Capítulo 9

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Estaba sentada en una cómoda silla frente a un espejo enorme en el baño de lo que parecía la habitación de la chica-vestidosexy. Me encontraba extrañamente tranquila considerando todo lo que había visto y oído en el poco tiempo que llevaba... ¿dónde? Ni idea. Estaba evitando mi reflejo mientras observaba el suyo peinando mi -ahora por fin limpio- cabello. ¿Alguna vez mencioné mi profundo odio hacia los espejos? Estoy casi segura de que lo hice.

Durante el trayecto desde la enorme biblioteca hasta el casi igual de enorme dormitorio, había reunido fuerzas para hacer varias preguntas a mi anfitriona y hasta ahora la única que había respondido sin vacilar era su nombre: Hayley.

Información útil, sí. Pero no era prioridad en un momento como este. Al resto de mi interrogatorio solo respondió con un ceño fruncido y la misma frase repetida hasta que me quedé callada: "En la asamblea se responderán tus dudas, no soy la encargada de explicarte todo esto." Frustrante.

Aún no lograba tener una impresión completamente acertada acerca de ella, tenía unos cambios de humor algo escalofriantes y podía alternar entre una hermosa sonrisa y una mueca de desprecio en milésimas de segundo. En lo que llevaba en su compañía solo había podido establecer concretamente que era como estar con dos personas diferentes que se turnaban para tomar posesión de su cuerpo. Algo tan difícil de explicar como de comprender, pero así era. Y de algún modo me divertía y me disgustaba al mismo tiempo.

Como ya había dicho, Hayley tenía unos ojos color verde esmeralda tan brillantes como los de Annie; -Susan, como se llame.- cabello largo, liso y muy oscuro; una tez indescriptiblemente pálida y bronceada a la vez y llevaba ese vestido negro y ajustado de fiesta por razones que aún no conocía. Al observarla mejor, pude notar el claro parecido que tenía con mi extraña y muda amiga. Lo más notorio eran obviamente los ojos, profundos, inescrutables y enigmáticos. Además de pómulos levantados y el cabello extremadamente largo y negro de ambas.

Pero Hayley y su apariencia o vestimenta no eran el objeto de mis preocupaciones sino lo que me había dicho. "¿Cómo demonios conoce ella a Annie y a Sam?" Era la pregunta que rondaba mi cabeza mientras Hayley con mucho esfuerzo terminaba de desenredar mi cabello. Cuando acabó, soltó el enorme peine negro que sostenía, haciendo que este cayera liberando un estruendo al golpear el piso. Sin molestarse en levantarlo, alzó ambos brazos y sonrió victoriosamente a su propia reflexión en el espejo. Yo me di un par de bofetadas mentales para poder reaccionar ante lo que veía en frente a mí. Mi cabello caía sobre mis hombros como una hermosa cascada color chocolate con delicadas ondas que llegaba hasta mi cintura. "Santo Cielo, ¿eso viene de mi cabeza?" La voz de Hayley fue la que me sacó de mi muda contemplación.

-¿Te gusta? Tienes un cabello precioso y no lo aprovechas. Lo corté un poco para que se viera más sano, espero no te moleste.- Negué enérgicamente con la cabeza, lo que hizo que ella sonriera. -Hora del maquillaje y luego veremos lo del vestido.- "Oh, no. ¿Maquillaje? ¿Vestido? Sáquenme de aquí." Se dio la vuelta y comenzó a rebuscar entre cajones y estantes quién sabe qué clase de implementos malignos para mi rostro. Jamás me había maquillado, pero no quería parecer una tartaleta de fresa y merengue como muchas chicas en mi escuela. Arrugué la nariz ante el pensamiento de cómo se vería mi rostro con los kilos de maquillaje típicos de las chicas de mi clase. "Ew. Definitivamente no." Cuando vuelvo a ver el rostro de Hayley en el espejo detrás de mí estaba sonriendo. Su sonrisa era contagiosa y no pude evitar devolvérsela. En sus manos sostenía una especie de cartera rosa con estampado de lunares blancos. No parecía muy de su estilo. "No sabes cuál es su estilo, Julie. No opines." Abrió el cierre del estuche y sacó un tubo con un mousse color café claro dentro de él.

-Creo que este se acerca bastante a tu tono.- Giró la silla en que estaba sentada hasta que quedamos frente a frente, acercó el tubo aún cerrado a mi mejilla derecha y cerró un ojo, arrugando la nariz y frunciendo el ceño, como para comparar colores. Luego de unos segundos de estudio, se encogió de hombros y comenzó a destapar el tubo.- Servirá.

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