El 28 de octubre fue un día que celebré mucho que llegara, y que encima se me pasó volando. Como ya te he explicado, durante ese mes estaba tan ocupado que no tuve apenas tiempo para conectarme, pero por suerte ese día mis padres me dejaron libre. Estaba agotado y no quería salir a ningún sitio, solo me apetecía saber qué había sido de ella en ese tiempo.
Era viernes, así que no tenía ningún problema en acostarme tarde ni nada de eso. Nada más llegar a mi casa almorcé y me encerré en mi habitación, no quería que nadie me molestara. Inicié sesión, no tenía esperanza de que ella estuviera conectada, por el hecho de que ella solo se conectaba por la noche antes de acostarse. Cuando se cargó me llevé una gran alegría al ver que estaba conectada.
Sin pensarlo y sin perder el tiempo le saludé. Pero entonces empezó a pasar el tiempo y ella seguía sin responder ¿sería que se dejó la cuenta abierta? o ¿estaría pasando de mí? La alegría que llevaba encima desapareció nada más pasar los primeros cinco minutos sin recibir respuesta alguna. ¿Por qué no respondía? Empecé a imaginar distintas posibilidades, pero ninguna me parecía suficientemente convincente como para dejar de comerme la cabeza e ir delirando en cosas peores.
Mientras estaba en la silla pensando en si iba a valer la pena o no ir a ver a alguien que estaba pasando de mí salió un pitido del ordenador. Me respondió. Me calmé un poco, pero a la vez me sentía nervioso. No quería ponerme cariñoso con ella, tampoco sabía ni supe a lo largo del día porque tardó en responderme, pero eso no me llegó a molestar.
Al principio de la conversación estuvo un poco seca, fría, no sabría decir si fue por ella, o si fue por mí, a lo mejor fue por ambos.
Después del típico "Hola", ¿Qué tal?" y "¿Qué te cuentas?" me disculpé por no haberme conectado últimamente. No le pude dar los motivos originales así que le mentí diciendo que había estado ocupado solucionando un problemilla de nada. Ella me dijo que no pasaba nada, y que tardó en responderme porque estaba distraída viendo una película.
Yo, por mi interior, pensaba ¿realmente estaba viendo una película? Me dolía bastante pensar la idea de que a lo mejor estaba con otro, pero decidí apartar esa idea de mi mente para seguir hablando bien con ella.
Poco a poco nos empezamos a ir soltando más, y hubo un momento en el que no aparentaba que hubiese pasada ni un segundo desde el momento anterior al que decidimos dejar de intentarlo porque sabíamos que ya no valía la pena. Cuando llegó ese momento me alegré demasiado, casi lloré de alegría.
Dejaba que la volviera a enamorar con mis palabras, que la llamara "princesa", "amor", que le contara como la había extrañado. No se quejó en ningún momento, y para mí eso significaba que ella también me había extrañado durante todo el tiempo, aunque se lo guardara para sus adentros, podía leer sus sentimientos entre las líneas que me mandaba.
Continuamos hablando a lo largo de toda la tarde. Hablando de lo que habíamos hecho en los últimos días, a donde habíamos ido, qué películas nuevas habíamos visto, como nos iban los estudios, etc. Cualquier tema lo extendíamos todo lo que podíamos, lo único que importaba era no parar de hablar.
Aun así, a veces me trababa, yo solo pensando en si valía la pena ir a verla. Notaba que ella me extrañaba, pero a la vez tenía miedo de ir y hacerle daño, de romperle el corazón otra vez. Fue un error muy grave que cometí una vez y que me prometí no volver a cometer. Mi mente me decía "No vayas" pero mi corazón gritaba "¡Ve!". ¿A quién tenía que haberle hecho caso? ¿A la mente o al corazón? ¿A la razón o al amor? Pero como está más que claro, yo estaba locamente enamorado y obedecí a los impulsos de los latidos de mi corazón.
Cuando me quise dar cuenta eran las 22:30, la noche había llegado desde hacía tiempo y yo no había ni cenado. Mis padres habían salido a cenar y yo no tenía ganas de cocinar, así que me las apañé haciéndome un bocadillo. Mientras el tiempo pasaba el sueño se iba haciendo más pesado pero aguanté conectado hasta el final. La había extrañado tanto y ella estaba tan cariñosa conmigo que no quería desperdiciar la oportunidad.
Las horas pasaron, y no sé si fue el sueño o qué fue lo que pasó, pero acabamos delirando en "te quiero", "te amo", "te necesito a mi lado", "quiero verte"... así hasta que hubo un momento en el que dejé de recibir respuestas de ella. No pensé nada malo, simplemente pensé que se había quedado dormida, así que le dejé un mensaje de buenos días para que lo leyera al despertarse.
Me sentía bien, sobre todo porque sabía que ella se iba a alegrar cuando me viese. Tenía demasiadas ganas de que llegaran ya las vacaciones para poder ir y sorprenderla.
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Solo quería un final feliz
Ficção AdolescenteEse pequeño momento en donde tienes la extraña y enorme necesidad de contar algo, de encontrar un confidente lo antes posible, de encontrar a alguien a quien se lo puedas contar todo y que no se queje, que se quede ahí contigo... hasta que llegues a...