Capítulo 17

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"Muy bien, Jules. Ahora debes calmarte, si te desmayas podrías no despertar en mucho tiempo y necesitas respuestas ahora. Inhala, exhala. Respira profundo y concéntrate en matenerte en pie. Vamos, no puedes desmoronarte otra vez." Estaba absolutamente estupefacta. Barbara... Se había convertido de la nada en mi reflejo, era una copia exacta de mí. El cabello, el rostro, la contextura delgaducha del cuerpo, todo... excepto los ojos.

Estos seguían siendo azules, como el mar en calma, demasiado hipnóticos para poder quitar la mirada de ellos.

Intenté pensar en algo que decir, comentar, preguntar, lo que fuera... Pero lo cierto es que con esto, Barbara había dejado todo más que claro. Lo que me había dicho sobre los "Lenders" era verdad. Ellos podían tomar prestada la imagen de un cuerpo, justo como ella lo estaba haciendo ahora con el mío. O tal vez debía decir... ¿nosotros? Si todo lo que dijo era cierto, quería decir que yo era una Lender, que yo también podía hacer eso. Estaba demasiado perdida en mis reflexiones y conclusiones que la voz de Barbara me llegó como debajo del agua.

-¿Prueba suficiente? -Dijo mi clon. Pero esa no era mi voz, era la de Barbara.

-¿Por qué tienes mi rostro y mi cuerpo, pero no mi voz? -Logré formular una oración coherente a duras penas.

-Ya te lo expliqué. Solo podemos tomar imágenes, en este caso, la ilusión de tu cuerpo. La voz no viene en el paquete -se encogió de hombros.

-¿Y qué me dices de los ojos? -pregunté-. ¿Por qué siguen siendo azules?

-Pues... Tú has vivido siempre entre humanos -asentí, a pesar de que lo dijo como si yo fuera una especie de mutante o algo así-. Debes haberte dado cuenta de que nuestros ojos no son como los de ellos, tienen un color más brillante e intenso. Es por esto que nuestro sistema no logra replicar los ojos de alguien que no sea de nuestro elemento -acabó su explicación con un rápido encogimiento de hombros.

-¿Elemento? -pregunté con la cabeza ladeada y un signo de interrogación impreso en mi rostro.

-Oh, lo olvidaba... -dijo ella y se dirigió al baño. Volvió con un vaso plástico lleno de agua en su mano derecha. Me lo entregó-. Sostén esto. Ya que solo me crees cuando estás viendo lo que ocurre, me veo obligada a demostrarte todo. Pronto deberás aprender que jamás puedes confiar en lo que veas- dicho esto, puso una mano a modo de tapa sobre el vaso que ahora yo sostenía mientras la veía con el ceño fruncido.

-¿Qué estás...?

-Silencio- me cortó inmediatamente. Decidí seguir sus instrucciones y me quedé callada y quieta sosteniendo el vaso mientras esperaba el próximo movimiento de Barbara.

Antes de poder darme cuenta de lo que ocurría, ella comenzó, lentamente, a levantar su mano y alejarla del recipiente. Pero eso no fue lo que me dejó boquiabierta, claro que no.

Una estela de agua fluía en el aire, imitando cada movimiento de la mano de Barbara mientras esta se desplazaba cual pluma sobre papel, siendo el líquido casi invisible, la tinta.

Con su dedo índice, Barbara comenzó a escribir en el aire y, sorprendida a más no poder, logré leer las letras cristalinas y apenas visibles que flotaban frente a mis ojos.

-Controlamos los elementos- susurré, leyendo en voz alta-. Increíble- solté, incapaz de ocultar mi asombro. Giré mi cabeza hacia ella y observé que se encontraba con la palma de la mano izquierda hacia arriba, como sosteniendo su obra. Miró primero la fina caligrafía flotante y después a mí.

-Lo es, en realidad- dijo encogiéndose de hombros y sonriendo.

-Y... ¿Puedes volar?- interrogué, arrepintiéndome de mi estupidez al segundo siguiente.

-¿Volar?- repitió ella y frunció el ceño.

-Pues... Ya sabes, controlando el aire- acabé tímidamente y dudando de si eso tenía algún sentido. De todos modos no importaba, ya nada tenía sentido para mí.

-Oh, bueno... Eso tendrías que preguntárselo a Kim, yo solo puedo controlar el agua- dijo con tono casual.

-¿Solo el agua?- pregunté, procurando que la decepción no se captara en mi voz.

-Así es, cada Lender tiene afinidad con un solo elemento, dependiendo de sus genes- explicó.

-¿A qué se refiere?- estaba cada vez más confundida.

-Me refiero... -comenzó-. Oh, para esto tendría que explicarte la historia y el origen de nuestra especie y no hay tiempo para esto -miró el reloj que llevaba en su muñeca-. Tenemos cinco minutos, ¿alguna pregunta que no requiera una respuesta tan extensa?

-Esto...- cuando estaba a punto de preguntar un par de cosas más, una irritante melodía proveniente de su reloj me detuvo.

-Lo siento, debo irme -dijo ella, luego de silenciar el aparato-. Enviaré a alguien para que te siga explicando -prometió y antes de poder responder, un portazo me indicó que ya no podría protestar.

No me quedó más remedio que sentarme al borde de lo que estaba comenzando a archivar en mi cerebro como "mi cama" y esperar a que ese alguien que supuestamente vendría por órdenes de Barbara, apareciera. Lo cierto es que ya estaba harta de aquello. Harta de que nadie fuera capaz de decírmelo todo. Harta de que cada vez que comenzaba a entender algo, me dijeran otra cosa para confundirme aún más. Harta de no poder soportar todo lo que me estaba ocurriendo y acabar escapando cada vez que oía algo que no me gustaba. Estaba harta de soñar con lobos y ojos dorados. Estaba harta de estar tan ciega, tan desorientada, tan perdida en este asunto. Estaba harta de seguir viviendo todo esto.

-Necesito un descanso -murmuré al aire mientras me dejaba caer de espaldas sobre el colchón con un gran suspiro.

-Lástima que aquí estoy para interrumpirlo -me sobresalté al oír una voz masculina desde la puerta. Me incorporé rápidamente en la cama y me encontré con unos ojos casi idénticos a los de Barbara. Azules, aunque con ese destello único de quien fue mi orientador cuando llegué: Dublin. Sonreí. Él tenía esa esencia de niño travieso cuando lo miraba. Su sonrisa parecía ocultar su próximo movimiento, como si siempre estuviera planeando cuál sería su próxima broma. No era la sensación que tenía junto a Caleb. Sí, sí, ellos eran gemelos idénticos y yo solo había visto a Caleb una vez en mi vida, pero había algo en él que demostraba mucha madurez, todo lo contrario de su hermano. Eran como el padre estricto y el pequeño diablillo, y eso me parecía adorable.

-Creo que te debo un recorrido- dijo él enseñando una dentadura brillante y blanca. Sentí ternura al ver que uno de sus dientes frontales estaba ligeramente montado sobre el de al lado.

-Pues no sé qué estamos esperando- me levanté y caminé hacia él.

-¿No más desmayos?- su mirada cargada de burlona esperanza. No pude contener la carcajada que escapó de mis labios ante su comentario.

-No más desmayos- le aseguré, sonriendo mientras cruzaba la puerta que él mantenía abierta para mí.

LendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora