Capítulo 15

563 46 9
                                    

Dwight conduce mientras Negan y yo permanecemos sentados en la parte trasera de la RV.

—Hoy vas a conocer a mis amigos del Reino, nena—sonríe enseñando los dientes.

— ¿También ellos tienen un líder como en Hilltop? —pregunto mientras clavo mis ojos en Lucille, que reposa en una de las sillas.

—Sí. Tienen a un tío que se cree un puto rey—se carcajea. De repente, sus ojos se detienen en mí—. ¿Quieres coger a Lucille?

— ¿Qué? —pregunto sorprendida—. No, yo...

Negan estalla en otra carcajada y agarra el bate. Tras mirarlo unos segundos, me lo tiende. Me tiembla la mano solo de pensar que voy a coger el arma de Negan. Ese arma que ha sesgado tantas vidas. Lo voy a tener en mis manos. A pesar de horrorizarme la idea en un primer momento, la curiosidad me empuja a aceptar.

El mango es suave por el barniz del bate. Coloco las púas frente a mis ojos. Es espeluznante.

— ¿Es bonita, eh? —se jacta.

—Impone mucho—logro decir.

—Esa es la jodida idea, amor.

La RV se detiene y Dwight apaga el motor. Con un gesto rápido nos avisa de que hemos llegado. Le tiendo el bate a Negan, pero este niega.

—Llévalo un rato tú, así os hacéis amigas—me sonríe.

Me río ante el absurdo comentario. Está claro que este hombre siente un cariño irracional hacia este bate de béisbol cubierto de púas.

Al bajar del automóvil, los salvadores me miran. Y no son pocos. Algunos de ellos se dan codazos. A pesar de mis terribles esfuerzos, puedo sentir cómo el color invade mis mejillas.

>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>

—Ezekiel no está—informa un hombre cuando entramos al Reino.

—Me da igual. Yo he venido a por mi mierda—comenta Negan.

—Por aquí—nos indica el hombre.

Conforme camino observo huertos, parques, colegios improvisados... Desde el inicio de todo esto, no había visto algo parecido. Es una pequeña ciudad. Los niños juegan por las calles con pelotas y juguetes. Veo cestas llenas de frutas y hortalizas. Es increíble.

Un grupo de jóvenes reparan en Negan. Sus miradas afiladas impactan en su espalda. Está claro que no le quieren vivo. Inconscientemente, mi mano aprieta la empuñadora de Lucille, dispuesta a actuar al mínimo movimiento. Uno de los del grupo me ve y pega codazos a los demás. Señalan el bate y se miran confusos. El más fuerte de ellos empieza a reírse. Y juraría que lo hace de mí.

Miro a mi alrededor. Negan y los salvadores han continuado su marcha. Está claro que se están riendo de mí. Sus carcajadas me crispan tanto que no puedo evitar reaccionar.

— ¿Tienes algún problema? —empiezo.

— ¿Yo? —se señala el pecho divertido—. Ninguno—ríe—. Es más, en estos momentos me lo estoy pasando de cine.

— ¿Se puede saber qué te resulta tan gracioso de mi persona? —insisto mientras camino hacia él. Ya no hay marcha atrás, me he metido en la pelea hasta el fondo.

—Eres el ejemplo perfecto de que no hay que dar armas a los niños—explota en carcajadas. Sus amigos le imitan sin reparos.

Vuelvo a apretar el mango de Lucille. Un calor interno me insta a darle un batazo en la cabeza. La gente se ha reído de mí. Y no poco. Cuando me empecé a hacer fuerte me prometí a mí misma que nadie se reiría de mí. Y ahora que lo soy, no voy a aceptar esta mierda.

Savior's chroniclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora