Mi corazón latía tan fuerte, sentía como si miles de avalanchas ocurrieran dentro de mí, una tras otra, mientras en mi mente sonaba el segundero de un reloj. Todo eso se detuvo de golpe cuando empezaron a escucharse las zapatillas altas de Selene aproximándose, sabía que era ella porque sus pequeños pasos anunciaban lo limitada que se encontraba al tener un grado de dificultad para caminar cuando las usaba. Entro a la sala y fijo la vista en su padre, mientras tomo una pose seria con ambas manos al frente, una sobre la otra dejando una imagen de excelente disciplina.
- ¡Selene! ¡Ven a mis brazos hija mía! – exclamó Alfonso muy contento, pues después de todo ella fue la responsable de que yo le deleitara momentos atrás.
Selene dejo toda seriedad, aventó las zapatillas sin siquiera tomarse la molestia de agacharse y quitárselas, solo las lanzo alzando sus piernas sin importarle a quien podrían lastimar. Corrió hacia su padre y lo abrazo con tal fuerza que pude percatarme que quería a su padre más que a cualquier cosa en el mundo aun si era el responsable de sus tormentosas clases.
- Veo que Dante ya ha tocado para ti.
- Claro hija mía – le dio un beso en la frente abrazándola fuerte contra él – y como sé que estas muy ocupada en tus clases pedí que te trajeran para que lo escuches tocar.
Ella volteo a mirarme de reojo sin dejar de abrazar a su padre, por primera vez sentía como su atención era realmente para mí y solo para mí. Nuestros ojos se encontraron y se miraron fijamente, pude sentir como era hundirse en un mundo diferente sin necesidad de empacar maletas y emprender un viaje.
- Gracias padre, te lo agradezco, me muero por escucharle.
Se separó de Alfonso, no sin antes darle un beso tierno en la frente, dio unos pequeños pasos y se sentó en el trono que se encontraba al lado, ocupando el lugar de su madre.
- Bien Dante, puedes comenzar a extasiarnos – dijo sonriente Alfonso.
Solo asentí, acomode el violín y di un pequeño suspiro que nadie debió notar. Comencé a tocar con los ojos cerrados, imaginando el rostro de mi amada iluminado, soñando, como ella me dijo aquella vez. La imagine sonriente, sorprendida, enamorada de mi forma de tocar para los presentes, luego me di cuenta que podía abrir los ojos y ver todo eso hecho realidad, que no necesitaba imaginarla porque estaba ella presente, pero temía, temía que al hacerlo mi corazón no lo soportara y me entorpeciera haciéndome convertir una joya de su familia en una basura.
Sin embargo no pude soportarlo, necesitaba verla, así que abrí los ojos y lo que vi fue aún más hiriente que una flecha bien clavada en el pecho. Alfonso estaba contento, pero Selene, ella solo sonreía mientras me miraba de una manera fría e insensible, como si la melodía no la impresionara ni un poco, me miraba como miran los nobles a los pobres diablos que tocan en callejones cualquier instrumento sin saber hacerlo, con tal de conseguir unas monedas para comer, sonreía porque se sentía forzada a hacerlo, sus ojos me lo decían todo.
Me sentí terriblemente decepcionado, había practicado horas y horas hasta cansarme solo para intentar algo que no había logrado. Me llene de rabia y empecé a tocar la melodía lo más marcada que pude, mientras la miraba con mis ojos llenos de enojo, intentando que sintiera como reclamaba con la mirada, pero la suya no cambiaba, seguía sin tomarle importancia a lo que hacía, solo seguía con esa sonrisa vacía sin dejar de fijar la mirada en mí. Cuando termine de tocar, mi padre, Alfonso y Selene me aplaudieron sonrientes, sin embargo seguía en mi esa sensación de desasosiego por la actitud de la niña que tanto adoraba, al dejar de aplaudir llovieron halagos de parte de Alfonso hacia mi padre y Selene simplemente interrumpió para despedirse, pero solo se despidió de ellos y se retiró sin importarle que sus zapatillas estaban por alguna parte del salón.
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Cantarella
RomanceNuestros ojos se empiezan a encontrar Dentro de este mundo de inquietud Deja de fingir, sé que sabes bien el secreto de mi obsesión Mi corazón traté de esconder esta emoción que cubre mi ser el calor de esta pasión no se va a detener... Un amor comú...