Capítulo 10

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Cuando el sol cae, el frío comienza a apretar. Y yo sin nada. Tan solo un pantalón corto y una camiseta de tirantes. Necesito encontrar un sitio donde poder pasar la noche. No es bueno viajar cuando no hay luz.

El silencio me abraza conforme avanzo sin apenas luz. Incluso puedo llegar a captar los golpeteos de mi corazón. No tengo ningún problema en admitir que tengo miedo y estoy al borde del ataque de pánico. Me froto los desnudos brazos con las manos para intentar encontrar un atisbo de calor en mi entumecido cuerpo.

Llegado a este punto, empiezo a plantearme si he hecho bien huyendo de allí. En realidad, ahí tenía un techo y comida, además de protección constante.

— ¿De verdad te planetas esta duda, Rym? —me pregunto. Estoy empezando a cogerle el gusto a hablar sola.

Mis valores me impiden volver a ese lugar. No puedo convivir con gente sin corazón. Simplemente, me es imposible. No quiero vivir sin libertad. Necesito hacer mi propia vida. No sé cómo. Hasta hace unas semanas era la sombra de Irina.

Negan aparece en mi cabeza como un vendaval. Su afilado rostro escondido tras esa poblada barba. Ese rostro que permanece sereno mientras arrebata la vida de alguien. Ese halo de oscuridad que rodea su persona y hace que los demás se vean obligados a arrodillarse. Es la típica persona que invocaría al mismísimo satanás con una enorme sonrisa y le vendería su alma.

Los crujidos de mis botas contra las hojas secas hacen que vuelva a la realidad. Una gran silueta oscura aparece frente a mí. Me detengo sorprendida. Avanzo unos pasos para poder percatarme de que es una cabaña.

Toco a la puerta de forma sutil. Nadie responde. Empujo la puerta y entro. Ni siquiera estaba cerrada.

— ¿Hola?

Nadie dice nada. Rebusco en la mesa de lo que parece el salón en busca de algo que me dé luz. Mis dedos rozan un pequeño mechero. Lo activo y una pequeña llama crea un mísero foco de luz.

Acerco mi cara a la mesa para ver si encuentro una linterna. Y así es. Parece que la suerte empieza a acompañarme. Apago el mecho y activo el foco. Me hago con un cuchillo que hay cerca y empiezo a peinar la pequeña casa.

Para mi suerte, es de un solo piso y está limpia. En apenas segundos, bloqueo la puerta para que nadie entre y me tumbo en el sofá. Estoy rendida, pero feliz. Al final puedo elegir qué es lo que voy a hacer mañana. Sin nadie que me vigile.

Cierro los ojos y me sumerjo en un profundo sueño.

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Unas voces de fondo hacen que me despierte. Me incorporo en el sofá y estiro el cuello para mirar a la ventana más cercana. Un grupo de hombres camina por los alrededores. Algunos de ellos me resultan familiares. El alma se me cae a los pies cuando me doy cuenta de por qué los conozco. Son salvadores.

Detrás de ellos les sigue Negan con Lucille apoyada sobre su hombro. A su lado, Dwight. El rostro del primero está serio, incluso tenso.

—Señor, ¿quiere que miremos en esa cabaña? —pregunta uno.

—Sí—alcanzo a escuchar.

No. No. No. ¿Me están buscando a mí? No puede ser. ¿Es que esto no se va a acabar nunca?

Pego un bote del sofá y busco un escondite. Una puerta aparece frente a mí como caída del cielo. Parece un armario trastero. No hay nada mejor, por lo que decido entrar. Tiro del pomo y la puerta se abre.

Una mano ensangrentada se sitúa a pocos centímetros de mi cara y hace que caiga al suelo asustada. La mano da paso a un mordedor lleno de sangre y con parte de la boca carcomida. Sus ojos amarillentos permanecen abiertos como platos y se clavan en mi persona.

Me arrastro hacia atrás tan rápido como me permiten mis codos. Busco mi cuchillo cuando me doy cuenta de que con las prisas me lo he dejado sobre la mesa. Maldita sea.

—Por favor—susurro—. No me hagas daño...—ruego.

Como un depredador, el bicho se cierne sobre mí entre gruñidos y gestos nerviosos. Por primera vez, mi vida comienza a pasar delante de mí. Y en ella me veo como una marioneta de todos. Siempre detrás de alguien buscando apoyo o protección. "Hasta aquí has llegado, Rym Walker", pienso para mí.

La puerta empieza a temblar. Oigo varios golpes fuertes contra la madera. Al final, uno de ellos la resquebraja, dando paso a varias voces.

Cuando pestañeo, veo a Dwight apuñalando la cabeza del mordedor y empujándolo lejos de mí. Angustiada, me pongo en pie y empiezo a correr hacia la puerta sin apartar los ojos del bicho para asegurarme de que está muerto.

Impacto contra algo. Miro hacia el frente. Veo cuero negro. Alzo la vista para observar una barba canosa.

— ¿Estás bien, amor? —pregunta Negan.

El corazón se me para después de haber llevado un ritmo alocado. He llegado a mi límite. Mis manos aferran su chupa de cuero y me abandono en lágrimas.

Puedo percibir pequeñas exclamaciones de sorpresa. Es cuando me percato de lo que he hecho. Acabo de agarrarme a la chaqueta del jefe de los salvadores. Me van a moler a palos.

—Dejadla—ordena Negan con voz calmada mientras empieza a acariciar mi pelo—. Estás a salvo. Estás conmigo.

Aunque odio a la persona que dice esas palabras, mi cuerpo se relaja ante la idea de pensar que vuelvo a estar a salvo. Una incongruencia como una casa. Pero es lo único que ansiaba cuando me veía al borde de la muerte.

Me separo de Negan mientras me limpio las lágrimas del rostro. Varios salvadores me miran inquisitivos.

—Lo siento—termino diciendo.

—Tú no tienes que pedir disculpas, nena—me responde el del bate—. Ahora nos vamos a casa.

Me toma de la mano. Sus dedos se enroscan con los míos como un candado. Y mi cabeza vuelve a recordarme la sensación de claustrofobia que voy a volver a vivir. Eso hace que me detenga, entorpeciendo el ritmo de todo el grupo.

— ¿Qué ocurre? —pregunta Negan.

—No quiero volver—me animo a decir—. No quiero sentirme encerrada entre cuatro paredes.

— ¿Te crees con poder para andar con estas tontadas? —pregunta uno de los hombres con el puño en alto. Negan pasan sus ojos de mí al emisor de esa frase. Su gesto forma un mohín de desprecio.

—Si vuelves a hablarle así, te partiré la boca—le amenaza. El hombre asiente y decide hacerse a un lado. Negan vuelve a mirarme y su boca vuelve a sonreír—. No puedo dejarte sola rondando por aquí, nena. Esto es jodidamente peligroso. Vas a volver conmigo te guste o no.

Su mano continúa aferrándose a la mía. No hace falta ser inteligente para saber que no voy a poder zafarme. Y aunque lo consiga y logre escapar, me van a coger en menos de un par de minutos.

Savior's chroniclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora