Capítulo 5

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-Espera un momento...- Dijo Sam. Casi podía ver los engranajes funcionando en su cabeza mientras procesaba y ordenaba en su mente todo lo que le había dicho. -Dices que has tenido el mismo sueño durante ¿cuánto? ¿dos meses?- Asentí. -Y los lobos se convierten en humanos...- interrumpí su reflexión con un gesto de mi mano.

-Sólo uno. Un lobo se convierte en un chico. Moreno, cabello negro, no muy alto...- lo describí con fingida indiferencia. La verdad es que no iba a decirle a Sam lo atractivo que me resultaba el muchacho. Su cabello azabache caía en mechones lisos sobre su rostro, ocultando una parte de sus hermosos ojos dorados. Tan brillantes aún en la oscuridad del sueño, me recordaban al amanecer. No poseía la enorme estatura de Sam, que me rebazaba por casi una cabeza, sino que era a penas un par de centímetros más alto que yo. Sin embargo su silueta, recortada contra el techo estrellado del bosque ya tan conocido, era claramente la de un deportista. Otro dato que "olvidé" mencionarle a Sam, fue que el chico del sueño no llevaba camisa. Detalles menores... Pero no era eso lo que me hacía recordarlo. Lo que no podía olvidar, por más que intentara, eran sus ojos. Dos antorchas luminosas en las tinieblas del bosque otoñal. Aparecían a cada momento en mi mente. La voz de Sam me sacó de mi ensoñación, como siempre.

-Bien. Éste chico... ¿Se parece a alguien que conozcas o hayas conocido alguna vez?- «cómo desearía que sí» pensé e inmediatamente sacudí la cabeza, mitad en respuesta a su pregunta y mitad para alejar esos pensamientos de mi mente.

-Jamás había visto una cara parecida hasta que comencé a soñarla.- «demasiado romántica, Collins» estúpido subconciente. No conocía al sujeto, ni siquiera podía decir que existiera alguien parecido en el mundo real, lo más probable era que fuera un personaje creado por mi cerebro quién sabe por qué razón. Y sin embargo, algo me decía que me estaba buscando, y lo peor era que yo quería ser encontrada. «¿Enloqueciste Jules? Es un sueño. No existe. NO E-X-I-S-T-E» me lo repetí internamente una y otra vez hasta que Sam volvió a hablar.

-Interesante... Y terrorífico, además. Ésto ya se parece a ésas películas de miedo en que el protagonista sueña que toda su familia es asesinada y luego sucede. Sueños de presagio. Ya me estoy asustando... No has soñado conmigo ¿verdad?- lo empujé tan fuerte que se cayó del sofá con un grito de sorpresa.

-¡No seas idiota, Sam! Ésto no es una de ésas tontas películas. Lo sabes ¿no? Y si hubiera soñado con algo como tu muerte durante los últimos dos meses, creo que te lo habría dicho. Debe haber una explicación lógica para todo ésto. Busca en internet.- Le ordené. Él se levantó del piso y se volvió a sentar a mi lado en el sofá frente a la computadora. Tecleaba con la rapidez y agilidad de alguien que pasa días y noches enteras frente a la pantalla de un ordenador con frecuencia mientras refunfuñaba para sus adentros alguna estupidez sobre las mujeres y sus cambios de humor.

-Bien. Aquí dice que la gente que sueña lo mismo todas las noches suele tener un carácter agresivo y dominante. ¡Vaya coincidencia!- me miró y yo solo le lancé una mirada asesina para que guardara silencio, lo hizo.- Está bien. Sin bromas, ya lo pillo.- Luego de unos instantes en los que Sam continuaba leyendo la información que encontraba en Google, mientras se llevaba las manos a su siempre perfectamente peinado cabello, finalmenté habló.

-Hey, creo que ésto podría servir: "Los sueños y sus significados"- Leyó en voz alta. -Animales...- sus largos dedos se deslizaban sobre el cursor buscando la categoría que necesitaba. -¡Lo tengo! Lobos.- Dijo triunfal y comenzó a leer otra vez.

-"Pueden interpretarse de variadas formas, tales como: poder, fuerza, valentía, transición y estabilidad sexual, entre otros." Éstos animales sí son interesantes. ¿Quién lo hubiera dicho?

-Yo, inútil.- Bromeé. Él me miraba fijamente. Cómo odiaba la manera en que me clavaba los ojos encima. Aparté la mirada e intenté darle un significado a lo que me había leído. La verdad es que no estaba siendo de mucha ayuda. «¿Estabilidad sexual? ¡Por favor!» Se burlaba mi subconciente.

-¿De verdad crees que algo de toda esta porquería inventada por esos videntes que te roban la cartera mientras dicen leerte el futuro va a servir de algo?- Le pregunté a Sam. Él se encogió de hombros y habló con todo casual.

-Lo cierto es que no. Fue tu idea buscar en internet, yo creo que es pura basura.

-¡Oh, pues muchas gracias por tu ayuda entonces! ¿Y tú qué harías en mi situación, señor grandes ideas?- la verdad es que ni siquiera sabía por qué reaccioné tan mal ante su insignificante comentario. Debía de ser el cansancio.

-Lo siento, Julie. No pretendía ofenderte.- habló con tono dulce y comprensivo, como si intentara tranquilizar a un animal a punto de atacarlo.- ¿No se te ha ocurrido que quizás el hecho de que sueñes lo mismo cada noche no significa nada en absoluto? Tal vez es sólo un sueño y ya.

-Eso creía hasta que encontré el video de ese viejo loco hablando de hombres transformándose en bestias -hice una pausa para decidir cómo continuar-. Sé que parece una locura, pero hablando en serio... ¿Primero sueño con esos estúpidos hombres lobo persiguiéndome, y ahora ese agricultor hablando de lo mismo a un par de millas de aquí? La verdad es que es una extraña coincidencia. ¡Esta ni siquiera es zona de lobos, Sam! Me cuesta creer que sólo sea un sueño.- parecía una completa chalada, lo sabía. "No debí involucrar a Sam en esto, ahora creerá que estoy loca y no volverá a dirigirme la palabra. Fue una mala idea decirle todo esto" comencé a preocuparme. No quería volver a perder a Sam.

Él simplemente se acomodó en el sillón, giró la cabeza hacia la ventana que daba al jardín del roble y se quedó observando el enorme árbol con aire ausente. Nos sumimos en un largo silencio y justo cuando estaba convencida de que se marchariá y jamás volveriá a acercarse a mí, giró completamente y me miró a los ojos con más decisión de la que nunca le había visto mientras anunciaba:

-Vamos a hablar con ese extraño agricultor.

-Espera, ¿qué?- me di cuenta entonces de que estaba psicológicamente preparada para cualquier respuesta menos ésa.

-Ya me oíste, pasaré por aquí mañana a las 10 en punto en el coche de mi padre. Intenta no quedarte dormida esta vez.- volvió la vista hacia el jardín y luego otra vez a mí.- Ya es tarde, debo irme.

Entonces, sin decir nada, guardó la computadora y su cargador en su mochila -que se colgó de una sola correa-, agarró su sudadera negra y se acercó a mí. Depositó un beso en mi mejilla y se fue.

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