Capítulo 11

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Un enorme laboratorio. Ahí es donde Hayley me llevó para encontrarme con mi supuesto orientador, es decir la persona a la que más necesitaba ver justo ahora. Me hacía mucha ilusión el hecho de que por fin las cosas parecía que comenzarían a aclararse. El 'orientador' que el anciano había mencionado resultó ser todo lo contrario a lo que imaginaba. Estaba fascinada observando los miles de implementos cuyas funciones me eran completamente desconocidas cuando alguien tocó mi hombro. Me giré y vi a dos chicos. Ambos tenían el cabello castaño, aunque algo más claro que el mío, liso y bien peinado, no demasiado largo. Eran bastante pálidos y sus ojos eran azules y parecían brillar, contrastando con su tez blanquecina. Estos ojos estaban enmarcados con una capa gruesa de pestañas oscuras que los hacían aún más llamativos. Entonces caí en la cuenta de que ambos chicos eran idénticos. Parpadeé varias veces a lo que ellos cruzaron miradas y rieron por lo bajo. "Oh, claro. Gemelos. Lo único que me faltaba." Hayley estaba a mi lado y cuando volteé a verla me di cuenta de que estudiaba a los dos chicos con el ceño fruncido y muy concentrada. Entonces pareció decidir algo y dijo:

-Bueno, Julie. Estos son Caleb y Dublin.- Apuntó primero al de la derecha y luego al de la izquierda. Seguía frunciendo el ceño por lo que supuse que en realidad no estaba segura de lo que acababa de decir. Volví mi vista hacia los clones frente a mí y estos solo se miraron y rieron. El de la derecha habló primero en tono juguetón. Su voz era grave y sonaba como un general militar.

-¿Estás segura de eso, queridísima Hayley?- y torció sus labios en una sonrisa socarrona. Ella gruño.

-Ugh, olvídenlo. Preséntense ustedes mismos, yo no tengo idea de quién es quién.- El que había hablado antes se rió y respondió:

-Pues es un placer para mí decirte que esta vez has acertado, chica gruñona.- Giró hacia mí y me extendió su mano.- Soy Caleb, un placer al fin conocerte, Julie. Este es mi hermano Dublin. ¿En qué podemos ayudarte?- Estreché su mano y luego la de Dublin, que no había dicho palabra hasta ahora. Me sonrió tímidamente mientras nos saludábamos. Entonces caí en la cuenta de la pregunta de Caleb.

-Yo, ahm...- No sabía qué era lo que tenía que decir así que Hayley acudió a mi rescate.

-Los ancianos dijeron que Dublin debía ser su orientador.- Apuntó con el pulgar al nombrado mientras hablaba. Luego una sonrisa burlona apareció en su rostro.- Y créanme, esta chica necesita muuuuuuuuucha orientación.- La miré con los ojos entrecerrados a lo que ella respondió con una risita nerviosa.

-Pues disculpa si jamás había estado dentro de un árbol antes. Ustedes tres probablemente nacieron aquí, pero es algo nuevo para mí.- terminé.

-En realidad tú...- Caleb no pudo terminar lo que estaba diciendo porque Hayley lo cortó inmediatamente.

-Bueno, Julie. Tú necesitas a Dublin y yo necesito a Caleb. -sonrió.- Dublin, hazle un recorrido y explícale cómo funcionan las cosas por aquí y el entrenamiento que deberá recibir. Caleb, tengo que hablar contigo.- tomó el brazo del anteriormente nombrado y se lo llevó a rastras a quién sabe dónde mientras se despedía con la mano de nosotros. "Bien, eso fue extraño." Esta vez estaba de acuerdo con mi subconsciente, algo aquí no calzaba. De todos modos decidí que seguir dándole vueltas al asunto no iba a servir de nada mientras no supiera nada de este lugar, así que me volví hacia Dublin y le sonreí con timidez.

-Bien... Esto... ¿y ahora qué?- Llevaba 10 segundos en su ausencia y ya extrañaba a Hayley y su superpoder para romper silencios incómodos. Dublin me miró y me lanzó una sonrisa digna de un anuncio televisivo. Pero a pesar de eso, luego bajó la cabeza y se pasó una mano por el cabello, al parecer nervioso.

-Bueno, ahm.. Empezaré por mostrarte el laboratorio, ya que es donde estamos, ¿no?- Reí por su ligeramente estúpida afirmación y su clara falta de experiencia con este tipo de situaciones. Luego le sonreí para intentar que dejara de lado su timidez. Siempre me había agradado la gente más tímida que yo, ni idea de la razón, solo me agradaban.

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