Capítulo 16. Si todos estuviéramos conectados...

115 19 56
                                    


   Gontran se detuvo unos segundos. Pese a que turnaba a su caballo con el de Liroye, ambas bestias estaban demasiado agotadas y no le serviría llegar con una o con ninguna si pensaba rescatar a la chica. Así que decidió descansar lo poco que pudiera; alimentarlos y alimentarse. Tampoco debía olvidarse de él, ya de por sí, no estaba en toda su plenitud y debería luchar una vez llegado al sitio, no con uno, sino con varios sujetos, especialmente sabiendo que algo le había sucedido a Devis, lo cual no era alentador en cuanto a recibir ayuda de los hombres del mismo. 

   No prendió una fogata y se conformó con lo poco que Liroye había podido esconder en la alforja que los caballos transportaban.

   ¿Para qué querrían a esa pobre chica? ¡Tan joven y en el día de su aniversario! ¡Cuánta maldad...! Esperaba poder hacer las cosas bien, él no cedería, pero, a veces, la voluntad no era suficiente para las grandes empresas y esta, por cierto, la era.

   Volvió a pensar en Devis y golpeó el tronco de un árbol con su puño. ¡Muchacho idiota! ¡Al menos, le hubiera confiado algo a él! Suspiró comprendiendo que sabiendo que justamente él era la presa a tomar de Marlon, era entendible que no le alertara para no levantar sospechas. En realidad, había sido astuto de su parte jugando al doble espionaje, pero, ¡no dejaba de ser una locura!

    —¡Tonto de todas formas! —murmuró a la nada.



   Graham se sentía el rey del planeta por tener nuevamente a la jovencita bajo su poder. Y reía jactándose de cuánto la haría degradar. Mitch salió un segundo afuera con la excusa de tener que orinar, pero, en realidad estaba asqueado de oírle. ¡Cómo quisiera partirle la cabeza en dos con su espada! Pero, debía mantenerse frío por el bien de la niña, de sus hombres y de sí mismo. El príncipe Gontran contaría con su ayuda, así que no valía la pena quitarse al maldito sujeto de encima tan pronto, por mucho que lo mereciera.

   Caminó hacia la oscura entrada donde estaba la princesa Alin y, tras sacar una hogaza de pan, la ató a una cuerda y la descendió lentamente vigilando que nadie le viera.

   —¡Lady Alin! ¡Lady Alin! —susurró.

   —¿Qu-quién... anda...? —se oyó la temblorosa voz de la muchacha, afectada por el miedo y el frío que seguramente comenzaría hacer con la noche cayendo encima y ese oscuro pozo con paredes de húmeda tierra.

   —Soy Mitch, my lady. Le traigo algo de comida. No es mucho, pero, es lo único que puedo traer a escondidas. Trate de ubicarlo, my lady, lo he atado a una cuerda y no dispongo de mucho tiempo. Le traería una luz, mas, no es prudente que noten que recibe alguna ayuda.

   —Gr-gra-gracias —su tono reflejaba sus deseos de llorar.

   —Es usted muy valiente, Princesa. No olvide que su padre se sentirá orgulloso si usted no se deja vencer. 

   Alin tras trastabillar con algún que otro pedregullo y llevarse las paredes de tierra por delante por tratar de ubicar el comestible, lo consiguió. Y con su mano libre secó sus traicioneras lágrimas.

   Mitch aguardó a que le respondiera, mas, imaginó el estado de la chica, así que dejó exhalar un suspiro.

   —No está sola, my lady. Aunque parezca lo contrario, no está del todo sola. Debo irme, pero, le traeremos todo cuanto podamos, mas, no deje que Graham consiga lo que desea, my lady. De eso depende la paz de nuestros reinos. —Se marchó antes de que a alguien se le diera por ir a investigarle a él o a la muchacha.

   Alin se obligó a llevarse aquel bocado a la boca, podía imaginarse qué era, pero, no en qué condiciones estaría tras pasar a través del mismo agujero que ella, chocando constantemente con los muros de tierra. Como fuera, no sentía deseos de alimentarse, pero, su cuerpo no quería darse por vencido y le reclamaba alimento.

Entre un águila de montaña y un búho de granero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora