Capítulo 6

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Desperté con esa palabra en los labios otra vez. «Qüercum.» ¿Qué significaba? No recordaba lo que soñé durante la noche, pero no podía dejar de repetir esas dos sílabas en mi cabeza. Volví a hacerme la misma pregunta que surgía cada vez que pensaba en el asunto de mis sueños: "¿Estaré perdiendo la cabeza?" Tal vez todo esto de los lobos y la misteriosa palabra solo eran un truco cruel de mi subconciente. Entonces recordé al viejo agricultor y un escalofrío recorrió mi cuerpo en su totalidad, como si me hubiesen echado un balde de agua fría por la espalda. No. Esto no podía ser una simple coincidencia. Él vio lo mismo que yo, debía tener las respuestas que necesito. O al menos parte de ellas. Revisé la hora en el reloj en mi mesilla de noche. Las nueve y un cuarto. Tenía tiempo de sobra para levantarme y vestirme antes de la llegada de Sam. Sonreí al caer en la cuenta de que era lunes y el fin de semana se me había escurrido de las manos sin siquiera darme cuenta. Hoy perdería clases. Maravilloso.

Luego de ponerme unos vaqueros gastados con un agujero en la rodilla de una caída que tuve hace años y una camiseta amarilla de manga corta, me encerré en el baño, cepillé mis dientes y até mi cabello para que no me estorbara durante el día. Mientras tomaba un vaso de agua en la cocina, abrí el mismo libro que había leído un millar de veces en la primera página. Por alguna razón, nunca me cansaba de leer la misma historia una. Cada vez que volvía a leer el primer capítulo se sentía como la primera vez. Cuando ya llevaba unos minutos leyendo, caí en la cuenta de que no estaba leyendo realmente. Sólo estaba mirando la página mientras tenía una sola palabra repitiéndose sin cesar en mi mente: «Qüercum.»

Cerré el libro de golpe y me alejé de la mesa de la cocina. Si estos estúpidos sueños iban a perseguirme por el resto de mi vida, al menos necesitaba saber por qué. Terminé el agua y me senté en el sofá de la sala de estar con mi cuaderno sobre mi regazo. Lo abrí en una página en blanco y le quité la tapa a mi pluma. Entonces sucedió algo inexplicable: No tenía nada que escribir. Absolutamente nada. Eso nunca antes me había pasado. Rayos.

De repente oí golpes en la puerta y guardé el cuaderno y la pluma en mi vieja mochila de lona que amenazaba con rasgarse por los años en cualquier momento. Dentro llevaba el cuaderno, la pluma y el libro que intenté leer en la cocina. Solo objetos de primera necesidad, por supuesto. No tenía muy clara la razón para llevar mi cuaderno si en realidad ni siquiera lo llevaba todas las mañanas a la escuela. Simplemente sentía que necesitaba tenerlo cerca. Abrí la puerta de entrada y me encontré a un Sam vestido con pantalones y zapatillas negros, camiseta gris y una sudadera negra con la capucha puesta, creando sombras bajo sus ojos. Era algo habitual en él, esa imagen de típico chico problemático. Adoptó ese estilo un tiempo después de convertirse en SamElChicoPopular. Todo el atuendo formaba parte de la máscara que se había puesto hace ya tanto tiempo atrás, y que no se había quitado con nadie desde entonces. A excepción de mí, por lo que había dicho. Al principio no sabía muy bien si creerle o no, pero bastó mirarlo una vez a los ojos para saber que no estaba mintiendo. Me pasaba con casi todas las personas, podía saber si mentían con una simple mirada directa a los ojos. Yo era algo así como un detector de mentiras humano. Era en parte por eso que odiaba que la gente me mirara fijamente. ¿Y si veían a través de mí como yo lo hacía con ellos? ¿Y si yo era igual de patéticamente obvia que ellos?

Seguía perdida en mis pensamientos cuando me di cuenta de que probablemente me veía como una total estúpida parada en la puerta de mi casa observando a Sam sin parpadear. Él parecía algo incómodo, pero luego se rascó la cabeza y se quitó la capucha, descubriendo su cara. Adoptó un aire relajado y casual mientras decía:

-Hey, ¿lista para interrogar a un viejo orate?- le sonreí.

-Bueno, eso depende de lo que la palabra "orate" signifique. ¿Desde cuándo utilizas un vocabulario tan elevado en tus oraciones?- él sonrió con arrogancia y habló con un tono de superioridad que nunca le había escuchado:

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