VII

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Al día siguiente me desperté lleno de energías, a pesar de lo tarde que me había acostado. Recuerdo que lo primero que hice fue pegarme una de esas largas duchas en las que estás más tiempo pensando y reflexionando que duchándote.

No paraba de pensar en el día anterior, en el momento en el que ella me escribió "Te echo de menos", en ese momento me di cuenta de que todas las trabadas que había tenido a lo largo de los días habían sido una pérdida de tiempo, dudas incoherentes a las que les había dado demasiadas vueltas.

No hacía más que preguntarme reiteradamente en cómo pude haber pensado que yo ya no le importaba. Pero claro está, esa pregunta se respondía sola, y es que si ya no nos mostrábamos ninguna clase de afecto ¿cómo iba a pensar el uno o el otro que aún habían sentimientos especiales de por medio?

Después de terminar mi larga reflexión en la ducha y de desayunar algo llamé a Carlos. Le conté lo que pasó, la conversación. Me dijo que tuviera cuidado con las cosas que le decía, que tuviese más cuidado con mis palabras y que no la volviera a defraudar. Me dijo que no le volviera a crear ilusiones, que era bonito el hecho de que iba a ir a verla después de tanto tiempo, pero que eso no significaba que volviéramos a estar juntos.

La verdad es que las cosas que me dijo me deprimieron bastante, y lo peor era que tenía razón en cada una de las palabras que soltó.

Cuando terminó su aparentemente interminable monólogo le pedí que me dijera cuando podía ir, a lo que él respondió que entre el fin de clases y antes de año nuevo no había ningún problema en que fuera por esas fechas. Le colgué sin ser muy brusco, con lo que me había dicho no tenía más ganas de seguir hablando con él y de que me deprimiera más. Seguidamente, busqué en internet algún vuelo para ir en navidades, y también la vuelta, y compré la primera oferta que se ajustaba a mi presupuesto.

Todo me estaba pareciendo demasiado bonito como para ser cierto ¿estaría teniendo suerte por una vez después de tanto tiempo? Si era así yo quería aprovechar mi suerte al máximo. Hacía tiempo que no me había sentido de aquella manera, es decir: afortunado. Y por tanto no había salido de fiesta desde hacía ya mucho tiempo, y si salía no bebía mucho y me iba pronto. La verdad es que llevaba una temporada anti-fiestas desde la última semana santa, debido a los malos recuerdos que me traía. Pero bueno eso ya era por entonces pasado y no por ello me iba a deprimir.

Organicé a la gente y los convencí de salir de fiesta, que esa vez tenía ganas de pasarlo bien, sin ninguna movida. Nadie se negó, me acuerdo que algunos de por sí estaban planeando salir por su cuenta, pero el que se juntara más gente sonaba muchísimo mejor.

Me acuerdo que quedamos en el piso de estudiantes de uno de ellos y empezamos a beber. Cuando ya estábamos más o menos "felices" nos fuimos a algunos bares, y al final acabamos en una discoteca, pero la verdad es que ahora mismo no sé muy bien cual fue. Recuerdo pasármelo bien, sin trabadas ni nada. Alguna que otra chica se me acercaba pero las apartaba con la misma, no apetecían otros labios que no fueran los de mi princesa. Ojalá en semana santa hubiese tenido la cabeza así.

¿Qué habría hecho ella aquella noche? Pensándolo ahora no lo sé, pero teniendo en cuenta lo que pasó a los pocos días creo que estuvo comiéndose la cabeza, sin duda. Por un lado me lo pasé muy bien, pero por otro lado creo que hice mal en salir de fiesta.

Quizá debía haberme conectado y haber hablado con ella, quizá simplemente debí haberle mandado un mensaje a lo largo del día, o quizá debí haberla llamado para escuchar su voz, la cual hacía mucho tiempo que no escuchaba, pero la recordaba muy bien: era tan dulce y agradable, que costaba creer como de una voz tan delicada llegaran a salir los insultos que a veces se le escapaban cuando estaba de mal humor, sin duda no le pegaba demasiado decir esas cosas.

Sin embargo, cuando se me acercaba suavemente al oído y me decía que me amaba... eso sí que se escuchaba precioso, esas eran las palabras que más me gustaban escuchar, pero solo cuando salían de sus labios.

Solo quería un final felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora