Capítulo 18|

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La triste y cruel realidad

19 de Noviembre, 9:56 am

Lysandro se había instalado en la casa de Sucrette y de los gemelos, a causa de los precios de los hoteles y de la distancia que hay entre este y el hospital para visitar a Sucrette.

Era bastante temprano cosa que a Lysandro no le parecía ya que es una de las personas que se despiertan temprano para hacer las tareas de la casa o, en este caso, visitar a Sucrette al hospital o hablar con Castiel.

- ¿Lysandro? ¿Cómo tú por aquí?- Preguntó Castiel cuándo se encontró a Lysandro camino al hospital.

- Castiel, ayer me instalé en la casa de Sucrette por lo de su accidente. Ahora voy a ir a visitarla al hospital, ¿vienes?

- Si, iba de camino para allá. ¿Tú no estabas de viaje en el extranjero?

- Si, pero me enteré de lo ocurrido y vine lo antes posible. Un momento, vamos a parar aquí, quiero comprarle a Sucrette unas flores.

- Está bien, pero tú no eres de regalar cosas.- dijo el pelirrojo entrando a la floristería junto a Lysandro.

- Ya lo sé, pero Su es mi mejor amiga y es muy especial para mí. Acuérdate que me ayudó con Nina y el asunto ese de los padres de Nina.- comentó el peliplata-. Gracias.- siguió dando el dinero al vendedor.

Tardaron 10 minutos en llegar al hospital entre la compra de las flores y la distancia de llegada al establecimiento.

- ¿Dónde se encontraba la habitación de Sucrette?- preguntó Castiel.

- En la primera planta, llegaremos antes por el ascensor.

- Si, vamos.

Ambos muchachos entraron en el ascensor del hospital donde se encontraron a Rosalya que también iba hacia la habitación.

- Hola chicos, ¿vais a la habitación de Su?-. preguntó Rosalya.

- Si, te acompañamos si quieres.- respondió Lysandro.

- Hemos llegado.- siguió Castiel.

Rosa, Lysandro y Castiel se dirigieron hacia la habitación donde Sucrette es hospitalizada.

- ¿Se puede?-. preguntó Castiel dando dos golpes leves en la puerta.

- Buenos días chicos, claro, pasad.- respondió Sucrette.

- ¿Cómo estás? Te hemos traído esto.- comentó Lysandro acercando las flores compradas hacia la camilla.

- Gracias, no hacía falta, me encuentro mucho mejor.- dijo Sucrette con una dulce sonrisa.

- Bueno, me tengo que ir con Leigh a hacer unas cosas, luego hablamos.- dijo Rosalya antes de salir de la habitación.

- Claro, luego hablamos.- respondió la pelinegra.- Lysandro, ¿sabes si van a venir Alex y Armin?- preguntó haciendo que el pelirrojo se incomodara.

- Vendrán más tarde, no te preocupes. Por cierto, Armin me comentó hace unos días lo de tu libreta y el dibujo. No recordaba lo bien que dibujabas.- comentó el peliplata con una sonrisa en su precioso rostro haciendo que Sucrette se ruborizara.

- Gracias, yo tampoco lo sabía. Y ahora que estás a mi lado, estoy más animada que antes.

- Oh, perdona, ahora vuelvo.- dijo Lysandro al escuchar que le llamaban por teléfono.

- Vale.- respondió la pelinegra.

- Bueno, Su... ¿Q-qué tal lo llevas con Armin?- preguntó Castiel.

- Cas... No empieces por favor...- respondió Sucrette.

- No es por agobiarte pero... Es que no puedo soportar que el amor de mi vida está con otro y que no hay día que no piense en ti y en tus dulces labios...- dijo el pelirrojo acercando su rostro junto al de la pelinegra haciendo que sus mejillas se tiñan de ese color carmín tan destacado.

- C-castiel... N-no...- dijo Sucrette intentando parar al pelirrojo. Cosa que fue imposible hasta el punto de unir sus labios con este y formar un beso lleno de tristeza y arrepentimiento.

- Lo siento, tuve que hacerlo... Te quiero demasiado como para perderte de tal manera...

Castiel salió de la habitación haciendo que los pensamientos de Sucrette se enloquecieran. Ahora ella estaba más confusa que antes y todo porque el pelirrojo la volvía loca, pero también lo hacía Armin.

La pelinegra se encontraba en aquella blanca y triste habitación de hospital con los ojos cristalizados a punto de romper a llorar por culpa de sus pensamientos hasta que Armin interrumpió estos.

- Buenos días amor, ¿q-qué te ocurre? Tienes los ojos llorosos.- dijo Armin preocupado.

- N-no es nada... Estoy bien...

- Venga, vamos, te conozco lo suficiente para saber que te pasa algo.

- Aah...- suspiró la pelinegra.- Está bien, te lo contaré todo... Desde que perdí la memoria, no dejo de pensar en lo nuestro y en... él... Lo siento mucho de verdad, pero mi corazón está dividido en dos. Castiel cada vez que viene al hospital me enamora más con esas dulces palabras... Y... con sus b-besos...

- ¿¡Te ha besado?!- interrumpió Armin.

- P-por favor... Déjame terminar... Pero tú... Tú eres mi todo, mi familia, mi novio, mi amigo y también me enamoras con esos dulces besos y momentos que me has regalado. Me siento confusa y creo... q-que lo mejor para los dos es que terminemos por ahora... Hasta que mi corazón se decida...- argumentó la pelinegra haciendo que los ojos de ambos muchachos se cristalizaran.

- S-sucrette... No puedes hacerme esto... P-por favor...- dijo Armin a punto de romper a llorar.

- Lo siento... Compréndeme por favor...

- Compréndeme tú a mí, has sido la única chica que me ha puesto millones de sonrisas en la cara, que me anima, me quiere de verdad y no se burla de mí por jugar a vídeo juegos... Por favor, te lo pido por favor...

- Armin, piensa que esto va a ser temporal... Solo hasta que me decida...

- Pero, ¿y si tu corazón elige al rockero y no a mí? Dime, ¿qué va a pasar entonces?

- No lo hagas más difícil, por favor... Eso ya se verá... Siempre te quise y siempre te he querido...

- Aaah...- suspiró el pelinegro cubierto de lágrimas en su rostro.- Está bien, adiós... Sucrette...

- Armin... Espera... No te vayas... Por favor...

- Lo siento... Es tu decisión...- dijo Armin abandonando la habitación dejando a Sucrette sola llena de lágrimas en su pálida cara y parte de gotas de lágrimas en el cojín que tenía puesto en las piernas, en aquella fría habitación de hospital...

Continuará...










Bueno, sé que les he hecho sufrir :') Lo siento pero así es el fic :) Siento haber tardado más de lo debido pero los exámenes me quitan tiempo. Aún así nos leemos pronto :)

La vida de Sucrette y ArminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora