejo en el maná azul que vi que era yo. Bueno, no del todo. Era mi lado extraterrestre, pero estaba distinto. Sus ojos eran casi negros, aunque aún se notaban el azul y el verde. Mi pelo brillaba como si fuese un neón. Estaba claro que esa no era yo, que la otra parte había ganado.

Mi cabeza se llenó de un dolor horrible, caí al suelo con fuerza y todo se volvió negro.

AlienaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora