Capítulo 25

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Harry vio a Castle salir de la sala dejando a Kate sola. Por un momento dudó, no sabía bien si acercarse a ella o ir a preguntarle a él. Se decidió por este último.

- ¿Está bien? – le preguntó alcanzándole en la máquina de café

- Oh! Si. Supongo que si, aunque ella aún no lo sabe. Necesita asimilarlo. Atrapar a ese tío ha sido lo único que ha tenido en mente durante los últimos trece años. En este momento por su cabeza solo pasa un: "Y ahora ¿Qué?"

- No es necesario que nos ayudéis hoy, podéis volver a casa si queréis…

- No, ella quiere quedarse.

- Su idea de dimitir… ¿es por ti? –Harry no solía ser directa pero tenía sus razones

- Noo. Yo jamás le pediría eso. Al contrario, yo creo que se equivoca al hacerlo. ¿Por qué piensas eso?

- Sólo quería que me lo confirmases – Harry le cogió del brazo.

- Jamás le pediría que abandonase, ella es buena ¿sabes? Tampoco creo que sea por rabia hacía Gates, sólo tiene que darse cuenta que ahí fuera la necesitan.

- ¿Te podemos ayudar?

- No lo sé Harry – sonrío agradecido – te lo diré si es necesario. Ahora voy a llevarle este café y en unos minutos, cuando se tranquilice, volvemos con vosotros. Quiero pensar que se ha precipitado, pero es muy cabezota.

- Está bien, cuando esté preparada, nos vamos.

- Gracias Harry – ella le sonrío y soltando su brazo volvió al despacho de Gordon.

Richard la miró mientras se alejaba. No creía que ellos pudiesen ayudarle. Kate sólo puede ayudarse ella misma. Se encaminó a la sala con el café. Según se acercaba la vio en la misma posición en la que la había dejado un par de minutos antes.

- Lo siento, aquí no hay azúcar de vainilla, ni la estupenda cafetera de la 12. Tendrás que conformarte con este – le dijo él entregándole el café y rozando sus dedos adrede al hacerlo, como hacía siempre.

- Gracias – le dijo ella sonriéndole al recordar como él le había confesado que esperaba esa sonrisa cada vez que le llevaba un café.

Todavía no podía creer lo que Gates le había dicho. Todo había acabado, ahora por fin pagaría... "Vincit omnia Veritas" se dijo mientras jugueteaba con el anillo que colgaba de su cuello… Ya había acabado todo. La fastidiaba no haber sido ella quien le detuviese. Sentía una punzada de cobardía al estar a seis mil kilómetros de allí pero recordó las palabras de su padre: "Nadie nos devolverá a tu madre, y no quiero que nadie me quite a mi hija", miró a Richard, sentado en una mesita frente a ella, no la quitaba ojo y parecía preocupado. Adelantó un poco su cuerpo acercándose a él y llevó su mano hasta su hombro, acariciando con su pulgar el cuello de él.

- Me encantaría conocer Europa contigo –le dijo

- Lo haremos –contestó él mirándola fijamente

- Todo esta bien Rick, ha sido tan rápido…. Siempre pensé que lo haría yo…

- Y lo has hecho tú, el que no estés allí ahora no quiere decir que lo hayas empezado tú. En cualquier caso, sea quien sea quien lo haya hecho, pagará por lo que hizo y eso era lo que buscabas.

Ella asintió en silencio, en realidad debería ser así, pero algo en su interior le decía que había fallado, no había sido capaz de hacerlo ella. No valía como policía, no había sido capaz de resolver su propio caso personal. Sentía un vacío inexplicable. Ya no iba a luchar de la misma forma que antes, había hecho bien en decirle a Gates que no iba a volver. En cada caso, imaginaba secretamente que el culpable era el hombre que mató a su madre, y luchaba por cada uno como si fuese propio, pero eso ya no iba a suceder jamás. Miraba a Castle, incluso a él le estaba traicionando, ella no era la Nikki Heat que el imaginaba, ella era débil, insegura, ni siquiera era la ardiente y sensual detective que el describía en sus escenas subidas de tono. ¿Cuánto tiempo tardaría él en aburrirse de ella? Ya no tendría que ir a la comisaría, ya se había metido en su cama y no le hacía falta el reto de conquistarla… ¿Qué pensaría él de ella ahora? Solo quería estar con él.

Y ahora ¿Que?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora