Susurros que ahogan explosiones

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Aquel auto parecía tan surreal. Stiles pensó que era una de esas malas bromas de cámara escondida. Aguardó un par de minutos en espera de que saliera de los arbustos un chico rubio gritando: "Caíste".
Pero no paso.

Se negaba a creer que el auto de Derek estuviese frente a su casa. Se negaba a creer que a unos metros de distancia estuviese el hombre que sin ninguna pizca de remordimiento lo apartó de sí en un momento muy triste.

Pero aparentemente, Stiles había subestimado la falta de vergüenza de Derek. Porque él estaba ahí, dentro de su flamante auto en medio de otro día lluvioso.

Estuvo a punto de darse la vuelta y subir a su jeep. Estuvo a nada de ignorar olímpicamente la presencia de Derek Hale y seguir con la vida. Y sin embargo, Stiles no podía hacer semejante cosa por dos claras razones.

La primera: Cuando palpó su pantalón se dio cuenta que había olvidado sus llaves en el cuarto. Si regresaba a su casa su padre le preguntaría porqué había regresado, entonces tendría que mentirle. Definitivamente algo que quería evitar a toda costa.

La segunda: Quizás lo que vio la noche anterior fue un sueño. O quizás no. Pero en él había visto una posible respuesta a la pregunta que le había hecho a Derek la tarde anterior acerca de sus acciones. Derek lo había apartado por miedo, miedo a que Stiles se estuviese condenando a una vida llena de tragedias por estar relacionado con él. A Stiles no le parecía una excusa justa; pero podía entenderlo.

Así que, abrió su paraguas y con lentos pasos se dirigió al auto de Derek. Sueño o no, Stiles hablaría con él y trataría de arreglar las cosas con el hombre lobo.

Cuando entró en el auto, una brisa calida le roso la cara. Y sus fosas nasales se vieron invadidas por el aroma de Derek, no era tan intenso como cuando lo había abrazado, pero era suficiente para hipnotizar al chico. A él y cualquiera que tuviese la suerte de estar remotamente cerca de Derek.

Stiles estaba terminando de abrocharse el cinturón de seguridad, cuando Derek le tendió un vaso de café caliente y dijo:

-Te lo he pedido sin cafeína, espero que te guste.

Stiles no podía creerlo. ¿Acaso Derek no le había dicho que llevaría algo para comer en aquel sueño?
Estaba tan confundido que seguramente puso mala cara, porque Derek se apresuró a decir:

-Si no te gusta al menos come esto.

Derek sacó un pastelito de una gran bolsa. A Stiles se le hizo agua la boca. Quizas aquel bocadillo se veía tan delicioso por su cubierta de glaseado sabor chocolate, o porque Stiles no había comido debidamente desde hace semanas.

-No tengo hambre- mintió Stiles.

Pero su estómago lo delató rugiendo cual león. Y al mirar a Derek, este tenía dibujada una sonrisa de victoria. Así que resignado tomó el café y el pastelito, los cuales no tardo en devorar. El café tenía crema batida que las papilas gustativas de Stiles disfrutaron hasta más no poder.

A Stiles le pareció escuchar una risita altanera por parte de Derek mientras le pasaba el segundo pastel.

Resultaba extraño que Stiles no estuviese vomitando. Pero su estómago estaba agradecido de no tener que repetir tal acto. Y aún más de tener algo que digerir.

-¿Qué estabas soñando ayer cuando te despertaste?- preguntó Derek sin despegar los ojos del camino.

Stiles casi se atraganta cuando Derek dijo eso. No había sido un sueño entonces. Había en realidad un Derek de carne y hueso que era verdaderamente agradable. De verdad. Derek había estado en su habitación, tomando su mano...

En cuyo caso, no había nada que arreglar. Derek ya se había disculpado. No había entonces  necesidad de pasar por semejante verguenza.

-Santo cielo- fue lo único que pudo decir Stiles, con todo y que tenía la boca llena.

-¿Y bien?- insistió el pelinegro.

Stiles tragó fuerte y respiro para tratar de asimilar completamente el hecho de que Derek se había disculpado en verdad y no había sido un loco sueño.

-Ahm... Fue un sueño bastante raro, ¿sabes?

Derek no dijo nada. Y Stiles continuó.

-Estaba en un...lago negro. Yo estaba de pie y no me hundía y había... Había muchas voces.

Pero eso fue todo lo que le dijo. Porque en verdad no recordaba nada más. Otro "sueño" estaba ocupando los recuerdosde Stiles. Otro más importante según Stiles, y su cerebro se esforzaba en no olvidar el más mínimo detalle del rostro de Derek bajo la luna de la noche que acaba de terminar...

-¿Hace cuánto haces eso?- preguntó Stiles.

-¿De qué hablas?

-Entrar a mi habitación mientras duermo.

-Oh- hubo un ligero e imperceptible sonrojo en la cara de Derek cuando entendió de que hablaban.

-¿Y bien?, ¿desde cuando?- volvió a preguntar Stiles.

Derek parecía incómodo hasta más no poder. Pero solía responder las preguntas de Stiles por su supuesto "derecho a estar informado", y aparentemente, esa pregunta entraba muy bien en ese derecho.

-La noche después de que te recogí por primera vez- respondió el hombre lobo.

-¿Y lo haces porqué...?

-Ya te lo dije, no voy a dejar que nada te pase.

Pero Stiles aún tenía un par de preguntas para Derek.

-¿Qué tanto te quedas?

-Lo suficiente como para saber que estas bien- le aseguró Derek.

Stiles sabía que era otra forma de decirle "toda la noche".
Las ojeras, y su arremolinado cabello lo delataban.

-¿Y haces mientras duermo, sólo verme?

-La mayoría de las veces, algunas otras cuando tienes muy malos sueños yo..

Derek calló. Le era muy fácil hablar cuando Stiles estaba cerca, y sus secretos no estaban a salvo en la presencia del chico.

Después de eso, Stiles no preguntó nada más. La idea de haber estado tomado de la mano de Derek lo puso muy nervioso.

Stiles había terminado su tercer pastel cuando finalmente llegaron a la escuela. Le dio las gracias a Derek y se disponía a salir, cuando Derek le sostuvo por el brazo y le dijo:

-Tienes espuma en el labio.

El hombre le paso una servilleta. Stiles paso una vez la servilleta por su boca, pero la cara de Derek le indicaba que no había acertado. La paso otro par de veces, pero Derek no daba señales de que la espuma ya no estuviese ahí.

-Déjame intentarlo- pidió al tiempo que llevaba una servilleta al labio superior del chico.

Los pelos de la nuca de Stiles se erizaron y su cuerpo tembló levemente. Y sus ojos se encontraron con los de Derek.

Los ojos del hombre tenían cierto destello poco común en él. No uno sobrenatural y alarmante, sino uno más misterioso y cálido; Stiles podría jurar que ya había visto ese brillo en alguien más, en alguna circunstancia igual de mágica...

Sólo cuando escuchó el timbre de la escuela pudo volver a la realidad. Derek también parecía haber estado embotellado en el rostro del chico, tanto que para cuando ambos repararon en ello estaban levemente ruborizados. Sin dirigirle la palabra, ni la mirada a Derek, Stiles vaciló al salir del auto.

No pudo pensar en otra cosa más que en aquel extraño brillo presente en los ojos de Derek; razón por la cual no escucho ni media palabra de lo que había dicho el entrenador durante su primera clase, pero el resto de la clase tuvo que escuchar como el hombre se quejaba de que el mal tiempo había arruinado los entrenamientos de lacrosse. Tampoco prestó atención a Matemáticas.

Después pasó a un periodo libre. Y dado que ya no tenía deberes (al menos en ese momento) no supo en que lo iba a invertir. Pero luego una idea se asomó por su cabeza. Aunque más que una idea, era un asunto pendiente. Tan grande que parecía tonto el haberlo olvidado.

Todo mi amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora