Capítulo 8. Asomo al mundo adulto.

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   La tarde había pasado aprisa para la princesa Alin. Ya desde el desayuno, se la vio nerviosa y ansiosa con el acontecimiento que daría inicio apenas el sol se ocultara. Y su hermano no le ayudaba a calmar los nervios diciéndole miles de tonterías y bromeando a su costa y, junto a ello, advirtiéndole que tomaría represalia contra ella y el bobalicón que osara hacerse el "chico bonito".

   —¡Por todos los cielos, Conrad; sólo es un baile, no me pongas más nerviosa! —decía, mientras, Twig ajustaba una corona de flores blancas y rosas en su cabeza.

   —No es mi intención esta vez. Sólo te digo que hay muchos a la caza de niñas bobas como tú y que, aunque no lo creas, como hermano mayor que soy, te vigilaré bien de cerca.

   Alin resopló y golpeó su puño contra la mesa del tocador en clara señal de estar al borde de un ataque de nervios.

   —Sir Conrad, por favor, déjenos a solas. Su hermana ya está muy alterada con la presentación de hoy ante el resto de la corte y necesita relajarse un poco —la goblin sugirió.

   —De acuerdo...

   Dejó escapar un suspiro viendo a su hermanita con curiosidad. Ella estaba muy linda esa noche, habría muchas sabandijas sueltas y él los espantaría a todos. ¡Ninguno de ellos rompería su corazón; eso sobre su cadáver! Ya un tiempo atrás, se había peleado con un primo lejano por decir cierta maledicencia sobre ella. Claro que, tanto para Erwin como para ella, se había golpeado al caer de un árbol. ¿El otro? Rió para sí. Pues, no le dejaron de crecer los vellos de las axilas por al menos dos meses. ¡Eso fue un buen truco, sí, señor! Se retiró risueño de la alcoba de su hermanita para avisarle al padre que pronto estaría lista.

   —Te juro, Twig, algún día de estos le haré un conjuro para que madure, así no me fastidiará más. —La goblin rió con reposo.

   —Ya, mi niña. Su hermano la aprecia mucho, por eso está todo el día molestándole. En realidad, él la cuida.

   —¡Vaya manera de hacerlo! ¡Todos los años que venimos aquí me hace lo de los caracoles! ¡Y este no ha sido la excepción!

   Twig observó a la muchacha a través del espejo. Su niñez ya casi era un olvido. Una joven mujer había nacido. La templanza de Twig llevó a la chica a ver su propio reflejo y, por un segundo, se sobresaltó de sí misma. Tan inquieta había estado que, en ningún momento, se había dignado a verse. ¿Ella era esa joven? ¿Así se veía ante los demás?

   —¿Esa...? —La criada sonrió.

   —Sí, es usted, Lady Alin. Una noble y hermosa mujer.

   Alin sonrió a sí misma y seguidamente pareció preocuparse. ¿Qué si su hermano tenía razón? Ella sabía que había gente malvada en el mundo. Ella sabía que el mal existía en este mundo tanto como en otros.

   —¿Twig...—La goblin observó a los cálidos ojos color miel—. cómo te das cuenta cuando alguien tiene malas intenciones?

   —Bueno... hay quienes pueden engañarnos muy bien con sus encantos. Es esencial, para estar alertas, escuchar a quienes sabemos que en verdad nos aman. Y algunos hombres pueden llegar a ser maestros del engaño para conseguir un beso de una joven tan bella como usted, My Lady.

   —¿Un beso? —Se sorprendió—. ¿Tú dices... —Su faz reflejó cierto desagrado— un beso algo como un beso?

   —Un beso es un beso, My Lady —habló con obviedad.

   —Quiero decir... ¿un beso en... los labios?

   —Sí. Por un beso en los labios y manos donde no corresponden. Recuerde esto, Lady Alin; nunca deje que sostengan su mano por más tiempo del debido, si ellos no la sueltan retírela usted misma con desprecio; durante la danza, mantenga su mano en la de su compañero y la otra en el hombro. Y pise a quien ose descender su mano más allá de su cintura o acortar la distancia entre ambos. Nada de paseos con extraños o con gente desagradable por el jardín. Sabiendo esto, usted se hallará más que segura, My Lady.

Entre un águila de montaña y un búho de granero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora