Capítulo 11

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Cuando llegamos al santuario, Negan decide soltar su amarre. Todo el mundo posa sus ojos en mí. A juzgar por sus caras, diría que ha estallado la mundial. Decido entrar dentro para evitar las miradas curiosas.

—No vuelvas a hacerlo—me advierte Negan a mis espaldas.

Obvio el comentario y acelero el ritmo. Estoy cansada de sus órdenes, tengo que empezar a espabilar.

—Dwight, llévate a varios hombres a ver si los de Hilltop han cumplido su promesa o necesitan otro escarmiento.

—Sí—oigo responder al rubio.

Me detengo en seco. ¿Expedición a Hilltop de nuevo? Yo voy. Necesito salir de aquí, aunque sea un rato.

— ¡Esperad! —les detengo—. Quiero acompañaros.

Negan hace un mohín raro a la par que niega.

—Por favor. Dwight puede vigilarme—intento convencerle.

El del bate se rasca la barba, tomándose su tiempo, hasta que lanza una mirada al rubio y asiente.

—De acuerdo. Pero te vas a mantener al margen en todo, ¿entendido? —me ordena.

—Sí—respondo cansada.

Después de proporcionarme un pequeño revólver, subo a la furgoneta conducida por Dwight y ponemos rumbo a Hilltop.

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Esta vez es Gregory el que nos abre la puerta. Su rostro compungido se relaja cuando se percata de que Negan no está con nosotros.

—Venimos a por nuestra parte de suministros—informa Dwight.

De la gran mansión empieza a salir gente con cajas y bolsas. Los salvadores empiezan a cargar los diversos vehículos de forma metódica. El novio de Sherri supervisa las cantidades mientras Gregory permanece tenso a su lado.

—Parece que está todo...—murmura.

—Así es—le asegura el canoso mientras se abotona uno de los botones de su camisa impecable.

—Negan va a ponerse contento al ver que al final habéis cumplido vuestra parte—anuncia Dwight con una falsa sonrisa.

— ¡Sois unas bestias!

Un grito interrumpe la calma. De la nada, una joven de unos 25 años aparece con la mirada enfurecida. Un hombre barbudo y de larga melena la acompaña. Intenta tirar de ella, pero se resiste. Con paso firme, se sitúa frente a nosotros.

— ¿Quién coño eres y qué quieres? —pregunta un Dwight molesto.

—Me llamo Jane. Soy la novia de Harry, el chico al que Negan mató gratuitamente—responde crispada y al borde de las lágrimas.

Mi mente se empieza a aturullar y proyecta las imágenes de Negan con Lucille acechando a ese pobre chico. Las lágrimas no tardan mucho en llegar. Me gustaría poder decirle a esa joven que lo siento.

—Mira, siento lo de tu novio. Pero es lo que hay—termina diciendo el rubio mientras le da la espalda para marcharse.

Un filo brillante emerge del cinturón de la tal Jane y se precipita contra Dwight. Pero impacta con el pecho de otra persona. Un salvador. O un armario ropero, mejor dicho.

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