Tú (Suga)

Capítulo XXIII- Un Juramento

Suga me bajo de sus brazos, me tomo por la cintura apegandome a su cuerpo, rodee su cuello profundizando nuestro beso.
¡¡Y por Atena!!... qué beso, sus labios se movían con suavidad sobre los míos, sucsionando delicadamente mi piel.

Un calor se apoderó de todo mi cuerpo, mi corazón azotaba con violencia, y el repiqueteo de las mariposas en mi estómago eran descontrolados.
Sus labios tenían el poder de llevarme a otro mundo, entre abrí los labios dándole pasó a su lengua, recorriendo con ella cada rincón de mi cavidad bucal.
Aquel era un beso de añoranza, nos separamos ambos con la respiración agitada, abrí los ojos encontrandome con los de el.

Su mirada clavada en la mía, las palabras no eran necesarias, podíamos decirnos mucho más con sólo vernos a los ojos y vernos mutuamente el alma
Una solitaria lágrima recorrió por mi mejilla, pero no era una lágrima de tristeza, no. Era de alegría, la alegría que sentía de poder tenerlo de nuevo frenre a mi era inexplicable.

Deslize mis manos por su cuello hasta dejarlas en su rostro, empecé a darle pequeñas caricias, el serro los ojos disfrutando de nuestro tacto, en todo ese tiempo ninguno de los dos había pronunciado una sola palabra, no eran necesarias.
Me acerqué más a él de modo que nuestras frentes quedarán unidas, él deslizó una de sus manos por mi brazo izquierdo hasta tenerla sobre mi mano, ladeo la cabeza dándome pequeños besos en la mano.

Finalmente rompí el silencio.
-¿Sabes cuánto esperé este momento?.
Él abrió los ojos y me atrajo hacia sí, quedando abrazados.
-Lo siento.... Susurro en mi oído.
-siento haberte hecho esperar.
Nos separamos, éramos conscientes de que estábamos en un supermercado.
Lo invite a que almorzaramos junto, teníamos mucho de que hablar, el aceptó gustosamente.
Así que cada uno pago sus respectivas compras y ambos fuimos hasta mi departamento.

Una vez dentro me encamine hacia la cocina y me dispuse a preparar el almuerzo, Suga se quedó sentado en la mesa observando desde allí.
Sabía que seguía con sus ojos cada movimiento que hacía y eso me ponía los nervios de punta.

El simple hecho de saber que su mirada recorría cada centímetro de mi cuerpo, hacia que mi corazón latiera sin control, azotando violentamente contra mis costillas, podía sentir los latidos de mi corazón retumbar en mis paredes auditivas.

Tratando de despejar mi mente puse toda mi atención en lo que estaba cocinando, abrí la alacena de arriba buscando el empaque de  la pasta, lo divice y estire el brazo tratando de alcanzarla, olvidando por completo que siempre tenía que subir a un banquillo para alcanzar los empaques de esa gabeta ya que se encontraba a una altura fuera de mi alcance.

Pero todo eso quedó en el olvido cuando unas manos aparecieron a mis espaldas tomando el empaque  y dejándolo sobre la encimera.
Una extraña fiebre se apoderó de mi cuerpo al quedar acorralada entre la encimera y el cuerpo de Suga.
El apoya ambas manos en la encimera, su cálido aliento golpeaba el lóbulo de mi oreja produciendome  cosquillas.
Una especie de corriente eléctrica recorrió toda mi espina dorsal al sentir sus húmedos labios sobre la piel desnuda de mi cuello.

¡¡Por Atena!!... sus besos eran tan embriagadores que inconscientemente ladee la cabeza dándole un mejor acceso a esa zona tan sensible, rodeó mi cintura y giro mi cuerpo quedando frente a frente, sin despegar sus labios de mi cuello.
Deje salir un gemido al sentir su cálida lengua recorrer mi piel, ¡¡ Y POR TODOS LOS CIELOS!!.
Todo mi cuerpo comenzó a vibrar al sentir como sucsionaba y daba pequeños mordiscos en mi piel.
Lentamente fui subiendo mis manos, desde sus brazos hasta llegar a rodear su cuello.

Mis piernas se debilitaban ante sus caricias y besos, me temblaba todo el cuerpo, sentía que en cualquier momento desfalleceria.
Suga afianzó su agarre a  mi cintura elevandome y dejándome sentada sobre la encimera,trazo un camino de besos desde mi cuello hasta mis labios y nos unimos en un beso apacionado.