Capítulo 8

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Dicho y hecho. Al día siguiente, tal y como prometió Negan, sus hombres me acogieron en su club de entrenamiento. A medida que transcurren los días, me percato de que apenas hay mujeres, una de ellas es una pelirroja de media melena a la que llaman Paula. Tiene cara de malas pulgas, por lo que decido no entrometerme entre ella y su objetivo.

Dwight aparece de vez en cuando para vigilarme. Y no es que me las dé de centro del universo, pero se nota que le han encomendado esa tarea. Cada vez que un salvador me explica alguna cosa, el rubio se tensa, preparado para saltar.

Lo bueno es que no tengo que seguir llevando el vestido. Siempre he sido una chica coqueta, pero he de reconocer que en estos momentos llevar vestido me hacía sentir mal. Quizá por el hecho de lo que significa llevarlo.

Otra mañana más, igual que todas.

—Todavía no entiendo qué coño haces aquí, encanto—bromea uno cuando empezamos a recoger las armas utilizadas en la sesión.

—Pues... Me apetece aprender a disparar —respondo mientras elevo los hombros —. Ya veo que soy de las pocas mujeres que se atreven a portar un arma.

—Sí. La mayoría prefiere dedicarse en cuerpo y alma a Negan. Es más cómodo para ellas. Bueno, quiero decir, no tienen que exponerse al exterior. Además—carraspea—me has sorprendido mucho. Nunca pensé que Negan te permitiera alternar con nosotros...—se silencia y mira más allá de mí.

Tengo que darme la vuelta para observar a Dwight, que camina hacia nosotros con semblante serio.

—Rym, Negan te llama—anuncia a modo de saludo.

Me pongo de pie y le dejo la pistola a mi nuevo compañero de charla. Este la acoge y asiente algo nervioso.

—Hasta luego—me despido con una sonrisa. Él opta por levantar la barbilla silenciosamente.

—Está en su habitación. Me imagino que ya sabrás cuál es...—comienza Dwight.

—Sí—corroboro.

El rubio tiene la amabilidad de acompañarme hasta la puerta del jefe. Para evitar que me arrepienta, golpea él mismo la puerta para avisar a Negan. Un segundo después, desaparece.

La puerta se abre y deja ver el rostro de Negan. Esta vez parece mucho más serio. Me invita a pasar mientras cierra la puerta.

—Veo que te estás relacionando con el resto de mis hombres. Y veo que estás aprendiendo a manejar las armas...—murmura mientras camina de lado a lado.

—Sí... Nunca me imaginé manejando un arma—confieso sin apartar los ojos del suelo. No me apetece mirarle a la cara.

— ¿Y te gusta? —Pregunta—. ¿Te gusta saber que tienes el poder de arrebatarle la jodida vida a alguien?

—Yo nunca mataría nadie...—respondo—. Tan solo a los mordedores.

—Entiendo...—se rasca la barba intrigado—. ¿Qué te parece acompañarme en un pequeño viaje?

— ¿Yo?

— ¿Ves a alguien más aquí? —pregunta mientras se sienta a mi lado y me toma de la mano—. Sería tan solo un día. Tengo que ir a uno de mis campamentos para negociar con el jefe.

—Pero no sé muy bien qué pinto ahí...

—En realidad no pintas una mierda. Pero dado que estás aprendiendo a portar armas y defenderte, me haría gracia verte con una de ellas—confiesa divertido mientras besuquea mi mano.

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