Capítulo 5

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Doy gracias a Dios por haber interrumpido mi charla con Negan. Un imprevisto con el tema de los suministros ha hecho que se vea obligado a dejarme ir para ocuparse personalmente. A juzgar por su expresión, no le ha hecho ninguna gracia.

Paseo por el campamento sin mirar nada en especial. Temo mirar fijamente algo o a alguien y que me llame la atención. Mientras siga aquí voy a intentar pasar desapercibida.

Varios salvadores están cargando un furgón de forma metódica. Me percato de que uno de ellos es Arthur. Este se detiene un segundo para mirarme y sonreírme de forma maliciosa. Las tripas se me revuelven. Decido acelerar el paso y dejar el furgón atrás.

Me alegro al observar la tienda de campaña de Sherry. No hace falta ser un genio para saber que debo permanecer junto a ella y Dwight. Son los que más amabilidad me han mostrado. Al abrirla, veo que no hay nadie. Maldición. ¿La busco o me quedo aquí esperando?

—Hola, muñequita.

La voz grave se cuela por mis tímpanos y retumba en mi cabeza. Al darme la vuelta veo que se trata de Arthur. Lleva una navaja en la mano. Me apunta con ella y me obliga a salir de la tienda. Aunque mi cabeza me ordena fervientemente que me escape como sea, mi tembloroso cuerpo permanece quieto.

—Vamos a dar una vuelta, guapa.

Me lleva a las afueras del campamento. Él camina unos pasos detrás de mí, con la navaja en una mano y una pequeña botella en la otra. Reina el silencio que tan solo se rompe por el ruido de nuestras botas contra las hojas secas y los sonoros tragos de Arthur.

—Para—me ordena.

Obediente, me detengo y le observo atemorizada. Mi cabeza no deja de funcionar intentando imaginar qué demonios va a hacer conmigo. ¿Me va a violar? O peor, ¿me va a matar? El cuerpo se me tensa al especular de cuántas formas puede matarme.

Arthur pega el último trago y estampa la botella contra el árbol más cercano. Después, camina hacia mí y me agarra por la cintura.

—Al fin un momento para nosotros—su boca en estos momentos parece una destilería. Solo con respirar un segundo su aliento, ya estás borracho. Hago una mueca de asco e intento zafarme.

—Por favor, déjame—le pido asustada.

—Vamos, va a ser divertido—necesito unos segundos para averiguar qué es lo que dice. Cada palabra patina en su boca y parecen balbuceos.

— ¡Déjame! —un grito aflora de mi garganta.

—Puedes chillar toooooooodo lo que quieras, muñequita. Estamos lejos del campamento, dudo que te oigan—sonríe satisfecho. Su mano empieza a levantarme el vestido. Mi mente proyecta la imagen de mi hermana.

Si alguna vez alguien se propasa contigo, espera a que baje la guardia. Busca un punto sensible donde puedas atacar y golpea con todo el peso de tu cuerpo. Así, puedes dejarlo noqueado durante unos segundos que pueden ser vitales.

Decido permanecer quieta y esperar al momento oportuno. Cuando Arthur eleva los brazos para quitarme el vestido, decido que es el momento idóneo. Elevo la rodilla e impacto en su entrepierna con toda la fuerza que me es posible.

El hombre aúlla de dolor y se dobla por la mitad. Mientras empiezo a correr, bajo el vestido para taparme. Miro hacia atrás y puedo ver cómo Arthur me sigue dando traspiés.

Mi pie topa con algo y caigo al suelo de bruces. No puede ser. ¿Cómo puedo ser tan torpe? Intento ponerme en pie, pero Arthur cae sobre mí como un peso muerto. Retiene mis manos encima de mi cabeza y empieza a besarme.

— ¿Te diviertes?

Arthur se detiene en seco con los ojos abiertos como platos. No me hace falta mirar para comprobar de que se trata de la voz tosca de Negan. Mi opresor se pone en pie poco a poco y alza las palmas de las manos intentando parecer inocente.

—Levántate, Rym—me ordena sin apartar sus incisivos ojos de Arthur.

Me levanto lo más rápido que mi cuerpo me permite y me sitúo junto a Negan.

—Bien, Arthur, ¿podrías explicarme qué coño estabas haciendo con ella?

El tono de Negan es muy suave pero aterrador. Por primera vez, observo Arthur temblar.

—Yo...

— ¿Sabes qué? Me importa tres jodidas mierdas—le interrumpe mientras balancea a Lucille—. Sé lo que he visto. Y como sé jodidamente bien lo que he visto, no me apetece oír tus excusas de mierda.

Varios hombres acuden y se sitúan al junto a Negan. Este continúa balanceando a Lucille.

—Señor...—Arthur intenta hablar, pero Negan le indica que se calle.

—No soporto las violaciones. Me asquean, me repugnan. Y tú, pedazo de mierda, te has pasado mis reglas por tus puñeteros cojones. No quiero oír tu mierda. Me apetece romperte la cabeza con Lucille. Pero, ¿sabes qué? No voy a hacerlo. Una jodida mierda como tú no mereces probar el beso de Lucille.

Arthur comienza a negar de forma temerosa. Negan pasa su brazo por mi hombro y me dedica una dulce sonrisa. No sé si corresponderle o echarme a temblar.

—Bien, señores—retoma el monólogo—. Rompedle las piernas y abandonadlo cerca de una horda de caminantes. Que se coman su jodida carne poco a poco...—sentencia a la vez que se me lleva.

Dicho esto, nos alejamos de la escena. Puedo percibir los gritos de Arthur y sus sollozos. Negan me sonríe mientras vuelve a reposar a Lucille en su hombro.

—Ahora nos marcharemos a nuestra base. Y tú vas a viajar conmigo—me ordena.

Y así, me hace subir a su RV ante la atenta mirada de varios salvadores. Cuando camino por su estrecho pasillo, observo cómo una mujer comienza a abotonarse el vestido algo sorprendida.

—Adiós, Julie—la despide Negan sin apartar sus ojos de mí.

Recuerdo las palabras de Sherry hablándome de las mujeres de Negan. Él disfruta de la compañía de la mayoría de ellas.

Julie se levanta del sofá y desaparece por la puerta de la RV. Negan se sienta y me anima a sentarme junto a él. Intento hacerlo manteniendo las distancias. Reposa a Lucille en el suelo y me regala una amplia sonrisa.

— ¿Estás bien?

—Sí. Arthur no ha llegado a...—me interrumpo a la hora de decir la palabra. No la soporto.

— ¿Violarte? —la completa de forma natural.

—Eso...

—Es una de las cosas que se me olvidó contarte. Aborrezco estas jodidas actuaciones. No las apruebo. Ya lo has visto—se sonríe orgulloso—. Hay que respetar a las mujeres, son el mejor regalo que nos ha dado nuestro jodido Dios.

De forma discreta, Negan reposa su mano muy cerca de la mía. Intento hacerme la tonta y obvio ese pequeño gesto. En su lugar, me dedico a no fijar mi vista en ningún punto en especial. Temo que me diga algo.

Dwight sube a la RV haciendo que me sobresalte.

—Nos marchamos, señor—informa. Negan asiente y Dwight se pone al volante del enorme vehículo.

El ruido del motor se mete en mis oídos. Negan continúa mirándome fijamente con una pequeña sonrisa. Lo admito, empieza a asustarme. En mi vida me había sentido tan observada.

— ¿Cómo has sabido lo que estaba ocurriendo? —pregunto para desviar la atención.

—Nena—ríe de forma extrañamente atractiva —, yo lo sé todo.

Decido que esta es la primera y última pregunta que le hago. Miro por la ventanilla. Observo a varios coches flanqueando la RV y a un grupo de personas armadas caminando por el bosque de forma ligera, siguiendo el ralentizado ritmo de los vehículos. No puedo evitar acordarme de los libros de historia que estudiaba en el instituto. Hablaban de reyes y sus cortes reales, las cuales iban con el monarca a todos los sitios. "Parece que hemos vuelto al pasado", pienso para mis adentros.

Savior's chroniclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora