Capítulo 7

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Me separo de Sherry con la mandíbula desencajada.

—Pero, ¿no decías que es imposible escapar de aquí?

—Es imposible para un miembro normal. Dwight se ha convertido en la mano derecha de Negan. Confía en él. Y eso nos da una pequeña y remota oportunidad de oro para poder escapar de aquí—responde automáticamente como si lo tuviera muy claro.

— ¿Cuándo va a ser?—me limito a preguntar.

—No lo sé, pero imagino que pronto. Tenemos todo hablado y planeado. Nos iremos con mi hermana pequeña.

Miro a Sherry asustada. Apenas llevo tiempo aquí y ya he visto cómo trata Negan a los traidores y los que incumplen sus normas. No me hace mucha gracia que la única persona con la que tengo algo de afinidad se marche y me deje aquí sola.

— ¿Puedo irme con vosotros?—la pregunta borbotea en mi garganta sin darme cuenta.

La joven me mira con compasión y ternura. Es entonces cuando empiezo a pensar que no voy a poder irme con ellos.

—Podría preguntarle a Dwight si no le importa... —suspira—. Sé que tienes ganar de irte de aquí, pero no puedo prometerte nada.

—Gracias, de todas formas...—. Me pongo en pie y desaparezco de la habitación.

Camino por los pasillos de la base operativa de los salvadores. Parece que muchos reparan en mi presencia y empiezan a cuchichear. Unos me miran asustados, mientras que otros clavan sus afilados ojos en mí como si fuera una cucaracha. Decido que debo alejarme de esas miradas y busco un cuarto solitario para poder sentarme y cerrar los ojos en paz.

Lo encuentro cuando doblo un par de esquinas. Entro y me encierro. Apoyo mi espalda en la puerta y me resbalo hasta caer en el suelo. Demasiadas emociones en poco tiempo. Demasiados sentimientos y sensaciones revolucionadas en mi cabeza.

Y entonces recuerdo a Irina. Dios santo, la he perdido. Todavía no lo he asumido. Mi cabeza me la jugaba fantaseando con huir de este sitio y reunirme con ella. Pero sé que eso no va a ser posible. No voy a volver a ver su hermoso rostro y sus cabellos dorados. Esos que se escapaban de los moños extraños que se hacía con lapiceros mientras estudiaba o leía. Ya no voy a verla regresar de sus clases de judo con su mochila morada al hombro.

Tampoco voy a poder irme de compras con ella para que me aconseje qué es lo que mejor me queda. Ni me comprará caprichos con su sueldo de camarera del bar donde trabajaba. Ni iremos en su vieja camioneta Chevy.

Nada de eso va a volver. Ni papá ni mamá. Ni Irina. Ni nuestra pequeña y sencilla casa. Papá trabajó muy duro para pagarla. Ni mi habitación. Ni las tardes con mamá en el porche. Ni paseos en la Chevy. Ni los días de compras con mi hermana. Ni las galletas con pepitas de chocolate al estilo casero de mamá. Ni la felicidad que sentíamos los cuatro juntos. Nada de nada.

Entierro la cara entre mis rodillas y me hago un ovillo. Ojalá pudiera despertar de este mal sueño. Que nada fuera real. Que amaneciera en mi cama rodeada de mis peluches. Que fuera a la facultad como un día normal y viera a Finn. Y lo observara cómo tamborilea su libreta con el bolígrafo. Lo bonita que era su sonrisa. La de veces que he soñado con besar esos labios y fundirme en esos ojos negros. Lo que deseaba ser su novia.

Me pregunto cómo le habrá tratado la vida después del apocalipsis. Si alguna vez lo volveré a ver. ¿Habrá perdido a su familia como me ha pasado a mí? ¿O seguirá junto a ella? ¿Le habrá pasado algo malo?

Me descubro a mí misma pensando en el chico que me gustaba en un momento en el que he perdido a toda mi familia y vivo encerrada en un sitio cuyo jefe es un hombre aterrador y autoritario. Estoy empezando a perder la noción de lo que es lo realmente importante.

Savior's chroniclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora