Querido diario, estaba haciendo memoria, pensando cuando "comenzó" todo, cuando mi vida dio un giro de 180º. Cuando le conocí estábamos a finales de verano, en el mes de agosto, ese día Natalia había insistido mucho en salir a dar una vuelta y ver una peli en el cine. Me acuerdo que se quería arreglar mucho y para no ir tan arreglada ella sola me llamó para decirme que me pusiera pija, que era nuestra manera de decir bien maquilladas, peinadas, con falda, vestido o unos pantalones o shorts con una camisa bonita. Yo no era, ni soy, de falda o vestidos, así que me puse unos shorts con una camisa bonita, ella sin embargo sí lo era y se había puesto un vestido.
Habíamos quedado en la plaza Weyler, y desde ahí nos dimos un paseo hasta el Meridiano, y justo cuando estábamos subiendo por las escaleras mecánicas se puso a confesarme que se había echado novio, que no quería que los padres se enteraran, que necesitaba una excusa para verle a escondidas (la excusa fui yo obviamente) y que por lo visto había quedado en ese momento con él para estar aunque sea una horita y que por favor le hiciese de porta-velas solo durante un ratito, que ella me lo iba compensar en el futuro. Mi sensación por dentro fue de un "te odio".
Cuando llegamos a arriba nos sentamos en el murito en frente del McDonald, en donde por lo visto se habían citado. Mientras esperábamos a que su amado llegara, y ya que ella no me había contado nada del tema, le hice un interrogatorio muy intensivo sobre el novio: cómo era, de dónde era, cómo se habían conocido, en qué momento pasó todo, por qué no me había contado nada, etc. Y entre pregunta y pregunta llegó su chico.
Era el típico moreno con ojos color café, no me llamaba la atención, sin embargo vino acompañado con un amigo, era un rubio de ojos verde claro. Fue cruzar la mirada con él y enamorarme de sus ojos. Sí, ese era Ángel, a quien por lo visto también le pidieron que hicieran de porta-velas, lo que a él no se lo habían dicho en el último momento.
Aún recuerdo cuando lo vi, ver sus ojos, de un verde tan claro que parecía que se podía mirar a través de ellos, que se podía ver su alma. Tenía una sonrisa preciosa y una voz bastante agradable. Su pelo era rubio, pero de un rubio oscuro. Era mucho más alto que yo, me sacaba algo más de una cabeza. Además, era dos años mayor que yo, yo solo tenía 15 y él, sin embargo, 17.
La verdad es que a primera vista me llamó bastante la atención.
Estuvimos un ratito los cuatro hablando, y ya después la parejita se fue y nos dejaron a Ángel y a mí solos. Al principio fue muy incómodo, no nos conocíamos de nada y yo era, y aún lo soy por cierto, extremadamente tímida y nunca sabía de qué hablar con la gente a la que acababa de conocer. Él era todo lo contrario a mí, no tenía vergüenza y se ponía a sacar temas y buscar cosas en común de las que pudiéramos hablar.
No sé en qué momento de ese día me comenzó a gustar.
Cuando Natalia y Carlos volvieron ya había pasado algo más de una hora. Aun no entiendo como el tiempo había pasado tan rápido, sentía que solo llevaba minutos hablando con él, quería seguir conociéndole. Pero al final él y Carlos se fueron y yo me quedé a solas con Natalia. Compramos las entradas para el cine y mientras esperábamos para entrar en la sala Natalia se puso a contarme lo que estuvieron haciendo, lo cariñoso que él era con ella, me enseñó las fotos que se sacaron y me repitió mil y no sé cuantas veces lo adorable y perfecto que eran el uno para el otro. Hasta ese día no sabía lo cursi que podía llegar a ser.
Después de haber visto la película le dejé caer el tema de Ángel, a ver que me contaba sobre él. Por lo visto era un amigo de Carlos y que se conocían porque eran vecinos, y ella solo lo había visto un par de veces, así que no me pudo dar mucha información. Pero claro estaba que entre tanta pregunta, dejé ver que el chico me gustaba.
Al volver a mi casa cené y me conecté al Tuenti un rato. Cuando inicié sesión vi que tenía una petición de amistad. El corazón se me paró al leer el nombre "Ángel García Ruiz". Era el mismo Ángel que había conocido esa misma tarde. Sin dudarlo la acepté.
Sin duda, ese día fue cuando "comenzó" todo. Una mirada. Una sonrisa. Un par de palabras intercambiadas. Una petición de amistad. A partir de ahí comenzó todo, ir hablando de vez en cuando, a estar hablando todos los días a todas horas. A partir de ahí comenzó todo, estar hablando y acabar tonteando el uno con el otro de una manera bastante cariñosa. A partir de ahí empezó todo, empezar a hablar de volver a vernos a acabar quedando, a acabar robándonos sonrisas con besos y besos con sonrisas.
Sin duda, ese día él dio un brinco inesperado a mi vida.
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Solo quería un final feliz
Teen FictionEse pequeño momento en donde tienes la extraña y enorme necesidad de contar algo, de encontrar un confidente lo antes posible, de encontrar a alguien a quien se lo puedas contar todo y que no se queje, que se quede ahí contigo... hasta que llegues a...