Ella no hablaba, no murmuraba, sino hubiese sido por el sonido de su respiración hubiese pensado que estaba muerta. Levantó la miraba y se puso de pie. Pensé: "¿Quiere huir?". Entonces le pregunté que qué le pasaba, si estaba bien, pero nuevamente no obtuve respuesta, al menos no de su voz. No supe el motivo, solo sé que cogió y me abrazó más fuerte de lo que yo la había abrazado antes.
Estuvimos en silencio durante aquel abrazo, luego ella al fin lo rompió y se puso a hablar. Me dijo que me agradecía que le dirigiera la palabra cuando la vi, teniendo en cuenta lo seca que había estado conmigo últimamente. Me dijo que en el fondo, y aunque le costara admitirlo, también me había extrañado, que por dentro le habían estado comiendo las ganas de besarme y abrazarme.
Me dijo que extrañaba mi manera de hacerla sonreír cada vez que estaba mal. Dijo que había extrañado mi voz. Me dijo que añoraba aquellas promesas de amor eterno, aquellos paseos infinitos por la playa, las noches de películas y manta, los amaneceres a los que la llevaba, las rosas que le regalaba, las cartas que le escribía...
Pero la magia que parecía que se estaba creando se rompió nada más y nada menos que con la palabra "pero". Dijo que pero esto, pero lo otro. Dijo que pero tantas cosas que se resumían en eufemismos, en sinónimos, en maneras indirectas que significan lo mismo: "Pero la cagaste". ¿Qué le podía decir? No sé me ocurría nada. Siguió hablando y hablando mientras no paraba de abrazarme. ¿Era una especie de amor-odio? No lo sé, solo sé que sus últimas palabras hacia mí fueron:
"Hace tiempo quería esto y mucho más."
Fue la última frase que me dijo en la última despedida conmigo. Yo, una persona que, en un tiempo, lo fue todo y más para ella: su vida, su mundo, su esperanza y su alegría.
No contesté, no dije nada, me quedé quieto, parado ante su presencia, intentando suspirar una súplica de disculpa mientras ella cogía sus manos suavemente y las apartaba de mi cuerpo.
Con la mirada caída y la sonrisa invertida vi una gota caer al suelo, pero no era de lluvia, sino de las lágrimas que habían empezado a desprenderse por culpa de mi desesperación, de la desesperación de no saber que decir. Ella lo ignoró, ignoró la manera en la que perdí mi orgullo delante de ella, ignoró un detalle que tiempo atrás hacía que ella cayera entre mis brazos, y encima hizo ademán de irse sin un solo adiós.
Estaba destrozado, me senté en un rincón de aquél parque, apartado del mundo, y comencé a llorar sin ningún consuelo posible. Ella me demostró que era fuerte pero me dejó bastante claro: que ya no tenía sentimientos, que ya estaba claro que no era la misma niña de la que me enamoré una vez. La contemplé alejándose entre la humedad de mis ojos, que apenas me dejaban ver. Ese es mi último recuerdo de ella: una imagen borrosa.
Sin duda ese fue el final, un final triste, no de cuentos de hadas. Creo que ninguno de los dos habíamos imaginado un final tan horrible después de todo lo que pasamos. Siempre esperé un futuro juntos, una oportunidad, un ojalá. Siempre imaginé sueños de los que nunca llegué a pensar que únicamente serían fantasías imposibles, un simple sueño de un tonto enamorado.
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Solo quería un final feliz
Teen FictionEse pequeño momento en donde tienes la extraña y enorme necesidad de contar algo, de encontrar un confidente lo antes posible, de encontrar a alguien a quien se lo puedas contar todo y que no se queje, que se quede ahí contigo... hasta que llegues a...