Capitulo XI : Epifanía

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Usaba un vestido azul marino, el cual resaltaba sus ojos verdes, su piel blanca y su cabello negro, se veía como toda una diosa, sin embargo me parecía algo extraño, el estilo del vestido no era nada parecido a los que usaba normalmente, ya no reflejaba que era una niña capaz de hacer travesuras, ahora parecía una señorita educada.

- Dante – sonrió Alfonso – me alegra que si hayas decidido quedarte, en unos momentos tocaras para mí, puedes relajarte un rato, tengo unos asuntos que atender – se retiró hacia su despacho seguido de dos hombres.

- Selene...

Ciertamente no sabía cómo hablarle, mi corazón se aceleró con tan solo verla y me moría por tomarla entre mis brazos y nunca soltarla, si alguien puede ser extrañable lo es ella.

- Dante – se acercó a mí y pude escuchar zapatillas altas - ¿Cómo va lo de Virgil y Charlotte?

¿Es enserio? Me dije a mi mismo, me sentí tan poca cosa otra vez ante ella, y ese sentimiento de que solo existía para ella porque me necesitaba para cumplir ciertos objetivos renacía en mi interior.

- Ellos... bueno te darás cuenta tu sola después.

- Bueno, espero poder verlos pronto – puso una de sus manos en mi hombro y después se retiró sin decir nada más.

Selene, mi adorada y amada Selene, ¿Por qué eres tan cruel conmigo? ¿Por qué me tomas como un juguete cada que puedes?, protestaba en mi interior mientras escuchaba sus zapatillas alejarse y cuando no las escuche más, suspiré, necesitaba quitarme todos esos sentimientos tan absurdos de mi mente, una pequeña niña como ella no sería capaz de jugar conmigo o ¿Si?

Salí al jardín y continúe con la composición que tenía, cambie algunas cosas porque no tenían conexión con las nuevas notas que le ponía, además de que intentaba no plasmar mis sentimientos actuales en ella, quería que fuera una canción hermosa, que hablara de mis buenos sentimientos, no de cómo me imaginaba a mi pequeña dama moviendo hilos que me controlaban a su antojo. Después de un rato Alfonso me mandó llamar, seguían ahí esos hombres, toque ante ellos y aplaudieron gustosos, el Rey me presumió como si fuera él mejor músico existente y por alguna razón ellos no lo dudaron, algunos me extendieron invitaciones a eventos próximos y solo les sonreí un poco en agradecimiento, la verdad no sabía si era correcto asistir.

Saliendo del palacio de Alfonso fui algo indiferente a la plática de Virgil, tanto que cuando pidió bajarse en la plaza me sorprendí.

- ¿A dónde vas a Virgil?

- ¿No te lo dije? Voy a pasear con Charlotte

- Lo siento...

No alcance a disculparme, pues cerró la puerta de golpe, y lo comprendo, yo hubiera hecho lo mismo, pero igual pensaba que si se había enojado Charlotte lo contentaría, y así fue, aunque no hable con él cuando llego a mi casa todo decía que fue así, pues al siguiente día ni siquiera nos fuimos juntos a casa de Alfonso, él ya estaba allá desde temprano.

Cuando termine la mitad de las tonadas del día y Alfonso me dio tiempo libre me encamine hacia el jardín, al menos toda la noche había evitado pensar en Selene por pensar en mi creación, aunque a decir verdad esta era por ella, así que de alguna forma sí estuvo presente en mi mente. Virgil me hablo desde el otro lado del jardín, se encontraba degustando la comida que compartía con Charlotte.

- Ven hermano, ¿Por qué no pasas un rato con nosotros? Es muy triste que la pases solo en tus descansos – dijo mi amigo mientras tomaba un trozo de pan y lo remojaba en algo que al parecer era un guisado.

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