Durante la cena estuvieron sentados en extremos opuestos de la sala, era bastante irónica la manera en la que parecía que el destino les quería volver a juntar, si es que eso era lo que quería... Terminaron de cenar y subieron a la azotea mientras esperaban a las campanadas para dar la bienvenida al Año Nuevo 2020 y despejaban el comedor para poner la pista de baile.
Empezó la fiesta.
Elizabeth estaba en un extremo con las amigas, huyendo de la multitud para no sentirse agobiada mientras bailaba. En un momento de la noche, unos ojos verdes la estaban observando desde la barra. Miraban con detalle cada movimiento, cada gesto, cada mirada, cada sonrisa, analizándola profundamente, analizando si se trataba o no de la joven de la que estuvo enamorado años atrás o si solo era un espejismo.
Pero no lo era, era demasiado real y estaba a escasos pasos de ella. Cogió su copa y subió corriendo a la azotea a despejarse, donde encontró un pequeño balcón con una pequeña mesa de jardín y dos sillas a juego. Era un pequeño rincón iluminado con unas luces de navidad y tenía dos rosales a los lados en un espacio de apenas 36 metros cuadrados. Se sentó y se puso a reflexionar.
-Cuanto tiempo.
Ángel se sobresaltó, se puso en pie y miró quien era la persona que le había dirigido la palabra.
-Es increíble todo el tiempo que ha pasado, como de ser casi hermanos pasamos a ser dos completos desconocidos. ¿Qué haces por aquí?
-Me mude hace un par de años, extrañaba la isla. Me alegro de verte.
A pesar todo el tiempo que había pasado no pudieron evitar reírse y abrazarse. Se sentaron a hablar y se pusieron al día, hasta que Carlos cambió de tema bruscamente.
-Por cierto, no pude evitar ver como la mirabas... ¿Vas a decirle algo? ¿O dejarás escapar la oportunidad de hablar con ella y saber qué ha sido de su vida en estos últimos seis años?
-Entonces sí que era ella...
-Sí, y vi como huiste hasta aquí después de que te dieras cuenta. No tienes que tenerle miedo, ya ha pasado bastante tiempo desde todo lo que pasaron y seguro que a ella también le gustará saber qué ha sido de ti. – Decía Carlos a su antiguo amigo intentando darle ánimos.
-¿Y cómo estás tan seguro de eso? – Preguntó poco convencido
-Porque una vez le pregunté que qué haría si tú te volvías a cruzar en su vida. Y bueno... me dijo que le agradaría, saber qué fue de ti, de su primer amor. Si te fueron las cosas bien y demás – hizo una breve pausa.- Además, tú sabes que ella era una niña muy buena, y lo sigue siendo, no sentirá rencor por nada del pasado.
-Y tú... ¿por qué insistes tanto para que hable con ella?
-Porque ustedes dos aún tienen algo pendiente.
Elizabeth estaba en la pista, bailando con alguien a quien acababa de conocer y de quien ya se había olvidado su nombre, cuando Carlos le agarró la mano, le tendió un papel y salió disparado con la novia. Elizabeth lo abrió y leyó lo que ponía:
"Sube a la azotea y entra por la pequeña puerta que hay a mano derecha que lleva a un pequeño balcón. Atte.: 28A"
"28A" era la única información que necesitaba para saber quién estaba esperando por ella. Se alejó un poco de la pista, hasta donde estaban los ascensores, preguntándose si subir o no. Al leer la nota el corazón le había dado un vuelco muy grande y había empezado a latir con tal intensidad que creía que se le iba a salir del pecho. Sin titubear demasiado subió, fue a la azotea y se dirigió al balcón.
Se quedó quieta nada más llegar. Vio a un hombre de 26 años vestido de traje y corbata apoyado con las manos en la barandilla, con la mirada perdida en el cielo. Al notar Ángel su presencia se dio media vuelta y se pasó la mano por el pelo colocándoselo un poco y la miró. La miró al detalle aprovechando la claridad que había.
Se fijó como había cambiado, como se había quitado el flequillo y se había dejado la melena más larga aún, como se le habían afinado aún más los rasgos de la cara y como tenía el cuerpo con más curvas que antes. Como la niña que había conocido se había convertido en una mujer.
Ninguno murmuro palabra o sonido alguno. Se quedaron mirándose. Ángel avanzó con una mano a la espalda, le sujeto la mano y le tendió la rosa que tenía escondida. Elizabeth no pudo evitar dejar escapar una mirada de nostalgia acompañada de una sonrisa que se le escapó por la comisura derecha de la boca. Seguidamente se abrazaron, se abrazaron fuertemente, se abrazaron con miedo a que los volvieran a separar miles de kilómetros.
-Me hiciste mucha falta – dijo Elizabeth en voz baja, casi con miedo de que él escuchara aquella confesión, rompiendo de esta manera el silencio.
-Lo siento... pero creo que ambos sabemos que, en el fondo, fue lo mejor – dijo Ángel, en voz baja, con miedo a echarse a llorar.
-Lo sé... - y empezó a llorar sin comprender demasiado el motivo.
-Yo también te he echado de menos princesa – y lloró con ella.
Se separaron, se secaron las lágrimas y se sentaron en las sillas que había. Comenzaron a contarse, sin entrar en mucho detalle, todo lo que había pasado en sus vidas en todo ese espacio de tiempo que había transcurrido el uno sin el otro. Sin embargo, no se podía evitar algún que otro silencio incómodo.
En un momento de silencio, ella se levantó y se apoyó en la barandilla. Ángel se levantó, se puso enfrente de ella y le extendió una mano.
-¿Bailas?
-Pero... aquí no hay música – respondió tímidamente.
Sacó su móvil, buscó una canción y dejó que empezara a sonar mientras miraba fijamente la cara de Elizabeth. Nada más sonar las primeras notas sabía que canción era, se llevó las manos a la cara y se intentó guardar las lágrimas.
-¿Aún la tienes guardada? – preguntó sorprendida.
-Es nuestra canción... ¿cómo no la iba a tener? – le respondió mientras dejaba el móvil sobre la mesa, cogía las manos de ella con delicadeza, las colocaba sobre sus hombros y después él bajaba las suyas y las apoyaba sobre su cintura.
Empezaron a bailar pegados mientras sonaba Coleccionista de canciones, de Camila, y rememoraban viejos recuerdos, viejos sentimientos.
La noche seguía transcurriendo, y la canción se repetía una y otra vez. Pero les daba igual, estaban recuperando algo que habían perdido hace mucho tiempo y que nunca esperaron tener la oportunidad de recobrar. Entre letra y letra, verso y verso, rima y rima se fueron escapando besos y besos: besos que se habían prometido hace tiempo, besos que se debían por tanto tiempo sin haber sabido nada el uno del otro, y besos por ese bello reencuentro que el destino les había regalado.
-¿Tendrías una cita conmigo? – le susurró Ángel al oído.
-Una y todas las que quieras – le respondió ella, también con un susurro.
Estuvieron juntos toda la noche, en ese balcón, escuchando la misma canción, bailando lentamente el uno con el otro, mirándose a los ojos, hablando de sus vidas, regalando besos, olvidándose de que dos plantas más abajo tenían amigos y una fiesta, dejándose llevar por el momento, aprovechando el momento.
Empezaron siendo dos desconocidos a ser dos conocidos, de dos conocidos a dos amigos, de dos amigos a dos enamorados, de dos enamorados a dos desconocidos. Ahora tenían que volver a empezar, pero quedándose en dos enamorados y no seguir avanzando. Llevaría su tiempo, pero les daba igual, habían esperado seis años... ¿qué más daba ir despacio siempre y cuando todo se hiciese bien?
Es curioso cómo actúa la vida, como los quiso unir en un momento para luego separarlos y volver a juntarlos. Pero estaba claro que tenían que volver, que tenían que estar juntos tarde o temprano, puedes llamarlo como quieras: destino, suerte, casualidad, hilo rojo... estaban unidos a través de la distancia y el tiempo, estaban destinados a ser amantes.
Y es por ello que a pesar de todo el tiempo que estuvieron separados nunca se olvidaron el uno del otro, siempre estuvieron juntos sin ellos saberlo, unidos a través de algo invisible que se encargó de que sus caminos se cruzaran de nuevo.
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Solo quería un final feliz
JugendliteraturEse pequeño momento en donde tienes la extraña y enorme necesidad de contar algo, de encontrar un confidente lo antes posible, de encontrar a alguien a quien se lo puedas contar todo y que no se queje, que se quede ahí contigo... hasta que llegues a...