Capítulo 23: Recuerdos del pasado.

500 27 8
                                    

—¿Te acuerdas de las clases de francés que te daba mi padre? —preguntó imaginándose que la respuesta sería un no.

—Sí.

Se sorprendió un poco y continuó hablando.

—Éramos mejores amigos, siempre nos veíamos después de tus clases.

Es Gaël, este hombre es Gaël.

—Cuando cumplí diecisiete años me fui a vivir un año con mi tía a Inglaterra, cuando volví padre me contó que decidiste dejar las clases, fui a tu casa para saber el motivo pero no abriste la puerta, ni ese día ni los siguientes y ahora gracias a Dios nos volvemos a ver.

Comencé a recordar un poco pero todavía no conseguía disuadir la historia completa. De eso no me acordaba mucho.

—Has cambiado muchísimo... —susurró.

—Recuerdo cuando jugábamos en una zona donde había un gran árbol.

Me sorprendí de mí misma, no sabía que pudiese hacerme la tonta tan bien. Bueno, a lo mejor el hecho de ser tonta lo hacía más llevadero.

—Exacto. —sonrió de oreja a oreja.

—Dime más cosas.

—Pues, te gustaba escalar y siempre te curaba yo las heridas para que tus padres no se enterasen... Una vez te regalaron un vestido y me pediste ayuda para rasgarlo y luego decirle a tus padres que te habías caído —se rió—, eras lista para ser tan pequeña.

Sonreí, eso si lo recordaba a la perfección.

—Con quince años comenzaste una relación con Marco Romanazzi, creo recordar que ese era su apellido.

—Eso por desgracia si lo recuerdo.

—Mi padre se había ido una semana al norte de España por trabajo, un día te colastes por la ventana de mi habitación y me despertaste, recuerdo perfectamente esa escena, tenías llamas de furia en los ojos y por un momento pensé que mi vida corría peligro —soltó una carcajada—, estabas realmente enfadada, en ese momento me contastes lo que te hizo Marco.

—¡Eso lo recuerdo!

«Muy bien Miriam, sigue así»

Gaël sonrió de oreja a oreja.

—Y luego... —su expresión cambió a una de vergüenza, agachó la cabeza.

—¿Y luego qué?

—Nada nada, olvídalo.

—¿Por qué?¿Qué pasó?

—Nada, simplemente golpeastes unas cuantas cosas y conseguí calmarte.

—¿Y luego?

Gaël me miró ruborizado y dio un largo sorbo a su whisky.

—Esto... Esto es incómodo...

—¿Qué ocurrió? —pregunté nerviosa.

—Me besaste.

No quiero tu ayuda | Assassin's creed [SIN TERMINAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora