Finalmente, ya habían llegado las vacaciones de navidad y yo tenía que prepararme los exámenes de enero mientras veía a la gente disfrutando de las vacaciones. Y, aparte de eso, ya faltaba menos para que me fuera a Tenerife. Por un lado me moría de ganas por ir, por otro lado no tenía tantas puesto que cada vez tenía menos claro si avisar a Elizabeth o no, si iba a llegar a verla o no.
Tenía miedo de ir por la calle y encontrarme con ella. Pero no de encontrarla sola, sino con un chico, con el que Carlos me había avisado que había comenzado a salir y con el que parecía que la cosa iba en serio. Por mi cabeza solo rondaba una pregunta: ¿me olvidó ya?
Después de todo lo que habíamos pasado, pensar que ya estaba con otro me estaba torturando. Estaba regalando sus abrazos a alguien que no los valoraba tanto como yo, estaba regalando sus labios a un estúpido que nos los valoraba tanto como yo, estaba sonriendo a alguien que no valoraba su sonrisa tanto como yo, estaba mirando a alguien que no valoraba su mirada tanto como yo, estaba regalando su atención a un estúpido que no valoraba su presencia tanto como yo.
Si, estaba celoso. Celoso por una niña que ya no era mía, y, por tanto, no tenía ningún derecho a estarlo. Pero era inevitable, era inevitable estarlo, y era inevitable que ella avanzara.
A pesar de todo hablaba con ella como si no me hubiera enterado del tema. No comprendía como no me hablaba de ese chico con el que no paraba de quedar y con el que ya le había visto fotos en el Tuenti (fotos normales quiero decir, no en plan que salieran cariñosos, pero daba celos). A veces le preguntaba cómo iba de amores, pero ella me respondía que aún nada; en pocas palabras, me mentía. No lograba comprender sus razones para hacerlo ¿sería porque no quería hacerme daño? o ¿no quería que me metiese de por medio?
En mi opinión me lo debería de haber contado, aunque me hubiese dolido, hubiera sabido encajar el golpe y aceptar el hecho de que ya había otro en su vida. Era de esperar, no iba a estar soltera el resto de su vida. No iba a estar enamorada de mí para siempre, ya que lo nuestro era un "para siempre" con fecha de caducidad.
Es irónico que tuviese fecha de caducidad un "para siempre", una promesa de amor eterno. Es bastante irónico como a pesar de todo lo que pensamos, de cómo llegamos a pensar que después, más adelante, cuando uno de los dos pudiese, volveríamos a estar juntos. Que ella se iba a venir a vivir conmigo y a estudiar en la misma universidad que yo, o que yo me pediría el traslado a la universidad en la que ella entrase. Es irónico como hablábamos de cosas que tardarían años en pasar, dando por sentado que seguiríamos juntos, que iba a ser nuestro destino.
Es bastante irónico como habíamos llegado a hablar de esas cosas y como llegó a ser algo que no se nombraba, que no se recordaba. Como llegaron a ser palabras que se las llevó el viento con su silencio. Como las palabras empezaron a desaparecer paulatinamente entre nosotros y como nosotros dejamos que eso sucediera. Como al final no quedaron palabras que decirse.
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Sí, lo sé, desaparecí... como eran pocos los lectores de esta historia paré de publicar, lo siento por los que la siguen :(
A partir de hoy subiré un capítulo al día hasta acabarla♥
Besos
CelyLove
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Solo quería un final feliz
Roman pour AdolescentsEse pequeño momento en donde tienes la extraña y enorme necesidad de contar algo, de encontrar un confidente lo antes posible, de encontrar a alguien a quien se lo puedas contar todo y que no se queje, que se quede ahí contigo... hasta que llegues a...