cap. 36 San Mungo (parte I)

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HOSPITAL SAN MUNGO. 

-¿Cómo se encuentra hoy? -el ministro de magia miró al sanador, preocupado. El hombrecillo leía unos papeles mientras mordisqueaba su varita. ¿A caso nadie le había dicho que aquello era peligroso?

-Sigue igual. Come, duerme, se despierta, lee un poco y se queda mirando a la nada durante horas. Aunque hemos mejorado un poco.

-¿Y a qué llama usted mejorar un poco? -Kingsley estaba irritado con aquel sanador. Era insufrible. Pero el mejor en afecciones de la mente, lo único que la magia no podía curar.

-Ya no sufre pesadillas. Las dos primeras semanas tuvimos que darle pociones que le sumían en un sueño sin imágenes porque los gritos se oían por todo el hospital. Ahora ya no las necesita.

-¿Va a recuperarse?

-Eso sólo depende de él, ministro -el sanador le miró fijamente. Parecía una rana vestida de blanco- Pero creo que con los estímulos adecuados le traeremos de vuelta al mundo.

-Eso quiere decir...

-Que ya puede recibir visitas, bajo supervisión de alguno de nuestros médicos. Y por la magia no se preocupe. Le hemos hecho un bloqueo temporal para que no se haga daño a sí mismo. Y a ninguno de nosotros, de paso.

-Pero sin varita...

-Ministro, por favor -el sanador sonrió- Estamos hablando de un ex-mortífago. Uno muy joven, capaz de inutilizar nuestros hechizos de memoria y de, por lo que me han contado sus amigos, hacer otras cosas por las que los demás daríamos una mano. Y todo sin varita. Toda precaución es poca.

-Hablando de recuerdos. ¿Qué tal la señortia Parkinson?

-Bueno.... Físicamente está muy bien. Curamos sus heridas y no ha quedado ni una sola cicatriz. El problema es otro. Como no hemos podido modificarle la memoria, sabe que es una bruja pero que ya no puede serlo, si usted me entiende.

-Sí. Hasta ahí soy capaz de seguirle -Kingsley no pudo evitar el sarcasmo.- ¿Aún no han averiguado qué tipo de encantamiento utilizo?

-Sí, si lo sabemos. La señorita Parkinson nos lo repitió. Pero con nuestra magia no funciona.

-¿Magia oscura?

-No. Es un hechizo bastante sencillito, sin magia oscura de por medio -el sanador parecía disfrutar de aquello.- Lo que pasa es que tiene partes de una magia que no conocemos.Magia no.... nuestra. Por lo que me han contado, el chico tiene sangre Thuata, lo que complica las cosas. Esa magia sólo la puede deshacer la persona que la realizó.

-Y él se niega. -el sanador asintió- Es una pena, pues la señorita Parkinson era una bruja prometedora.

-Ya. Pero le vendrá bien. A ver si así suaviza el caracter -el sanador volvió a mordisquear la varita, distraido- En la vida me había topado con un mago tan extraño....

-Diré a sus amigos que pueden venir a verlo.

Kingsley se alejó del sanador con verdadero alivio. Los sabelotodos le ponían enfermo.

HERMIONE P.V.O

-¡Podemos ir a verle! -Cogí a Harry del brazo y lo zarandeé con tanta fuerza que las gafas se cayeron al suelo- Kingsley me lo ha dicho por carta. Mañana podemos ir dos de nosotros a verle.

-Me alegro, Herm. Pero mis gafas no tanto -se agachó a por ellas. En mi entusiasmo las había pisado. Cogí mi varita y se las arreglé- Gracias. ¿Con quién vas a ir?

-No lo sé. Kingsley decía que tenemos que ir interesándolo por las cosas que hacemos, por el colegio, para que cuando empiecen las clases, esté totalmente recuperado.

¿Quién conoce realmente a Draco Malfoy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora