El fin del verano

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Había sido una semana muy lluviosa en Beacon Hills. Lo cual era bastante inusual para ser la última semana del receso escolar. Desde luego California no era conocida por sus intensas lluvias, ni por el inusual y extraño frío durante principios de septiembre. Nada de eso se le pasaba por la cabeza a alguien tras escuchar "California" en una oración. La gente la relacionaba con "calidez", "bosques", "vegetación", entre otras; pero no con "lluvia".

Y sin embargo ahí estaba, ese nada común y gélido ambiente traído desde el noreste de la Europa Continental. Por consecuencia, la gente tuvo que sacar sus abrigos del armario mucho antes de que el otoño siquiera se asomase. Tal hecho tenía pendiente a muchos meteorólogos del estado.

-Lamentablemente no será una buena semana para salidas al aire libre. Se le recomienda a la audiencia que se abriguen bien estos días para evitar resfriados. Existe un noventa por ciento de probabilidad de que la semana entrante continué la lluvia; pero no se espera que afecte el regreso a clases de la próxima semana- dijo el hombre del clima, el lunes por la mañana.

Quizás habría sido más desconcertante si los habitantes del pueblo no hubiesen estado ya acostumbrados a semejante tipo de extraños sucesos. De hecho, en comparación con todas las cosas que habían pasado en el último par de años, una simple tormenta era bastante aceptable. Sería solamente otro misterio sin resolver, archivado al lado del desconocido paradero de los calcetines que desaparecen tras meterlos en la secadora.

Beacon Hills era bastante extraño per se, y había sido de esa forma desde siempre. La diferencia estaba en que algunos se conformaban con aceptar las pobres explicaciones de la policía; otros sin embargo, conocían la verdad por una razón u otra. Y había numerosos ejemplos.

Para la mayoría, un misterioso cuerpo partido perfectamente por la mitad podía traducirse como un ataque hecho por un puma de montaña; para el resto, el pequeño grupo que conocía la verdad, era sinónimo de la clara presencia de un hombre lobo en busca de venganza.

El caso más reciente, se trataba de una serie de asesinatos. Asesinatos muy específicos en lo que respecta a las víctimas y la cantidad de estas. Tres víctimas por grupo: vírgenes, guerreros, sanadores, filósofos y guardianes.

Dicho patrón, sólo fue perceptible para quienes sabían la verdad. Así que para ellos no eran simples asesinatos hechos al azar; sino un asunto sobrenatural en el que debían intervenir.

Aquellos que actuaron, no eran precisamente experimentados cazadores de lo sobrenatural, no al menos todos. El termino más adecuado sería "manada de adolescentes".

El asesino, resultó ser la profesora de literatura, Jennifer Blake, quien era un druida oscuro en busca de venganza hacia una manada de alfas que le habían arruinado la vida. Y aunque la habían detenido, la manada tuvo que pagar un gran precio para lograrlo. En el último grupo, los guardianes, Jennifer había planeado sacrificar a los padres de Scott, Stiles y Allison, quienes formaban parte de la manada. Los chicos sustituyeron a sus padres antes de que fuesen asesinados. Cabe decir que, al sacrificar sus almas, lo hicieron bajo un ritual que les permitiría regresar eventualmente; pero por supuesto, existen consecuencias para aquellos que mueren y regresan a la vida: una parte de su alma se oscureció, y sería así por el resto de sus vidas.

Así pues, llegamos a lo que pasó después de esos sucesos. La mañana del inicio del nuevo año escolar.

El reloj marcaba casi las seis de la mañana; pero Stiles no había podido dormir más de dos horas a causa de sus pesadillas. Era más que evidente que Stiles no podía dormir: la parte inferior de sus ojos tenía una sombra de color lavanda.

Stiles no tenía mucho que hacer a esas horas, pasaba el rato en su computadora o leyendo; aunque eventualmente perdía el interés. Sobretodo por la lluvia.

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