Capítulo 18

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Dublin y yo acabamos frente a otra puerta. Estaba empezando a odiar la manera en que me confundía este lugar, lleno de pasillos y puertas. Era frustrante. Miré a mi acompañante ligeramente confundida cuando abrió la puerta, dejando ver una estancia exactamente igual a las "taquillas" en donde ya había estado. Esta tenía dos camas, una a cada lado de la puerta, apoyadas contra las paredes laterales. En el muro blanco a mi izquierda había una colección de carteles de diferentes bandas de rock de las cuales jamás había oído. La verdad es que yo no era una gran fanática de la música. Pude identificar el mismo símbolo del ave que había visto antes en la camiseta de Hayley.

Trasladé mi mirada al otro extremo de la habitación para encontrarme con la otra cama y una pared llena de dibujos. Todos eran paisajes y la mayoría tenían palmeras. Además de todas las obras de arte, también colgaba de la pared una bandera de Irlanda. Miré al chico que estaba parado junto a mí con el ceño fruncido.

-¿Es tu cama? -asintió con una sonrisa tímida en el rostro- ¿Eres irlandés? -pregunté entonces.

-No, en realidad -aclaró-. Pero, en fin, me gustaría ir allá -dijo con aire soñador.

-¿Irlanda? ¿Qué hay allá?

-Pues... Es un país que llama mi atención desde que tengo memoria -se encogió de hombros-. Tal vez tenga que ver con mi nombre.

-Oh -dije entonces, golpeando mi cabeza con la palma de mi mano-. Dublin, qué tonta por no haberlo pensado antes -reí. Él acompañó mi carcajada y luego habló, rascando su cabeza.

-Me llamó la atención que no comentaras nada extraño acerca de mi nombre cuando te conocí- admitió entonces. Yo me encogí de hombros.

-No se me pasó por la cabeza, si te soy sincera- le respondí, sonriendo. No le encontraba nada de raro a su nombre, en realidad. Obviamente, nunca antes lo había escuchado, pero como yo no conocía muchos nombres que digamos -ya que mi vida social era del tamaño de un pelo de pulga- no me importó. "Hey, Jules.. ¿Las pulgas tienen pelo?" Mi subconciente hizo la pregunta estúpida que mi conciencia había ignorado. Lo cierto es que no tenía ni idea.

-Oh, pues... Supongo que eso es bueno -rió él, algo avergonzado-. La gente suele preguntar o comentar cosas estúpidas.

-No veo el porqué -le dije yo, encogiéndome de hombros-. Entonces, me estás diciendo que tienes una obsesión con Irlanda... ¿Porque te llamas como su capital? -pregunté, enarcando una ceja y sonriendo.

-Bueno -dudó-. En parte. Digamos que hay que comenzar con la razón por la cual me llamo así. Mi madre me dio nombre porque ella es la que tiene una obsesión con Irlanda. Dice que es por el paisaje y otras cosas así, pero siempre he sospechado que hay algo más... Una razón que no quiere revelar.

Entonces, de pequeño tenía curiosidad sobre "la ciudad llamada como yo", como le decía en ese entonces. Comencé a investigar y pues, me enamoré de la ciudad, el país, la cultura, todo -acabó con una sincera sonrisa que no pude evitar responder.

-Interesante -fue mi comentario con respecto a su historia-. Entonces... Nunca has pisado Irlanda -negó con la cabeza, mirando el suelo.

-Lamentablemente, no todavía -se encogió de hombros.

-¿Qué te lo impide?- pregunté yo, sentía curiosidad sobre este chico.

-Ya sabes... Está lejos, no hay dinero, tengo trabajo que hacer con Dollie -sonaba triste, casi melancólico mientras hablaba, pero su tono también era resignado.

-Lo siento -solté, se veía que visitar Irlanda era algo muy importante para él y le dolía no poder hacerlo.

-Por favor, no lo sientas -dijo ríendo-. Ni que fuera el fin del mundo -siguió carcajeándose.

-Bueno... ¿Qué hacemos aquí, de todas formas? -pregunté.

-Vine a buscar mis cosas. Tengo trabajo en el laboratorio, ¿te molesta acompañarme? -Sus labios se torcieron en una mueca de disculpa. Le lancé un intento de sonrisa tranquilizadora.

-Me encantaría. ¿Estará Nico ahí también? -Él sonrió con picardía.

-¿Por qué, te gusta? -Movió sus cejas de arriba a abajo repetidas veces-. ¿Sabes? Tal vez eso sería bueno -reflexionó-. Nadie ha podido quitarle a Hayley de la cabeza jamás -puso su mano sobre su mentón, en pose pensativa-. ¿Quieres ser novia de Nico? -Preguntó, su voz cargada de esperanza.

-¡¿Qué?! -chillé, este chico se había vuelto completamente loco.

-Que si quie...

-Por supuesto que no -lo corté de inmediato-. Te tengo una noticia, Dublin. La única conversación que he mantenido con Nico, duró dos minutos. Yo que tú, no me haría muchas ilusiones. -chasqueé la lengua y él rió.

-Está bien, está bien. Es solo que estoy harto de que esté tan embobado con Hayley -suspiró-. Aún así, Nico es guapo, ¿a que sí? -volvió a hacer ese ridículo movimiento de cejas y yo lo golpeé en el hombro, "amistosamente".

-No puedo creer que estemos teniendo esta conversación solo por haber preguntado si él estaría en el laboratorio -puse los ojos en blanco.

-Pues más le vale que esté ahí o voy a matarlo -respondió con simpleza-. ¿Segura que no te molesta ir? -Volvió a preguntar y yo rodé los ojos.

-Debo familiarizarme con mi futuro esposo, ¿no es así? -Reí y el puso una mano sobre mi hombro derecho.

-Esa es la actitud, Señora Flores -me sonrió como padre orgulloso y yo arrugué la frente.

-¿Flores? -pregunté.

-Creo que el chico es Mexicano o Español, no estoy seguro -se encogió de hombros. Lo imité y él, al ver que no estaba dispuesta a continuar esta conversación, me condujo fuera de su taquilla -me estaba costando acostumbrarme a ese concepto- por los ya no tan escalofriantes pasillos hasta el laboratorio. Al abrir la puerta del cuertito donde tenían a Dollie, me encontré a Nico en la misma posición que la primera vez que lo vi.

Sí, encorvado frente a la computadora.

Dublin se acercó sigilosamente al chico de cabello cobrizo por detrás y cuando estuvo a un par de centímetros de él, tocó su hombro izquierdo. Este se dio la vuelta y, mientras estaba distraído, Dublin apretó un botón lateral de la silla de Nico, y su trasero cayó de golpe al suelo.

-¡Eres un... -lo siguiente que dijo fueron un montón de palabras en español que no logré entender, el chico en serio estaba furioso. Yo solo observaba la escena, dudando si reír o ayudar a Nico a levantarse. Finalmente opté por las dos y, mientras lloraba de la risa, le ofrecí mi mano para que se parara.

Una vez de pie, ajustó su silla y me acercó a Dublin en actitud amenazante.

-Me vengaré -dijo con los ojos entrecerrados y el otro chico solo continuó con su ataque de risa. Dios, su risa era tan contagiosa. Comencé a reír junto a él otra vez y Nico me miró mal.

-No eres tú -dije, sosteniendo mi estómago-, es él -apunté a Dublin, que seguía carcajeando de lo lindo mientras apretaba su abdomen al.igual que yo. Cuando Nico dirigió su mirada hacia él, su ceño fruncido se transformó inmediatamente a una sonrisa que posteriormente dio paso a un ataque de carcajadas por parte de los tres.

-Dublin, ¿te han dicho que tienes una hermosa risa? -le dije bromeando, él peinó los cabellos sobre su frente hacia atrás en pose de modelo.

-Cientos de veces, Julie.

Y con esto volvimos a reír. "Este chico es único" pensé mientras limpiaba las lágrimas en mis ojos.

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