Me marché hacia mi habitación y toqué el violín cuanto pude, sonatas llenas de dificultad donde buscaba sacar toda la ira que tenía en aquel momento. No podía entender a mi amigo, y no sabía si quería hacerlo, pues su actitud me había ofendido bastante.
Pronto unos toques a mi puerta interrumpieron mi concierto, pensaba que era Virgil quien buscaba disculparse, pero estaba equivocado.
- Joven Mulligan, el cochero pregunta si irá al palacio del Rey a entregar los informes.
- ¿Qué hora es?
- Son las tres en punto.
- Avisa al Rey que iré mañana, aun no termino de revisarlos y al parecer son bastantes.
- Me lo imagino Joven Mulligan, la depresión de su padre le permite revisar pocos al día.
Me quedé callado, no había notado lo profunda que era la tristeza de mi padre, todo parecía estar bien.
- ¿Alguna otra cosa que le gustaría decirle al Rey?
Pensé en mandarle las gracias por permitir que llevará a Selene a la fiesta, pero preferí hacerlo yo mismo después.
- No, solo eso - el sirviente asintió y se retiró.
Deseaba hablar con mi padre, que no se sintiera solo, así que me encaminé a su habitación. Toqué antes de entrar y no respondió, malos pensamientos me invadieron así que sin tocar una segunda vez abrí la puerta. Lo encontré sentado en la cama dando la espalda a la puerta.
- La extraño mucho - suspiró - también te extraño a ti, cuando eras pequeño... dependías tanto de tu madre y de mí, me hacías sentir que todo lo podía... ahora tú eres de quien yo dependo, me enfermo y te haces cargo de mi trabajo, no necesitas siquiera mi permiso para abrir la habitación- en ese momento quería explicar mis actos, pero nada bueno salió de mi boca, así que lo dejé continuar- en unos años más terminaré dependiendo completamente de ti, serás el Virrey de Bethma y yo solo un anciano que necesitará cuidados, tristemente no tendrás mucho tiempo para pasar conmigo, y no estará tu madre para acompañarme en mis últimos momentos, pero fue un placer acompañarla todos estos años... aunque, pensando en la situación, lo agradezco, no soportaría ser yo quien marchara primero, hacerla sufrir, me odiaría a mí mismo aun si la muerte es natural.
- Padre... no...
- Dante ¿has terminado de firmar los informes? ¿ya se los llevaste a Alfonso? - giró su cuerpo para quedar frente a mí.
- No, estoy por terminarlos, los llevaré mañana.
- Hijo, como Virrey debes entender que los informes son de alta importancia y no sabes cuándo es vital que uno llegue rápido al Rey.
- Lo siento, tuve algunos problemas y...
- No te preocupes, solo es algo que quiero tomes en cuenta.
Asentí.
- Ya puedes retirarte, quiero descansar - volvió a darme la espalda y se recostó con un poco de dificultad en su cama.
- Padre... te quiero.
- Yo también te quiero Dante - volteo ya recostado y me miró contento - estoy muy orgulloso de ti.
Le respondí con una sonrisa y me retiré hacia su despacho para terminar de revisar informes. Algunos eran muy sencillos, como registros de nacimientos, defunciones, permisos para llevar a cabo matrimonios, invitaciones a eventos y había otros bastante interesantes. Al paso que iba revisándolos me preguntaba como seguía Virgil.

ESTÁS LEYENDO
Cantarella
RomansaNuestros ojos se empiezan a encontrar Dentro de este mundo de inquietud Deja de fingir, sé que sabes bien el secreto de mi obsesión Mi corazón traté de esconder esta emoción que cubre mi ser el calor de esta pasión no se va a detener... Un amor comú...