Capítulo 15

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—¿Se lo has dicho?

—No. No me hubiesen creído, igualmente. Nadie confía en mí.

—Noah sí.

—No. Le he ocultado qué soy.

No respondió. Sabía que tenía razón.

Seguimos caminando. Seguíamos a los ¿alien? No sabía cómo llamarlos sin ofenderlos o ofenderme. Bueno, nos guiaban a casa de Donna. Noah iba al lado de Julem, lo más lejos posible de mí.

Formé una pequeña bola de maná y empecé a jugar con ella hasta que escuché un ruido. Al girarme vi a Noah con unos brazos al rededor. Lo que fuera que lo hubiese atrapado tenía un aspecto fantasmagórico. Su mirada brillaba en un verde eléctrico y su cuerpo estaba cubierto de un aura negra.

—Suéltalo— dije con las manos apuntando hacia lo qué fuese eso. Pero no era mi voz, era una voz distorsionada, como si la hubiesen alterado con un editor de voz.

Aliena, imperatorem reginam omnium regnorum.

Y desapareció. Los brazos alrededor de Noah desaparecieron. Miramos a los lados, pero no había nada ni nadie.

—¿Qué ha dicho?

—Aliena, la comandante, reina de todos los reinos— dije mirando el lugar que había ocupado aquel ser— es latín, ¿por qué habla latín?

—¿Realmente crees que los humanos fueron lo suficientemente listos para crear un idioma? Siempre fue nuestro idioma, nuestros antepasados se lo enseñaron— dijo Damon con altanería.

—¿Nos acaba de llamar tontos?— preguntó Julem a mi izquierda.

—Exacto. Eso ha hecho—Julem frunció el ceño— venga, sigamos.

Noah se iba tocando el cuello, una de las zonas por las que lo que fuese lo había agarrado.

—¿Qué era eso?

—Un septor.

—Y...

—Una clase de alienígena oscuro. Se encarga de encontrar almas y amenazarlas. Son difíciles de controlar, por lo que su dueño debe ser poderoso. Nos enfrentamos a un gran enemigo.

—¿Amenazarlas?

—Sí. Dan avisos. Suelen ir acompañados por pentores, ellos se encargan de matar. Los septores no se suelen manchar las manos de sangre, a no ser que sea necesario; para eso tienen a los pentores.

—Le pareció necesario a este...— dijo Noah y nos enseñó la mano llena de sangre. Sus piernas flaquearon y habría caído al suelo de no ser porque lo agarré. Coloqué mi mano sobre la herida y en pocos segundos ya no estaba.

Seguimos caminando en completo silencio. Llegamos a un claro. Allí se había montado una especie de campamento alienígena. Había niños correteando y jugando y adultos organizando todo.

Cuando nos vieron dejaron todos todo lo que estaban haciendo y se inclinaron.

Maiestas- murmuraron todos a la vez, haciendo que se escuchase claramente.



¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

Perdón por tardar en subir y todo eso pero estoy en mis últimas semanas de insti y no encuentro tiempo para subir y todo eso. De verdad, perdón. Cuando acabe intentaré estar más activa y escribir más y actualizar más seguido.

Besos :)

AlienaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora